Para leer un microrrelato no importa cómo venga usted vestido ni se requiere reserva. Sólo se necesita buena predisposición. Deberá conocer el uso de los cubiertos (de común tres juegos) y las copas (en algunos casos, hasta cinco), aunque por supuesto, no va a utilizarlo todo. Quizá tenga que emplear la cuchara de plata, o alicates de marisco o un cuchillo de sierra para entrecot. Pero no dé nada por hecho. Nuestra consigna es sorprenderle: las croquetas pueden contener helado y el soufflé esconder baba de hiena;* es famoso nuestro turrón de calamar. En esta mesa nada es lo que parece.
Lo habitual es que se sirva un solo plato, de cantidad insignificante, sabor selecto y diseño espectacular. Puede ir regado con un vino culto o grosero, blanco, tinto o espumoso, pero jamás con insípido rosado. El agua se escancia escasa, únicamente cuando el plato es muy fuerte. Y raramente servimos postre. Si hay dulce, viene integrado en el menú y tendrá que evocarlo usted mismo. No tenemos ningún interés en que salga de aquí con un buen sabor de boca.
Lo que sí es preceptivo es el pan, que se sirve al final para arrebañar bien el plato, lo que en este establecimiento se considera signo de interés y gusto por nuestros micros.
Esperamos que la experiencia sea de su agrado y repita hasta llenarse, como en los tiempos en que frecuentaba locales de gastronomía contundente.
* mala baba.
Inspirado por, y dedicado a, Jesus Esnaola.
Muchísimas gracias, Susana, es un honor y, desde luego ha sido un placer muy grande este microgastronómico que encierra mil y una sorpresas y exige del comensal una gran complicidad.
ResponderEliminarUn beso grande
PD. Voy a tener que probar ese turrón de calamar, pinta muy bien.
Muy, muy, muy bueno y sabroso jejeje.
ResponderEliminarSaludillos
Me gustó el detalle del pan para apurar bien el plato, o la lectura, como se prefiera. Abrazos.
ResponderEliminarDe la minuta ya ni hablamos....me gusta el detalle del vino rosado. Ahí, ahí! Nada de medias tintas.
ResponderEliminarQué suerte, he caído en el restaurante adecuado!!! Venía preparada y me voy satisfecha, bueno, con ganas de volver a por otro bocadito.
ResponderEliminarAbrazos
Unas instrucciones muy cortazianas, estupendo texto que deja un gran sabor de boca, se degusta, como la alta cocina.
ResponderEliminarHilarante, Susana. El detalle de mojar pan y limpiar el plato me parece sublime, y sin duda, síntoma inequívoco de que uno ha degustado un microrrelato espléndido. Derroche de imaginación y magnífica prosa.
ResponderEliminarAbrazos.
Muerte roja
ResponderEliminarQue buen menú, que decoración tan exquisita.
Me quedo !!!
Vengo sola pero puedes acoplarme a cualquier mesa si lo ves conveniente. Gracias :)
Creo que es una de las mejores definiciones de microrrelato que he leído. Enjundioso ensayo contenido en un textículo de naturaleza alquímica. Provoca sonrisa en los labios, borborigmos en el estómago y destellos en las neuronas. Bravo.
ResponderEliminarBravísimo!!!!!
ResponderEliminarNo puedo decirlo mejor que Odys, a él me remito.
Aplausos, Susana
Suelo desayunar con tus micro de los martes.Ahora me siento tan pipona que saltearé el almuerzo.
ResponderEliminar¡Sencillamente genial! Te felicito una vez más y van...
Cariños
Claudia
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPerdón por la entrada anterior. Una errata muy gorda.
ResponderEliminarEsto es alta cocina de la teoría del microrrelato, un plato que se rebaña a gusto y con gozo por lo satisfecha que una se queda después de leerlo.
Gracias por el buen rato, Susana.
Besitos
PD: Que sea la última vez que se disculpa usted por dejar su opinión en el comentario a mi micro de hoy, jajaja. Creo que ya me vas pillando el "punto" y puedes estar segura de que estoy muy agradecida por tu consejo y contenta de que pases por allí. Espero que no te molestes por que te lo diga aquí.
Muchas gracias, Jesus, aunque quién va a saber mejor de gastronomía que un vasco. Besos (hoy también para Doni).
ResponderEliminarMe encanta que entres a saltar por aquí, ranita, gracias.
Pues ya ves, Víctor, mucha finura pero al final, si no hay pan... res de res. Petons.
Montse, en eso he sido literal: a mí me van los tintos, jaja. Me alegro de coincidir. Un abrazo.
Muchas gracias, Anita, un placer servirla. Besos.
Esa era la intención, Manu, te agradezco la generosidad de indicarla cumplida. Abrazos.
Un comentario superlativo como tu amistad, Agus; es un placer contar contigo. Muchas gracias.
Un placer tener comensales como tú, Muerte Roja. Creo que no necesitas que te busque mesa, tú sabes bien qué sitio elegir. Besos.
Con tanta alquimia, vete a saber cómo sienta la comida de este local. ¿Tú te fías, Odys?
Muchísimas gracias por pasar, Patricia, y por tu apoyo constante. Un beso grande.
Ahí va, yo no sé qué es sentirse pipona pero ¡me apunto! Siempre logras transmitir optimismo, Claudia, te mando un gran abrazo a ti y a toda la family.
Gracias, Elysa, creo que vale la pena decirse y sugerirse cosas, tanto si sirven como si no, porque así se saca más partido al blog (y se mide la recepción). Yo valoro mucho tus comentarios, noto una lectura muy próxima. Besos.
Susana, me ha entrado hambre al sentarme en esa mesa. Sí, así es el micro, carne pura, vino negro, y pan para rebañar, nada de postres, ni abalorios, ni florituras. Un micro es un músculo tensado, que pega fuerte, buscando el KO. Lo peor es que sólo das de comer los martes.
ResponderEliminarUn abrazo
Xavier, en realidad yo pretendía hacer una definición fantasiosa del género, no de "mi restaurante". Ni siquiera sé si tengo rango de 'nouvelle cuisine'... aunque lo intento. Gracias por pasar, un abrazo.
ResponderEliminarYo suelo arrebañar tus micros dos veces, para apurar bien los sabores que nos dejas.
ResponderEliminarY me voy satisfecha.
Un beso.
Muy buena alegoría, considero que hay una gran variedad de platos, algunos sólo dulces, otro sólo amargos, pero todos deben dejar satisfecho al comensal.
ResponderEliminarUn beso enorme.
HD
Estupendo homenaje a las instrucciones de Cortázar. Y a las de Jesus. Está muy bien lo de la experiencia micro, por la ironía que rezuma, claro...
ResponderEliminarMe ha hecho gracia comprobar que compartimos rechazo por el vino rosado. Nunca me ha gustado.
Abrazos
Excelente bocadito. Una delicia para los sentidos.
ResponderEliminarPequeños abrazos.
Menudo piropo, Isabel. Qué contenta me dejas. Un abrazo grandote.
ResponderEliminarHumberto, creo que tienes razón, la variedad de sabores es lo que hace atractivo el género, pero contentar al lector es lo más difícil. Abrazos.
Gemma, gracias por tu comentario. Si ya me encantaban las afinidades de lectura, por las coincidencias etílicas tendremos definitivamente que brindar. Besos.
Tu comentario sabe a canapé, Lola. Gracias mil y de todos los tamaños.
Créame, según me dijo el camarero, llegó cuando estaba la persiana medio echada. Los cocineros se había ido; también yo, con la caja del día. El camarero no debía temer por eso, pero nunca se sabe. Empezó a gritar. Oyó algo de micro y le contestó, a este lado del cristal, que en la casa nada se sirve recalentado, que ni siquiera teníamos microondas, que se fuera a otro sitio. No, no, decía, relato. De ese pescado tampoco servimos, trataba de disuadirle el camarero. Pero continuaba gritando, algo de micro, de relato. El camarero, asustado, le atizó. Sin mala fe.
ResponderEliminarMenudo relato críptico me mandas, José Ángel. Tengo la impresión de que te muestras incómodo con la definición de género, que la caricaturizas y expones un diálogo de sordomudos para señalar que sólo debería existir el concepto literatura. No sé si te interpreto correctamente, pero en cualquier caso muchas gracias por tu extraordinaria aportación, es un honor que me dediques esta respuesta y me encanta poder contraponerla a mi entrada en el blog. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEn la variedad está el gusto y tu tienes mucha variedad Susana. Como buen comensal he arrebañado todo el plato y lo he dejado muy limpio.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Me ha encantado esa alegoría que emparenta lo gastronómico y lo literario; no cabe duda que hay textos para saborear, y en la buena mesa, así como en Blogger, hay platos para todos los paladares,
ResponderEliminareste me dejó muy satisfecho por cierto.
Fuerte abrazo Susana.
Pues es verdad Rosa, y ni siquiera sé si todo lo que escribo son "micros" a pesar del rótulo y las intenciones. Paradójicamente, no me importa demasiado. Lo que agradezco es que me lea gente como tú, un abrazo.
ResponderEliminarSí, a pesar de los inconvenientes técnicos que a veces lo dificultan, hay que dar gracias a Blogger por permitir establecer contacto con estilos y autores tan alejados en lo literario y lo geográfico. Para mí es un privilegio tenerte aquí y acudir a tu Frutilla, Juan. ¡Gracias!
Prosa elegante. Respira muy bien.
ResponderEliminarAbrazos fuertes,
PABLO GONZ
Alta cocina, si señora, tengo el pan en la mano para no dejar ni una migaja sobre el plato porque la disposición a una buena lectura la traía de casa.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por pasar, Pablo. Un abrazo austral.
ResponderEliminarMuy agradecida por la predisposición, Elena. Nos seguimos leyendo. Un beso.
Hola Susana, me gustó tu relato, y las pinceladas de fondo que introdujiste, como la del vino rosado y la del agua.
ResponderEliminarMuy interesante micro sobre lo que es un micro. La última invitación a llenarse, me parece también muy adecuada, pues no se debe perder de vista que se trata de "comer algo", y no de maniobras orquestales en la oscuridad, por decir algo.
Abrazos
Está genial Susana, muy bueno, además de alimentar el gusto por el micro, la relación es muy linda. Acá tenemos cierta relación en unos cuentos que hice, no son tan buenos, pero hay una especie de hermandad entre éste y el mío.
ResponderEliminarArte Pun, me ha gustado lo de "maniobras orquestales en la oscuridad": creo que daría no para un micro, sino para una antología (de momento se define qué es, pero qué no es un microrrelato: sólo leo "no es un chiste..."). Yo, desde luego, ando perdida, esto de aquí arriba sólo eran ganas de jugar. Gracias y un beso.
ResponderEliminarEskimal, me encantaría que me lo mandaras. Podría ponerlo junto al de José Ángel Cilleruelo arriba a la derecha, en "Micro-comentarios". ¿Te animas?
Microcuento, que no micromina, excelente
ResponderEliminarSi Susana, te lo puedo enviar, pero es algo largo ese cuento, o lo que sea, jeje, tu verás si lo ponés o no. Dime cómo te lo envío. Un abrazo.
ResponderEliminarSobre todo baba de hiena, unas veces una pizca y otras mucha ;)
ResponderEliminarBesos
¡Muchas gracias por pasar, Ro!!!
ResponderEliminarY a mí que este microrrelato se me antoja como un aromático y cargadito café... ¡Y resulta que no está incluído en el menú! ;-)
ResponderEliminarUna vez aprendido, me como lo que me echen. Sepa como sepa, salga lo que salga. Eso sí, no siempre haré comentario. A veces, me los tragaré también. Como ves, no en este caso.
ResponderEliminarUn saludo, Susana
Espero volver cada martes y ponerme al día de los anteriores.
ResponderEliminarOtro saludo, y van dos.
¡Muchas gracias, Miguelángel! Un placer tenerte por aquí, y una alegría que proyectes volver. Abrazos.
ResponderEliminarQué instrucciones más chulas, no sé cómo se me había pasado esta entrada. Gastronomía metaliteraria o literatura metagastronómica ;-).
ResponderEliminarHuy gracias, Elisa. Es un placer tenerte por aquí. Besos.
ResponderEliminar