Abrió
los refrigeradores y sacó uno a uno todos los recipientes. Habían pasado los
años estipulados por la ley. Embriones sin padres, huérfanos de voluntad. Nadie
venía a reclamarlos. Sería él mismo, el responsable de su vitrificación, quien
les daría la libertad: como quien esparce las cenizas de sus muertos, el doctor
diseminó el contenido de las neveras por el parterre posterior de la clínica.
No pudo prever que, nueve meses después, gracias a la insistente menstruación
de luz de la luna, un campo de mandrágoras gritaría su nombre en un aullido
unísono, múltiple y desgarrador.
Si el berrido de un niño de teta puede trocar una velada apacible en infernal pandemónium, cuanto más el aullido coral de las mandrágoras. Me entran ganas de subirme a mi escoba y salir pitando...
ResponderEliminarUn abrazo precavido
¿Escoba de nylon o fibra?
EliminarSi la idea ya me gusta, el hecho de que las mandrágoras griten el nombre del doctor lo cierra de maravilla. Un abrazo, Susana.
ResponderEliminarEs que si no, no espeluznaba. Gracias, Víctor.
EliminarJope, Susana, qué tremendo!!! Como dicen por aquí, eso de las mandrágoras es muy salvaje. Peor que mis hijos con las toses en invierno.
ResponderEliminarAbrazos
Salvaje y ancestral, como la vida misma. Besos, Anita, gracias por pasar.
EliminarSubyuga el tono con que lo cuentas, aséptico, narcótico, incluso hasta la última frase. Y el contraste con la historia es brutal. Me gusta cuando cuentas casi sin querer contar.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias por destacar el tono y el contraste, Agus. La forma es fundamental. Besos
EliminarLas cosas suelen caer de canto, dando vueltas, torcidas; y rebotan, salpican trozos o acaban debajo de un sofá. Cuando una imagen tan sólida y contundente como "un campo de mandrágoras gritaría su nombre" cae plana, con una verticalidad tan dirigida, no sólo suena a bofetada, también crea unas extrañas corrientes expansivas alrededor, y un vacío imposible en el centro mismo del impacto.
ResponderEliminarEn fin, eso.
Abrazo
Gab
Uahu, menudo comentario, Gab, casi un micro en sí mismo. Mil gracias y un abrazo.
EliminarSusana, estremecedor relato de concepción de almas, con una fina narración que nos trasporta con facilidad a ese momento en que la fortuna, la dicha o simplemente el milagro de la vida tuvo lugar.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias por venir, Nicolás, un abrazo.
EliminarMe encanta este relato Susana. Una historia de principio a fin, que bien pudiera dejarnos ir hacia algo mucho más largo que, en tu generosidad, nos permites imaginar a cada uno de nosotros los lectores.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Vigilaré las macetas de la terraza, no vaya a ser...
Donde menos se espera salta la liebre. Aunque algunos tienen cannabis. Gracias, un beso
EliminarEs que las semillas bien esparcidas siempre dan frutos.
ResponderEliminarAdemás de que siempre podrá coger un poco de esa mandrágora y utilizarla, ya que tiene propiedades curativas no?
Besos ;)
Mira qué apañaíca ella, cómo le saca partido... Un beso muy grande, Nieves (he pasado por tu blog y me rechaza otra vez el comentario).
Eliminar"...menstruación de luz de la luna, un campo de mandrágoras gritaría su nombre en un aullido unísono, múltiple y desgarrador"
ResponderEliminarPlas plas plas. Menuda manera de acabar un microrrelato lo que unido al título lo hacen una maravilla.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Gracias David, maravillada me dejas. Abrazos
EliminarSusana, la imágen o escena final es tan potente que descompone el micro en pedacitos. Es como si el texto anterior hubiera ocurrido hace años y lo único visible ahora fuera el grito de las mandrágoras.
ResponderEliminarFelicidades por esta "fertilidad de las almas".
un beso.
La verdad es que la imagen fue la que lo originó todo, Laura. Me alegro de que te guste. Besos
EliminarJo, Susana, has convertido ese primer grito de vida en algo terrorífico. Y como doctor que soy, amante de lo vivo y lo muerto y de nintercambiar sus estados, estoy esècialmente horrorizado. ¿O no?
ResponderEliminarMe gusta la comparación con esparcir las cenizas de los muertos. No contó, el doctor, con que estos llevaban demasiado tiempo esperando como para darse por vencidos con facilidad,
Abrazos!
Me encanta horrorizarte, doc, pero sobre todo verte por aquí. Un fuerte abrazo.
EliminarCrudo, estremecedor y fantástico. Ocho frases impecables !!!! Un beso
ResponderEliminar¡¿Las has contado?! Gracias Cariñón, un beso así de grande.
EliminarA mí me has recordado una peli antigua que de las flores surgían cuerpos.
ResponderEliminarClaro que eso podria ser la segunda parte de este excepcional micro. Me gustan mucho las imágenes que suscita.
Abrazos
Pues es verdad, ya sé cuál dices. Me gustaría volver a verla (¿La invasión de los ultracuerpos? una de vainas). Abrazos Isabel, gracias por pasar.
EliminarEs la primera vez que me ha recorrido un escalofrío al pensar en ese primer llanto que provoca el nacimiento, Susana.
ResponderEliminarUn micro cimentado en un buen puñado de aciertos. La asepsia del tono, el fuelle argumental, su sujeción a lo esencial, la prosa sedosa que nos permite deslizarnos hasta el final y ese final coronado por las mandrágoras.
Formidable.
Un abrazo,
Muchas gracias, Pedro. Por los elogios y por dejarte horrorizar un poco, ¡me encanta! Un abrazo.
EliminarBuenísimo Susana, me han encantado los bebes mandrágora y como nos has llevado hasta su nacimiento.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Muchas gracias, Rosa, besos desde el parterre mandragórico.
Eliminar¡dios¡ es terrorífico. Lo de los bebés mandrágoras chillando su nombre. ¡qué bueno¡ qué redondo.
ResponderEliminarComo dice Pedro deslizándose suavemente hasta el final rotundo.
Besos
Es para volverle loco, claro. Se lo tiene merecido. Gracias Elena, besos.
EliminarMuy bien, Susana, uno de los que más me han gustado en este blog, creativo e ingenioso, ¿te visitó Amenhotep IV?
ResponderEliminarUn beso.
HD
A menudo juego con él a los dados, el problema es que raramente se deja ganar. Un abrazo, Humberto.
EliminarPues sí que da miedo imaginar la escena. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarEs lo que tiene los de andar "diseminando", que a veces acaba naciendo algo.
Muy bonita la ilustración.
Un abrazo
Hay un vacío legal en esas "diseminaciones", sí. Gracias, Nieves, un abrazo.
Eliminar¡Cómo me gustaría que determinadas almas dieran sus frutos una vez desprendidas del cuerpo¡
ResponderEliminar¡Fantástico micro!
Abrazos desarmados y con mucha alma.
Esto daría para una larga conversación, Lola. Ya me gustaría tenerla. Abrazos en la distancia.
EliminarEsas mandragoritas lloronas me han conquistado, a pesar incluso, de sus gritos. Me gustó tu micro.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo nunca las ví bebés, Paloma, es curioso tu comentario (y alguno anterior). Muchas gracias, un beso.
ResponderEliminarSusana, otra manera de ver la paternidad irresponsable.
ResponderEliminarEste comentario es in vitro.
Abrazos diseminados.
Vitrificado o no, Sergio, un abrazo. Gracias por pasar.
EliminarBuen micro Susana, en donde todo empieza muy aséptico y se desliza de forma súbita hacia el parterre con el escudo de la ley. Esa ley con fecha de caducidad en donde lo que hoy es un atropello, mañana es una labor más de jardinería. Como siempre, no contaron, ni unos ni otro, con la Luna ni con las mandrágoras. Qué menos que un grito desgarrador.
ResponderEliminarMuy bueno, y con muchas aristas, o tal vez caras.
Un beso.
** Ya me hice con las Pirañas, ya te cuento.
Sí que hay aristas, pienso yo, en estas cuestiones que son legales y morales a la vez, porque jugamos con la naturaleza sin saber. Gracias por tu comentario, Arte Pun, espero tu mordisco pirañero.
EliminarQue miedo!,y que trágico a la vez.Precioso
ResponderEliminarLe pongo una nota cómica , para compensar?
La mandrágora , pertenece a la gran familia de las solanáceas, entre ellas, la Atropa belladona, misteriosa, medicinal y tóxica y las más simpáticas y familiares:el tabaco , la patata, tomate ,pimiento y berenjena, que agradable sorpresa se hubiese llevado el doctor!
A propósito:ayer incineramos las orugas del escarabajo picudo, desprendian un aroma tan agradable , que, el perro Pluto, se dió un festin, ajeno a prejuicios.No ha muerto
Me interesa esa Atropa belladona, medicinal y tóxica en una familia de patatas y berenjenas. Una información muy jugosa, como la del buen Pluto, que como los perros extractores de mandrágonas, te limpió el patio. Gracias por tu sugerente comentario y un beso enorme, Anónima farmacéutica.
EliminarAh! Mme ha gustado. Lleno de una magia fantástica...
ResponderEliminarUn placer la visita.
Un saludo.
Un placer tu lectura. Gracias, Moderato, bienvenido.
EliminarBien podría ser una crítica a todo lo irrecuperable con los recortes en investigación y desarrollo. Las almas y sus gritos...nunca estará manido el decir que deben ser las protestas al respecto.
ResponderEliminarBueno, no es por nada Susana, solamente por descubrir otro brote de este genial micro.
Un abrazo.
Es una lectura interesante, desde luego gritos hacen falta en este panorama tan poco prometedor. Yo me sumo a las mandrágoras. Muchas gracias, Enmascarado, abrazo grande.
Eliminar¡Wow! Qué final. Estupendo.
ResponderEliminarMezcla de realidad y fantasía de la mejor manera... Me encantó.
¡Saludos!
¡Gracias, Juanito!
EliminarLas mandrágoras, desde que vi El Laberinto del Fauno, me llaman la atención como para leer sobre ellas. Saludo Susana, je.
ResponderEliminarEste mira que le entiendo y me encanta. Qué bueno eso de "huérfanos de voluntad" y la menstruación lunar. Relato de miedo. Este relato ha recibido un premio que solo tienen unos pocos, se lo he dado a leer a mi mujer.
ResponderEliminarTe aseguro que es un premio eso de que Ximens le de a leer a Saly este micro. Pocos lo consiguen. Pero no es para menos. Muy bueno, el tono, la historia y sobre todo ese final tan potente y que sse incrusta en la memoria. ¡Muy bueno, de verdad!
ResponderEliminarBesitos