El carro de La Tortosina paseaba por las calles de Caracas exhibiendo una fenomenal botella de vino. No podía pasar desapercibido. Fernando, el cochero, vestía con orgullo traje, gorra y corbata que le había proporcionado el amo Tomás, y era el encargado de regañar al pobre Joselito, que lo acompañaba, sin prestarle ni por un segundo las riendas. Esa mañana no tenían mucho más que hacer que exhibir la botella gigante con el anuncio de la casa; la víspera, un jugador empedernido había hecho saltar la banca. El dueño estaba arruinado. La mujer del amo, embarazada de su cuarto hijo, tomaría un barco con los tres mayores al cabo de unas semanas y regresaría apresuradamente a España a enfrentar una vida de pobre. "Te vas en tercera porque no hay cuarta." El espejismo de las Américas les había durado poco; y sin embargo, Fernando y Joselito salían a la calle a pasear el coche de La Tortosina como si aquel fuera un día más.
Tal vez lo fuera para ellos.
Dedicado a mi padre en el quinto aniversario de su muerte.
Me ha gustado, Susana. Me ha dejado esa desazón intencionada. Y me ha dejado una extraña sensación, como de haber leído un texto escrito en la banda de Moebius.
ResponderEliminarFelicidades y gracias por los martes que vienen.
Saludos
Gabriel.
Bueno, Susana, pues vendremos a leerte. Yo te enlazo desde mi blog para facilitarme el camino. Me gustó eso de "Internet fugit".
ResponderEliminarUn cordial saludo,
PABLO GONZ
Hola Susana:
ResponderEliminarQué bien que te hayas animado a abrir este blog.
Ya he visto que tienes otro en catalán con un cuento.
Me pasaré por aquí todos los martes.
Nostálgico y de regusto triste pero no del todo(espero explicarme).
Un saludo
Rosana la Lilliputiense.
Un micro de tintes biográficos, que sabe interrogar como precisa...
ResponderEliminarAbrazos
Pues entonces los martes, mientras dure y te siga funcionando, aquí estaremos, paseando por las calles de Caracas, en calesa de tercera si es que no hay de cuarta, y para lo que se tercie :-)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, te animo a que sigas y no te aburras ya tienes una seguidora mas y eso quiere decir que tendrás que ir pensando otras historias, yo me pasaré cada martes a leerte OK?
ResponderEliminarTe invito a que pases por mi blog.
Un saludo de tu nueva seguidora :)
Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios. Que sepáis que no he contestado antes porque soy nueva en esto (y bastante taruga, la verdad) y no los había visto en el panel de "pendiente de moderación".
ResponderEliminarAnima mucho tener lectores como vosotros. Un abrazo y nos seguimos leyendo.
Días en que mis ojos desaparecen
ResponderEliminarbajo el humo de la avenida
duele el cuerpo
la mañana solloza un grito cenizo
la garganta arde
el odio del mundo subraya a los débiles.
Qué cosa soy
en este amanecer de invierno:
un verso suspendido de la bruma
un triste funcionario
ilusionado con la música.
Días en que mi existencia cruje
y nadie se da por enterado.
Muchísimas gracias por pasar por aquí y dejar este bonito testimonio, Anuar. He visitado tu blog y me ha gustado mucho; volveré a por más 'poeticuentos'. Saludos desde este lado del mar.
ResponderEliminarHe encontrado este post por casualidad. Por favor podría aclarar que era LA TORTOSINA. Gracias.
EliminarUn ultramarinos, colmado o abastos que mis bisabuelos tuvieron en Caracas a finales del siglo XIX. La fotografía es real, el relato ficticio.
EliminarVaya, sí que me ha gustado y se me había pasado leerlo. Qué buen recuerdo para tu padre.
ResponderEliminarEn pocas líneas has plasmado una época, varias vidas, un recuerdo. La foto espectacular.
Gracias Susana.
Qué buen homenaje a tu padre Susana. Se respira ese aire a las Américas. Me parece genial tu puesta en escena de la primer entrada. La foto me encanta, un lujo que sea parte de tu historia.
ResponderEliminarBesos Susana