Siempre llamándome Péguez. Péguez esto, Péguez lo otro. Péguez deja el móvil cuando estás en clase. ¡A los demás los llama por su nombre! ¿Tienes que sonagte así, que los compañegos no oyen ni togta? Para lo que tienen que oír, jopeta. Y al menos se ríen, que con sus gráficas plasta, todos muertos. El otro día cómo se puso el gangoso, total porque jugaba con mi imán y sus clips: volaban de su mesa a la mía. Péguez te pongo un punto negativo. Luego como el de ciencias nos contó lo del magnetismo, que si imantas un reloj se para, pues pensé vas a ver, me acerqué en el patio y zas, se lo puse bien cerca, cerca del corazón pero por la espalda, a ver qué pasaba. La mongui de la Rosa lo estropeó todo, me vio y se puso a gritar, las manos en los cachetes de foca, ¡para, animal, para! El gangoso retorciéndose por el suelo, sólo decía mag-ca-pasos, mag-ca-pasos. El Nando y yo es que nos partíamos, macho, qué cara de idiota ponía el tío. Pero jopeta. Ahora dicen que todo es culpa mía y que me va a caer un puro. Pues a la porra cachiporra y me piro vampiro, yo no voy a comerme el marrón.
Este microrrelato fue publicado en La nave de los locos en agosto de 2011.
[ Fernando Martínez tiene una propuesta para los microrrelatistas: hacer un homenaje a Moebius, el creador de comics recientemente fallecido. Gracias por participar. ]
[ Fernando Martínez tiene una propuesta para los microrrelatistas: hacer un homenaje a Moebius, el creador de comics recientemente fallecido. Gracias por participar. ]
Me gusta mucho la forma que tienes de robotizar al profesor, literalmente un juguete en manos del alumno.
ResponderEliminarSaludos.
Asesinos natos o ten cuidado a quién le das clase que están las cosas muy malas...
ResponderEliminarBien contado Susana.
Besos desde el aire
Que niños tan tiernos... je, je, je
ResponderEliminarMe encantó todo de este micro. Sabes que estos micros con voz de niños me gustan mucho... yo mismo me encuentro cómo pez en el agua con ellos..
Un abrazo y cuando puedas sigue con la historia de estos candiditos a gente importante...
Si, si, ángelitos tiernos los niños, cómo no tienen malas ocurrencias, pobre profesor.
ResponderEliminarQué bien contado desde el punto de vista del niño travieso. Menudos riesgos...
Un saludo Susana,
En Londres, cuando salía del trabajo, tenía que coger un autobús hasta la parada de metro. A medio trayecto había una parada donde se subían los tiernos infantes al salir de clase, y recuerdo que todo el mundo rezaba para que el autobús pasase por allí antes de que terminaran las clases, porque aquellos niños eran terroríficos, tanto es así que al final los conductores se negaban a parar allí y pasaban de largo. Los ánimos se serenaron un poco cuando la policía decidió poner un agente en la parada y otro en el autobús, aunque al final optaron por fletar un autobús exclusivamente para las fieras.
ResponderEliminarBesos.
Me he reído mucho. Los niños están locos, a veces para bien. Siempre para bien. Es un texto entrañable.
ResponderEliminarAbrazos.
Me gustó mucho el lenguaje de este relato, muchas palabras las desconocía, pero hay algo de mágico al leer algo que no es común a nuestro oído, pero que, a la vez, suena tan real.
ResponderEliminarY la historia es tragicómica.
Un beso enorme.
HD
Yo tenía un profesor de Literatura que en las pruebas, para que no nos copiáramos, nos sentaba: "Una niña, un vagón, una niña, un vagón" :))
ResponderEliminarMuy buen micro y muy cercano a realidades cotidianas en los colegios.
¡Saludos!
Coincidiendo con Humberto a mí también me encantó el lenguaje utilizado en el texto; mucha jerga. Lo cual nunca deja de ser un elemento peligroso, a veces tiende a sonar afectado pero en este caso todo lo contrario. Le otorga al texto un ambiente de profunda realidad.
ResponderEliminarY por cierto, la manera en que va muriendo el profesor es una obra de arte en sí misma... absurdo y trágico.
Pd: Me hubiera gustado que no esté presente el marcapasos. Me hubiese gustado quedarme pensando si su corazón no era lo mismo que un reloj, así sin más.
gigantesco abrazo admirado!
Tragicómico, como dicen por ahí. Como relato es excelente... me encantó.
ResponderEliminarSaludos
Las venganzas infantiles pueden ser de lo mas terroríficas, no tienen sentido de la medida y puede terminar muy mal... que se lo digan a este profe no???
ResponderEliminarMuy bueno... no sabes si reír o estremecerte del susto..
Besitos :D
Qué peligro tiene el magnetismo. El tono inocente del texto quita hierro al asunto pero toca un tema delicadillo. No ocurren más tragedias porque Dios no quiere. Lo que me he reído. Ahora pienso en algunas travesuras que hice en el colegio y se me ponen los pelos de punta. La inocencia no tiene medida. Muy bueno
ResponderEliminarDe niños a todos se nos atravesaba algún profe, y alguna putadita y alguna animalada si que caía de vez en cuando. Aunque fuera inocentemente, qué peligro y que inconsciencia llevan algunos actos.
ResponderEliminarMuy simpático tu micro Susana.
Saludos.
Qué tiempos cuando los problemillas parecían problemones y apenas éramos a discernir entre lo divertido y lo desternillante, el caso era reírse, aunque otros lloraran. Tu micro me ha retrotraído.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos, ADRIÁN, ROSA, FERNANDO, YASHIRA, ODYS, AGUS, HUMBERTO, SERGIO, JUAN, LUCAS, NIEVES, MAR, ENMASCARADO y ADIVÍN, por vuestros comentarios. ¡La figura del "enfant terrible" y su degradación actual...!
ResponderEliminarMe encanta ver nuevos nombres por aquí (¡bienvenidos!), y especialmente tanta presencia argentina. Un beso muy grande a todos.
Susana, más allá de la historia -genial, hilarante- que nos cuentas, creo que hemos de destacar la construcción del personaje que consigues en este micro.
ResponderEliminarConsigues, notablemente, la voz exacta para el relato, la de ese niño gamberro, resentido, deseoso de popularidad, entrañable.
Mis aplausos.
Un abrazo,
Qué jodios los niños, tú. Lo que nos reíamos en el cole, sobre todo de los profesores gangosos. En este micro nos hemos visto todos reflejados, me encantó. Lo he leído tres veces y he vuelto a la infancia.
ResponderEliminarUn abrazo grande, grande
La tan mentada "crueldad de los niños" (Teoría que nunca entendí muy bien: si todos los niños son crueles, por qué no todos los adultos lo son?).
ResponderEliminarLa construcción de tu personaje es impecable y el avance del micro sumamente visual. No es de extrañar que forme parte de "La nave de los locos" Enhorabuena por la muy merecida publicación.
Un abrazo
No sé si por el lenguaje de los niños tan pegado a la tierra, pero yo he visto en tu micro la escena de una novela costumbrista.
ResponderEliminarAbrazos.
No es la primera vez, ni será la última, por desgracia, que una broma acaba en tragedia. Pasa en las novatadas. Del relato me gustó mucho el lenguaje tan creíble del niño, la ignorancia que le hace reír sin percatarse de la gravedad de lo que ha hecho.
ResponderEliminarMuy bueno.
Abrazos a pares.
Recuerdo haberlo leído en La Nave (no en su momento, un día así, buceando y tal). Me gustó releer aunque debería decir escuchar de nuevo este micro.
ResponderEliminarEl efecto de espontaneidad, el lenguaje infantil, de narración explicada, crea un skaz perfecto. Y perfectamente calculado.
Luego la historia en sí nos muestra cómo la ignorancia mezclada con la inocencia puede ser de lo más cruel. Es la esencia de nuestra naturaleza. Como Ristel.
Abrazos
No es mala solo es curiosa, eso era lo que decía mi padre cuando le venían con quejas sobre mí. Me has hecho acordarme al leer tu micro, es un personaje que no se olvida, en La Nave disfruté con el del abuelo, también pero a este chico no es fácil olvidarlo. Es un personaje muy bien "parido"
ResponderEliminarBesitos
Jo, como para meterse a profe, un día de clase y al manicomio. El cuento, genial. Debe ser eso que llaman "contracultura escolar": hacer reir constantemente a la clase, impedir que el profe explique, romperlo todo, no estudiar nada, violencia a tope, incordiar constantemente, ridiculizar a los pringados... Los profes no entienden la contracultura escolar. La escuela no entiende la contracultura escolar... La califican de conducta asocial, indisciplina... pero no se cuestionan la escuela que hacen... Las escuelas siguen siendo en su mayoría escuelas tradicionales, un tranque, un aburrimiento, algo insufrible.
ResponderEliminarMuchas gracias PEDRO, ELENA, PATRICIA, ISABEL, LOLA, XESC, ELYSA y JUAN por haber vuelto a leer este micro. Me gusta eso de la "contracultura escolar", me parece traducible a todos los ámbitos y casi siempre con las mismas pautas de imprevisión y agresividad. Un abrazo grande a todos y cada uno.
ResponderEliminarA mí me sobra un jopeta ;-) pero, por lo demás, me encanta. Soy de los que paladean las historias más o menos costumbristas y con más o menos mala leche y niños (valga la redundancia). Enhorabuena.
ResponderEliminarHija, que entré y me tuve que ir, pero, como dice Xesc, sin dar portazos. Luego llegó lo de los pisos y...
ResponderEliminarCabroncete el niño. Me gusta, sobre todo, que con esa ternura, ese lenguaje infantil, acabes describiendo casi un crimen. Pero con esa voz que le has puesto una muerte parace casi nada. Lo único que no me gusta, si puedo decirlo, Susana, es la palabra "jopeta". No sé, me suena a cliché. Y para mi que le resta calidad al relato, que es un bombón. Y no es que no la digan, que seguro hay quien lo dice. Pero me parece..., eso. Es como decir vino un español y dijo: oleee.
Un abrazo.
Acabo de leer el comentario de David Vivancos, que estaba justo arribita. Ahora considero que me podía haber metido la lengua en un sitio. Me refiero a mi lengua y a mi sitio, por supuesto.
ResponderEliminarHala, pues dos abrazos más, por lerdo.
Miguelángel, no te apures porque 15 minutos no pueden convertir a un opinador en un lerdo. Bueno, sí, pero sólo en el caso de que tú te hubieras adelantado ;-) Lo dicho, algo ocurre con jopeta, en nuestra humilde opinión. Ah, y ¡felicidades por tu premio!
ResponderEliminarMIGUELÁNGEL, DAVID, me apunto lo del "jopeta". Creo que lleváis razón, es un registro muy infantil e ingenuo para un chaval adolescente con mala leche. Patina. Besos.
ResponderEliminarMuy buen post! Felicitaciones!
ResponderEliminarGracias, María, y bienvenida.
ResponderEliminarNo me río porque esto ya no me hace gracia. En ocasiones como lector me desagrada el relato por lo que se cuenta. Pero vamos, reconozco que es gracioso, salvo para el maestro. El tono infantil está conseguido, aunque ese jopeta me parece muy dulce. Venga, nos leemos.
ResponderEliminarPor acá ando de nuevo Susana. Lento pero ya estoy de vuelta. Vaya que me has dejado otro de tus personajes. Parece que el pequeño sabe que hará un mal al tratar de anular el marcapasos del profe, pero lo interesantes es que piensa que ese mal es corto, que luego el afectado se levantará y no habrá mayor problema que un regaño. ¿Hasta donde podría llega el concepto de gravedad, o, más aún, de muerte en un pequeño?
ResponderEliminar¡Muchas gracias por pasar, XIMENS, y celebro tu vuelta, ESKIMAL! Un abrazo muy grande a cada uno.
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