En mi defensa debo decir que había alcanzado el umbral de saturación. Una vida sin logros, insípida, siempre atorada en el estoy a punto de. Y nunca fue cuestión menor la comparación con mi hermana gemela. Llevábamos años sin vernos, tantos que se había casado y tenía hijos y nadie en su casa sabía de mi anodina existencia. Yo misma sólo sabía de su familia por referencias. Referencias privilegiadas que me facilitaron una suave transición de mi huraña soledad a sustituta de mi hermana en una casa donde se lloraba con angustia su desaparición y se buscaba con ahínco su cadáver entre los escombros de la Zona Cero. La mujer que mi cuñado blandía en una foto pudo estar atrapada en un piso en llamas, calcinada bajo una escalera, aplastada contra el asfalto tras saltar desde el horror de la cima. La bendición fue reencontrarla viva. Vagaba por las calles próximas asegurando que les conocía, y dejó que los psiquiatras asociasen errores y falacias al estrés postraumático. Al fin y al cabo, un solo regalo del destino en medio de una tragedia colectiva no es ningún robo. Estoy segura de que ella me agradece que sus hijos no sean huérfanos y que nadie llora a la mujer estéril que murió entre los escombros aquel 11 de septiembre.
Me gusta mucho esta historia de segundas oportunidades. No le veo un buen final en todo caso porque esta mujer hizo lo que hizo sin pensarlo, aprovechó la oportunidad. Pero padecerá el peso de las torres sobre sus hombros toda la vida. O tal vez no.
ResponderEliminarNo es fácil dotar a un personaje, en un espacio tan breve, de profundidad.
Besos, Susana
Coincido con el análisis de Jesus. Y me parece una historia muy valiente, arriesgada. Te inmiscuyes en las entrañas de un episodio trágico de grandes dimensiones, y nos muestras otro, a menor escala, pero no menos trágico. Uno podría pensar que este episodio histórico contiene todo el horror posible, pero tu personaje nos muestra que el hombre siempre puede ir más allá. Y al mismo tiempo, sin duda la reflexión más inquietante, que es capaz de ser feliz, de hallar la felicidad en medio de los escombros, de las circunstancias más atroces y adversas guiado por un impulso de supervivencia salvaje.
ResponderEliminarUna pieza fabulosa, que retrata de forma fidedigna la condición humana, sus luces y sus sombras. Genial. Enhorabuena.
Abrazos.
Cuenta Albert Camus en "la muerte feliz" la historia de un hombre que mata a otro para hacerse con su fortuna y su estilo de vida. Muchos años después, Mersault, el protagonista, tendrá una muerte feliz.
ResponderEliminarSe puede alcanzar el éxito y la tranquilidad espiritual a partir de un acto criminal. O de varios. De hecho, ocurre todos los días. Y la conciencia -un instrumento más al servicio de la supervivencia- permanecerá tranquila mientras tenga la certeza de que el crimen no será descubierto (o penalizado) por la sociedad.
De los grandes desastres nacen muchas de las grandes fortunas. Veo un paralelismo entre este relato y dicha máxima, un reflejo más de lo abigarrada y retorcida que es la condición humana.
Besos.
Me has dejado de piedra Susana, muy impactante. Por no repetirme coincido con los comentarios anteriores de Jesús y Agus.
ResponderEliminarNo puedo imaginarme el día en el que se sepa la verdad. Qué crueldad, o qué locura.
Felicidades. Abrazos
Impactante y muy, muy bueno.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Susana, muy original este micro de segundas oportunidades. En el que suplantar a una hermana cree ella que es la solución. Ya rendirá cuentas con ella cuando se vuelvan a encontrar, entonces sabrá si hizo bien o no.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Abrazos.
Un caso estupendo de suplantación y regeneración.
ResponderEliminarMe gustó mucho ese ir y venir de la vida de una a la de la otra sin que sepamos muy bien quién es quién...
Besos
Estupendo y valiente, nada más ver la foto cree una que va a entrar de nuevo en la tristeza, pero no. Una vuelca de tuerca hacia la esperanza y eso siempre es gratificante.
ResponderEliminarAbrazos.
Me sumo a los comentarios. Encontrar una segunda oportunidad en una catástrofe. Pero no una oportunidad cualquiera sino retorcida e intrigante. Mira que llegué a pensar que la gemela no existe y la crea la propia mujer para cambiar su vida a partir de ese momento, pensando que es otra quien la vive. Perdón por las divagaciones...
ResponderEliminarSaludillos
Muchas gracias, Jesus, por descubrirme un planteamiento psicológico que no elaboré conscientemente. No escribí desde ninguna previsión moral, es curioso; con lo de la profundidad del personaje me quedo muy contenta.
ResponderEliminarAgus, siempre pensé que tienen que existir casos de beneficio particular en medio de las catástrofes colectivas, y un día se descubrió el de cierto impostor que se las daba de haber estado en la Zona Cero y se forraba contando mentiras. Pero mi versión es (pretende ser) exactamente lo que tú dices, una búsqueda de la felicidad en medio de los escombros. Gracias por leer así.
Odys, me ha sorprendido la seriedad de tu comentario (como siempre estás de broma...); veo que tú también apuntas a la conciencia del personaje, aunque mi idea era sobre todo lo que dices sobre la complejidad de la condición humana, capaz de buscar desesperadamente la felicidad. Gracias por tu lectura.
ArtePun, me parece interesante que hables de "el día que se sepa la verdad". Supongo que el relato tiene un punto de fuga muy acentuado. Gracias por hacérmelo notar.
Qué contundente, Rosa. Muchas, muchas gracias.
Bienvenido, Nicolás. Es interesante el reencuentro de hermanas que planteas, ¡gracias!
Gemma, explorar el tema de la suplantación era principalmente mi objetivo, así que me alegra mucho que lo destaques. Gracias y un beso.
Precisamente elegí la foto con las Torres Gemelas intactas por eso, Isabel. Me gusta que destaques la esperanza, yo lo escribí con la idea de ese horizonte positivo. Muchas gracias.
Nos hemos cruzado, Puck, pero gracias por lanzar tu imaginación a la caza de otros destinos: me encanta tu sugerencia, válida para otras suplantaciones. Un beso.
ResponderEliminarQué puede hallarse en el centro de un horror? Las dos caras de la condición humana, el heroísmo piadoso y el crimen atroz.
ResponderEliminarTu micro refleja la segunda opción estupendamente, su causa y consecuencia.
Bravo, Susana!!!
Un abrazo
Las segundas oportunidades existen... supongo que gracias al estres postraumático la hermana suplantadora pudo hacerse poco a poco con la vida de su hermana, quizá un día se diera cuenta de que eso no era lo que quería, de que no es lo elegido... me gusta esa posibilidad infinita que deja el final.
ResponderEliminarLeí un libro sobre un hombre que aprovecha un accidente de tren para desaparecerse de su vida, no recuerdo si me gustó, supongo que a medias...
Un abrazo
Un texto que tiene su linea dura, pues toca un tema que es tabú, tanto el de la sustitución como a quién se sustituye. Creo que en mi caso preferiría no renacer.
ResponderEliminarUn beso, nos veremos el martes que viene.
HD
Oportuno homenaje,profundo y emotivo.Imposible no relacionar la inmediatez, la cercanía de las torres gemelas con el amor y sentimientos que unen de por sí a dos hermanas, sea cual fuere su destino. En medio de la tormenta,siempre sale el sol,aún cuando los nubarrones sigan rondando las miserias de alguno seres ¿humanos?.
ResponderEliminar¡Te felicito Susana!
Claudia
Me gusta mucho este micro, Susana. Y sabes lo que más, esa sensación esperanzadora que aunque una de ellas ya no está la otra hermana se queda para vivir su vida y quizás dar más vida a la suya.
ResponderEliminarEn fin, no sé si me he explicado, ya me gustaría hacerlo tan bien como tú. La cuestión: que me ha gustado y mucho.
Besitos
Bien, bien. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad. Y la hermana estéril debe agradecerle a la gemela que parecía ser invisible su acto de amor.
ResponderEliminarGracias, Patricia, por la profundidad de tu mirada. Un abrazo.
ResponderEliminarAnita, te agradezco que expreses con tanta sinceridad tus dudas sobre el tema de la suplantación y tu postura al respecto. Para eso sirve un blog, para detectar resultados. Un beso.
Lo mismo digo, Humberto. Tienes razón en que es un tema tabú, quizá debería refirnarlo más. Gracias por estar aquí y hasta muy pronto.
Claudia, tu comentario está lleno de dinamismo y empatía. Te lo agradezco infinitamente. Mil besos.
No sólo te explicas, Elysa, sino que explicas exactamente lo que quería decir yo. Me alegra mucho haber llegado a transferir ese tipo de sentimiento, y de algún modo, conectar contigo. Un beso grande.
Elèna, me das un ángulo nuevo con ese posible acto de amor de la desaparecida. En la vida real recuperamos a veces gestos de los seres perdidos que, efectivamente, tienen ese sabor. Gracias por hacerme pensar en ello.
Muerte roja
ResponderEliminarEn medio de la tragedia y la hecatombe, alguien consiguio una nueva vida...
Muy buenos Susana, me encantó.
Besos :)
En todo principio yace un final,y viceversa.
ResponderEliminarGrandioso micro, cruento por momentos pero me ha encantado esa siniestra versión de una segunda oportunidad. Y, desde ya, tiene el plus de la efemérides.
Muy bueno,, un abrazo susana.
No es una situación descabellada en absoluto. Tras los atentados del 11M se sucedieron unos días en los que nos dejamos llevar en muchos aspectos. Recuerdo que yo trabajaba en un banco en Alcalá de Henares y varios clientes fallecieron en los atentados y se hicieron favores a los padres , hijos o parejas de los fallecidos, saltándonos las normativas, que en otras circunstancias no se hubieran hecho. Por eso sé que lo que cuentas podría pasar sin problema.
ResponderEliminarEn cuanto al relato, quizás yo habría matado a la hermana y hubiera dejado un final suspendido con, por ejemplo, el marido mirando la foto como si jugara a encontrar los siete errores. Pero entonces sería mi relato.
Tu comentario, Muerte Roja, me ha hecho pensar en esas películas en que la Tierra, arrasada, aún muestra un vestigio de vida en la imagen final. Un beso y gracias.
ResponderEliminarGracias por tu generosa valoración, Juan. En cuanto a la efemérides, lo escribí hace tres años y ya ves, este aniversario lo ha sacado caprichosamente de su desfase. Hasta ahora me parecía fuera de lugar, y sin la herramienta electrónica... eso es de difícil arreglo. Un abrazo, te leo.
Qué interesante estas referencias que aportas, Depropio. No se me hubiera ocurrido que afectara a ese nivel, ni la respuesta excepcional (al fin, ¡los bancos son también humanos!). En cuanto a tu desenlace, más de serie negra que intimista, que es lo que buscaba yo, me parece francamente excelente. ¿Te animarías a llevarlo a buen término? Por aquí abajo verás la sección "Contra-micros", con la réplica de algunos escritores a entradas mías. Si me lo mandas, podré actualizarla (creo que era una buena iniciativa). Besos.
Lo he leído varias veces, Susana, y cada vez me gusta más... desde la primera lectura, desprevenida, se convirtió en uno de mis favoritos. Poco más que decir...
ResponderEliminarUn abrazo.
David, bienvenido y bien hallado. Qué grandilocuente... gracias. Me sorprendes. Un abrazo.
ResponderEliminarComo bien lo dicen, es una segunda oportunidad. No es una vida propia, no son los errores particulares. Le tocó alimentar otra realidad que no era suya y que agradece poder hacerlo.
ResponderEliminarMe gustó, Susana. Es un micro cojonudo. Lo voy a apuntar en mi lista de preferidos.
ResponderEliminarAbrazos,
PABLO GONZ
Gracias, Eskimal, por ver ese fondo de gratitud que efectivamente yace en mi enfoque (deseado) del texto.
ResponderEliminarCaray, Pablo, qué contundente. Te lo agradezco emocionada. Un abrazo.
Me encanta el tema de la "suplantación de personalidades" en Literaruta y en Cine, es genial, incluso todo un género, desde "El Conde de Montecristo" (aunque era una personalidad inventada) a "Con la muerte en los talones" (también inventado el Señor Kaplan), pero son las que me vienen a la cabeza. Tu excelente micro será el próximo título del que me acuerde cuando vea otra película o libro del género.
ResponderEliminarPedazo de comentario, Manu, muchas gracias. Exagerado, pero se agradece igual o más. Un abrazo.
ResponderEliminarDicen que todo el mundo sabe qué estaba haciendo cuando los avienes impactaron en las torres del World Trade Centre. Yo no sé muy bien si lo sé. Estaba durmiendo. De hecho, me había quedado dormido aquella mañana en la que tenía concertada una cita en el piso 22 de la torre norte. Cuando me desperté y empecé a vestirme a toda pastilla, puse la radio y me enteré. Encendí el televisor. Acababa de desplomarse la primera. Toda aquella gente rebozada en polvo, llorando. Creí que me había librado de una buena; pero no, ahora no tengo nada que contar.
ResponderEliminarVisir, espléndido micro. Cuánto me alegra tu retorno, con la suave ironía, además, de la legitimidad del testimonio narrativo. El contrapunto perfecto. Mil gracias y un abrazo.
ResponderEliminartremendo.
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