Hace unos días, un buen amigo de este blog me sugirió que eliminara las dos últimas frases de un relato. Como sabéis, suelo pedir este tipo de intervenciones y consejos porque me interesa conseguir una buena recepción, y pienso que éste es el medio más adecuado. (Si no sirve de barómetro de recepción, un blog no tiene razón de ser; en casa y a solas se escribe estupendamente.)
Los argumentos de mi amigo eran sólidos y él es un buen escritor, por lo que me quedé pensando en la elipsis que me proponía, en la elipsis en general y en la conveniencia de escuchar más opiniones al respecto.
Me gustaría saber qué uso consciente hacéis de la elipsis como escritores de microrrelatos. Y qué opináis de ella como lectores, también. Me refiero a esas elipsis finales que nos dejan pensando por dónde iban los tiros. El final ¿debe ser el lugar donde se resuelve el micro, donde se da el golpe de impacto y se sacude al lector? ¿O es preferible un cierre enigmático, que reclame una colaboración cómplice (en materia de sensibilidad, conocimientos, intuición o técnica)?
Agradezco de antemano vustras opiniones y reflexiones, si os animáis a dejarlas. Creo que la comunicación puede sernos útil y que no deja de ser un ejercicio divertido.
Te sigo desde hace poco y me interesa.
ResponderEliminarTienes razon, si los blogs pueden servir de algo, al menos para mi, es para contrastar , para aprender.
Los que saben daran las razones con conocimiento; a mi, en los microrelatos, me gustan los finales inesperados.
Pero creo que no habría que poner norma, cada cual que escriba con espontaneidad que es lo más natural.
Mis saludos, y seguiré leyendote aunque no siempre comente.
Hola Susana, no sabía que había examen, pero como supongo agradecerás que no venga preparado, contesto, además de los primeros, como un valiente.
ResponderEliminarA mi como lector me gustan las dos opciones, las inesperadas y las que te dejan pensando o un poco de las dos. Sí me gusta que ese pensar no abarque todo el universo, es decir venga un poco encaminado, es decir el autor quiera claramente transmitir una de las muchas opciones.
Sobre elipsis, tridimensionalidades, simetrías y demás vericuetos estoy un poco saturado, os lo dejo a los entendidos, yo en esto siempre tengo la coartada de que soy de ciencias y además aplicadas y no de letras, por lo que yo mismo me concedo el indulto.
A la hora de escribir, modestamente no me planteo nada de esto, de forma premeditada.
Besos
Buf, buf, viernes y examen. ¡Pero si no avisó!
ResponderEliminarA mí, abstraer me cuesta mucho, así que he buscado ejemplos en mis últimos micros. Y no lo tengo nada claro. Yo no uso la elipsis conscientemente, no creo que nadie tenga un texto o una idea y aplique la elipsis después.
Lo que hacemos, creo, es contar sin decir, pero no para que al final el lector se sorprenda, sino porque sugerir es más divertido, más participativo.
El giro final no es más que un mero atractivo prescindible del microrrelato. A mí me parece más atractivo que alguien pueda escribir un folio describiendo lo que se ha hecho obvio en cinco líneas.
Para mí la elipsis no es eludir en un texto que el protagonista estaba muerto para acabar diciendo que lo enterraban; creo que eso es barato. En ese caso el micro cobra sentido al final, porque la falta de información lo convierte en una adivinanza.
La elipsis que a mí me gusta crear –y sigo con una visión parcial- es la de la reducción, aplicando palabras que implican que hay una historia o un proceso previos; o la sustitución, la metáfora, la sinestesia. Intentar llevar al lector por un camino que puede ser obvio, pero no es diáfano. Que en cada una de las cosas que no le decimos, el lector vaya guiado sin agarrarse a descripciones directas.
De todas formas, asiduos lectores de microrrelatos alaban aspectos bien distintos de los mismos, así que una vez superada la calidad mínima de un texto, no son sino los gustos particulares los encargados de poner la nota final.
Eso.
Muchas gracias, Susana por esta nueva sección en plan tertulia. Espero que extraigamos conclusiones interesantes de opiniones variadas. Y espero que alguno de los buenos críticos anatomopatólogos del mundo del blog se explaye aquí.
Abrazo
Gabriel
¡Madre mía, qué nivel! Lo que yo voy a aprender con tus preguntas de los viernes, tengo primero: que refrescar las figuras que se me atragantaron cuando estudiaba, luego ver qué escribo porque no tengo ni puñetera idea y finalmente aprenderme tus micros que están superbien elaborados.
ResponderEliminarY no estoy de coña, me interesa mucho lo que expones y aunque tengo que volver a leeros, me gusta lo que te contesta Gabriel.
Además, cuando ya había desistido de que al opinar lo hiciéramos constructivamente al juzgar lo que se suele escribir. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices en el primer paréntesis.
Volveré con más tiempo, ahora tengo trabajo.
Besos y gracias por tus preguntas.
Sin su permiso pero creo que con su consentimiento implícito, os pego una reflexión que acababa de leer en el blog de Andrés Neuman:
ResponderEliminarhttp://andresneuman.blogspot.com/
Os dejo con ella porque creo que viene al caso, me pongo a trabajar y a mediodía, te doy mi opinión, Susana ¿vale?
Lector creciente
La vocación de un microtexto es crecer en silencio. Toda obra por supuesto se extiende, es rescrita al ser leída. Pero, en ese proceso de recepción, las microformas dan un paso más o, mejor dicho, un paso menos: cuentan con el lector como cuerpo del texto mismo. Su sintaxis parte de la certeza de una interrupción. De que su redacción será terminada en otra parte. Esto convierte al lector no solamente en intérprete, sino en colaborador lingüístico. Las microformas necesitan lectores valientes. Es decir, que soporten lo incompleto.
(Andrés Neuman, entrada de hoy)
Final abierto, o final resuelto, he ahí el dilema. Creo que el relato se escribe a sí mismo, desde el comienzo, desde que escribes la primera palabra y comienzas a tirar del hilo, que a veces sale de forma continua y otras se transforma en un laberinto por el que caminas a tientas buscando destino.
ResponderEliminarCuando digo que el relato se escribe a sí mismo lo que quiero significar es que es el autor quien escribe y elige, pero lo hace -o al menos yo lo hago, cada uno es un mundo- guiado por la intuición, que como un agente externo va insinuando camino, o aparece para decirnos que hay que volver atrás y tomar otra bifurcación.
La misma intuición que nos indicará cuándo hemos llegado al final, y qué volúmenes adquiere éste. ¿Ha de ser elíptico o ha de ser contundente, definitivo como un golpe en la conciencia? ¿Ha de proporcionar preguntas o respuestas? Sinceramente, no tengo ni idea, si me preguntas en un plano teórico. Pero situado ante un texto en concreto, estoy seguro de que mi intuición de lector me indicaría, tarde o temprano, cuál es el remate perfecto. El remate perfecto para mí, se entiende.
Estoy de acuerdo con Odys, el micro se escribe a sí mismo. Cuando escribo un micro nunca tengo claro el final y cuando tengo un final buenísimo y me pongo a escribir me sale un texto intragable. Nunca soy consciente de si pretendo un final u otro, eso lo pide el mismo micro. Como lectora me gustan los finales contundentes, como un bofetón inesperado, pero es gusto de cada uno.
ResponderEliminarMe gusta esta nueva sección auque participar en la teoría del mirorrelato se me da mal. Prefiero escuchar a otros y aprender. Un beso Susana.
Mar Horno
Muy de acuerdo con lo que dice Gabriel, y con las palabras de Andrés Neuman que nos trae Rocío. A mí me parece que, efectivamente, la elipsis es un rasgo estructural del microrrelato y de cualquier microtexto, sea aforismo, microrrelato o poema. De igual modo, no creo que su empleo se reduzca al desenlace de una pieza. De hecho, el clásico comienzo "in medias res" no sería otra cosa que la aplicación de una elipsis en el principio mismo de una historia, lo que genera ya desde el arranque ciertas expectativas en el lector. Más en general, no me parece que existan fórmulas válidas tomadas así, en abstracto. Solo podemos saber si un autor se valió de ella con acierto viendo el arte con que decidió emplear este recurso. Cada pieza breve exige, pues, la aplicación de una determinada elipsis, y esta -creo- debería ser tan importante como el contenido que el autor haya decidido verbalizar. Quiero decir con esto que cuando la elipsis no juega un papel decisivo en la historia pasa a ser un defecto, que redunda en el valor final de la pieza... No existen, por tanto, elipsis gratuitas. Todas deben significar, y ayudar al esclarecimiento de un texto breve, y muy especialmente en un microrrelato.
ResponderEliminarAbrazos
Susana, primero felicitarte. Me parece una idea estupenda. Luego te dejo mi opinión, que es eso, sólo mi opinión y se deriva de mi método, nada más.
ResponderEliminarRespecto a la elipsis, considero que debe ejercitarse durante todo el texto. Creo que en este género breve la complicidad entre el autor y lector es clave, y debe ser el autor el que de el primer paso, el que propicie el encuentro. A mí me gusta dejar en cada frase huecos y espacios en blanco que el lector debe rellenar. Unas veces dándole las pistas necesarias para que discurra por la dirección que yo pretendo, otras otorgándole libertad absoluta. Tengo la convicción que un microrrelato es del lector siempre, no sólo desde el punto final. Y necesita siempre su imaginario para ser. Es decir, para mí el procreso de creación no termina en mis manos, sino que comienza en su lectura. Una pieza de calidad debe dejar que sea el lector quien la termine. Y la elipsis es el instrumento que el autor tiene a su alcance para que así sea.
El final y el cierre de un micro tienen la misma importancia que el principio y el desarrollo del mismo. Desconfío de las piezas que sólo aspiran y se construyen en relación con un final sorpresivo, ingenioso, inesperado. Por norma, estos finales suelen diluirse tras el efecto del artificio, y además cierran la pieza por completo. Pienso que estos textos tan breves deben plantear una incógnita, resolverla y plantear otra al mismo tiempo. Es decir, cerrarse y volver a abrirse. Un microrrelato se mide con el tiempo, y debe perdurar en él y en la memoria del lector.
Pero insisto, sólo es mi opinión.
Abrazos.
Muerte roja
ResponderEliminarTeniendo en cuenta que cada micro conlleva su connotación y no se les puede tratar a todos por igual yo me decanto claramente si la historia lo permite por la segunda opción, siempre me gusta reflexionar y pensar en algún momento del día (en esos momentos muertos) en el micro que leí...
Un beso Susana :)
Te dejo un hiperbreve que incluye lo que pienso sobre la cuestión. Se titula, precisamente, ELIPSIS. El pequeño Jonny quemo viva a una lagartija. Hoy lo freirán en la silla eléctrica.
ResponderEliminarQuemo con acento en la o, que no me sale.
ResponderEliminarDe forma humilde, creo que cada micro solicita su propia conclusión.
ResponderEliminarEn los microrrelatos "ortodoxos" (Si es que eso existe) tu amigo tendría razón, y según nos dijeron (ya sabes quién, ya sabes donde) el broche final lo debería dar el título. Sin embargo, pienso que depende de lo que pretenda el autor o (si se me permite) el propio relato.
Sin embargo creo que,está en la habilidad del escritor conseguir comunicar al lector lo que quiere. Al menos eso es lo que yo pretendo cuando escribo (contar algo concreto, dejar un mensaje), y si compruebo que no lo consigo (me pasa a menudo) mi mal humor crece (casi tanto como desciende el IBEX)
Tengo poco tiempo, así que leeré los comentarios en otro momento, no sin antes decir que me gusta eso de "los viernes, pregunto". Yo era partidario de los microrrelatos con finales sorpresivos que te obligan a replantear el relato (y reinterpretarlo) una vez leído el punto final. Así eran la mayoría de los primeros que escribí. Más adelante descubrí el poder de la elipsis. Para mí es muy importante no decirlo todo en el texto. El lector debe llenar los vacíos dejados (intencionadamente, no por descuido) del escritor, debe participar en el relato. Un poco como lo que propone Cortázar con su "lector activo" o el "lector creciente" que plantea precisamente hoy Andrés Neuman en sus microréplicas. De todos modos, y en mi opinión, tampoco es bueno abusar de la elipsis. Es decir, lo mejor es ir experimentando, ir variando estructuras, métodos, para no encallarnos. Vamos, un poco lo que hace Manu en su blog. Jugar, jugar y jugar.
ResponderEliminarNo se que decirte Susana, a mi los finales me gustan de las dos maneras. La historia o te engancho o no y el final puede ser una gran sorpresa, una vuelta de tuerca o dejarlo a tu imaginación...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Creo que la elipsis es una de las características esenciales del microrrelato. Sin embargo, creo que no siempre se entiende bien lo que es. Ignoro cuál es el microrrelato al que te refieres, Susana, cuando hablas de la eliminación de frases que discutías con tu amigo, pero con frecuencia se habla de elipsis como la eliminación de frases, el recorte del texto y esto, al menos en mi experiencia, no siempre es elipsis, o no del mismo tipo (disculpad mi ignorancia teórica). Evidentemente, cuando corregimos un texto lo adelgazamos, encontramos mejores formas de decir las cosas, o frases, adjetivos, redundancias, en ese esfuerzo que hacemos por contar una historia con lo menos posible. Pero no es lo mismo eliminar una frase explicativa de un final, por ejemplo, que elidir (creo que es así, es que soy segurata y podéis imaginar que en mi garita ni se sabe lo que es un diccionario) la última frase por las posibilidades que abre finalizar con la penúltima.
ResponderEliminarLo que quiero decir, que me estoy liando, es que le elipsis busca ampliar la significación del micro, busca expandir sus posibilidades, mientras que otras eliminaciones de texto lo que pretenden es “ajustar el presupuesto”, buscan esa concisión, esa precisión a la que todos aspiramos. De algún modo parecen, estas maniobras de eliminación, llevarse la contraria; una trabaja por la exactitud de lo que se pretende contar, pero lo que se pretende contar es exactamente completable, interpretable e incompleto, nunca vago.
También se entiende la elipsis, en ocasiones, como la ocultación de información (esto es muy habitual en los microrrelatos de sorpresa final). Pero yo pienso que eso no es elipsis, porque ese de tipo de eliminaciones trabajan en negativo, nunca en positivo y, sin embargo la elipsis trabaja en positivo, busca aportar, lo callas porque quieres resaltarlo, no ocultarlo.
Ya termino, espero que no resulte muy confuso pero escribir tan largo en el móvil es complicado. ¿No os ha pasado nunca que tras escribir el micro que creíais que queríais escribir os encontráis con que nadie (o pocos) ha interpretado la historia que queríais contar? ¿Entendéis esto como un fracaso? ¿Aun cuando parezca que lo que ha removidoel micro sea muy poderoso? ¿O buscáis que se entienda exactamente lo que teníais en la cabeza al escribirlo? ¿Es un micro fallido si no se entiende lo que uno quería decir?
Susana:
ResponderEliminarNo entraré en detalles como los lectores juiciosos de este blog se han dado a la tarea de responder, más bien daré mi irresponsable punto de vista: la elipsis o los finales sorpresivos son elementos válidos en el microrrelato, pero no los únicos. Un título puede contribuir a dar respuesta a todo lo leído y, quizá, algún día nos encontremos con un visionario que emplea otro método. Generalmente nos damos a seguir tendencias (y el microrrelato es sin duda una de ellas), pero lo difícil está en crearlas.
Un beso.
Muchísimas gracias ANNA, ARTE PUN, PROPÍLOGO, ISABEL, ROCÍO, ODYS, MAR, GEMMA, AGUS, MUERTE ROJA, MANU ESPADA, FERNANDO, VÍCTOR, ROSA, JESUS y ESTEBAN DUBLÍN por participar tan activamente.
ResponderEliminarEn este punto me gustaría hacer alguna puntualización y tiraros un poco más de la lengua, ya que soy la quisquillosa que pregunta...
En primer lugar, quiero asegurar a los indecisos que la pregunta iba dirigida a quienquiera que pase por este blog, sin distinción de oficio, raza, sexo o religión. Son bienvenidas todas las opiniones fundamentadas, razonadas; aquí no se jerarquiza. Pregunto a vuestra competencia lectora y escritora.
Por otro lado, no existe ninguna intención de sacar como conclusión de este intercambio una “norma”. Es precisamente por contravenirlas, por objetarlas y por debatir que planteo este tema. Lamento el posible malentendido.
Quiero puntualizar también que mi interés por la elipsis al final del texto se debe a que, según mi humilde apreciación, a menudo se percibe este recurso como ingrediente indispensable del microrrelato. La elipsis en otros puntos (como otros recursos literarios) no parece tener un carácter tan definitorio, y no era mi intención dudar de ella en absoluto.
Hasta ahora, creo que una posible conclusión general de vuestras respuestas sería que el escritor intuye cuál es el final más acertado mientras escribe, y en qué grado éste debe ser explícito. En cambio, como lectores, más bien apostamos por la sorpresa siempre que se pueda conectar bien con ella. El problema es cómo se “conecta bien”...
Gabriel habla de la elipsis-adivinanza como recurso 'barato'. Coincido plenamente, y también suscribo su idea de que el camino puede ser obvio pero no diáfano. Yo me sumo a Agus, que desconfía de las piezas construidas en función de un final sorpresivo, inesperado (por cierto que la propuesta de resolver la incógnita y plantear otra al mismo tiempo me parece una exigencia fenomenal, en todos los sentidos.)
Por último, me parece muy conveniente la aclaración de Jesus sobre la diferencia entre explicación y elisión. (Te contesto: en el caso concreto que me generó esta duda, eliminar mis frases finales no dejaba el micro sin explicación, sino que giraba su sentido y le quitaba una dimensión para mí importante y sugerida, como dices. Tachar restaba, no sumaba; a mi entender, claro.)
La batería de preguntas de Jesus me parece muy relevante. ¿Cuál es la 'prueba del algodón' de un microrrelato?
¿Os animáis...?
Madre mía, yo que volvía más tarde porque tenía trabajo y me encuentro con toda una clase magistral ;-)... ahora ya apenas tengo nada que añadir. Gracias a todos, por cierto, se aprende un montón leyéndoos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con el punto de vista general. Como habréis adivinado, puesto que antes he copiado la entrada de Andrés Neuman, a mí me gusta la idea de que el lector haga su parte.
Me sucede mucho, como dice Jesus, que en algunos micros me interpretan una historia diferente de la que yo pretendía contar, especialmente en los que el uso de la elipsis es una parte importante del texto. Y no lo considero un fracaso, salvo que entiendan que estoy contando un chiste y en realidad se trate de un drama, claro, entonces ya es un problema narrativo.
También es cierto que yo no la utilizo de forma premeditada, mi micro me la pide o no. Eso sí, intento que no haya trampa, puede que no siempre lo consiga pero trato de evitar engañar al lector conscientemente.
Nada más, uff, sí que era un examen :-)
Besos a todos (felicidades Susana, muacs)
Hola Susana:
ResponderEliminarno es la primera vez que paso por tu bloss, pero sí la primera que te dejo un comentario y con tu permiso me quedaré por aquí.
Gabriel, un buen amigo que frecuenta tu bloss y el mío, me comentó esta iniciativa tuya que es de agradecer.
en primer término, asunto elipsis,
muchas veces parece el santo y seña del microrrelato, si no hay final elíptico el micro es un experimento fallido y si a ello se le añade ese cuento fácil del final abierto o final cerrado ya tenemos el discurso de siempre.; pienso que quien manda en cualquier narración es la historia –la famosa “diégesis” de la que hablaba Genette hace unos veinte años-, es decir aquello que se cuenta, si eso funciona el resto viene por añadidura, es decir, el final es una cuestión no menor, pero siempre subsidiaria de la historia que se cuenta, antes que eso es fundamental la focalización o la persona en que narrará.
o se puede ver de otra forma:
nuestro querido Jorge Luis “el cec” elabora un cuento extraordinario que es “Pierre Menard, autor de El Quijote” y para hacerlo breve, podemos decir que no es lo mismo la lectura y recepción de El Quijote no sólo a finales del XVI, sino en cada uno de los siglos siguientes, sencillamente la mentalidad o el horizonte de expectativas no son equiparables a finales del XVI, o en barroco o durante la Ilustración o para el lector del XX ¿cómo es el final de El Quijote abierto o cerrado? La pregunta es estéril y ensayar una respuesta por allí tiene poco futuro.
las obras las cierran o las abren los lectores y por ahora la experiencia es individual e intransferible ¡¡afortunadamente!!
muchas veces pienso que la famosa y extraordinaria obra de Eco “Opera aperta” debería ser lectura obligatoria no sólo en la Facultades de Filología sino en todos los talleres de escritura que son y serán y de esta forma se evitarían cantidad de equívocos.
resumiendo, quien manda en cualquier narración, pienso, es la historia y la tan traída y llevada falsa polémica sobre la extensión de un microrrelato reside pura y exclusivamente en la pauta que se le adjudica a la historia, después, sólo después podemos valorar hasta qué punto la elipsis resuelve, abre o se va con viento fresco, la historia, en definitiva define si la estructura de una narración -¡¡la que sea!!- tiene aguante o no
finalmente y respecto al asunto del lector, Thomas Mann , quizá el último escritor burgués consciente de serlo, planteaba algo interesante, decía que en cuanto un escritor tiene en cuenta al lector a la hora de escribir “comienza a vulgarizar su discurso y su narración”, sin duda el lector es la última pata del artefacto narrativo, pero no deja de ser una pata más, si cuando se narra, se hace poesía o se elabora el discurso de un ensayo, se comienza a elucubrar cómo será recibido el texto, si impactará o no en el lector, si la elipsis abrirá, cerrará o todo lo contrario o si el lector se cagará en nosotros, pienso que estamos hipotecando -¡¡y a muchos años de vencimiento!!!- todo lo que se cuente, se narre y se diga.
cuando se escribe uno es su texto y poco más, el lector aparecerá o no, se interesará o no, pienso que todo lo exterior al texto, la historia y el bendito-maldito hábito de la escritura y la creación, todo lo exterior juega siempre en campo contrario no en nuestro campo.
Susana, disculpa la extensión, pero es algo que siempre va conmigo y no sé ni quiero saber comentar de otra forma, sobre todo porque pienso que existe una cuestión de respeto al texto originario,
nos leemos,
salut,
hugo
Contestando a Jesús.
ResponderEliminarBajo mi punto de vista de recién llegado al microuniverso, es posible que un relato no fracase pero el microrrelatista si. Al menos así me siento yo cuando publico (en Espirales de tinta) un relato con una intención (creo que esta es siempre intrínseca al proceso creativo) y descubro que se ha desparramado en tantas historias como lectores lo leen. En ese caso, es evidente que el microrrelato funciona, ya que ha despertado el interés y generado sensaciones diversas en el lector, de la misma forma que podría hacerlo la música o las espirales abstractas de Pollock. Pero siempre creo (sería un alivio que me convenciérais de lo contrario) que esa cantidad de nuevas hebras surgidas del hilo son fruto de mi incapacidad para encontrar las palabras exactas, colocando en el lugar de esas, desconocidas por mi, otras que si conozco pero contienen menos significado (o con uno diferente del que yo les atribuía).
Por lo que he leído al respecto, tengo entendido que el arte del microrrelato es el encaje perfecto de las mínimas palabras precisas para contar una historia, por lo tanto la concreción debería ser primordial. ¿No?
Para mí (soy ilustrador) un microrrelato se parece bastante a una ilustración. Has de contar una historia con los elementos justos, sugiriendo o tapando parte del relato, para que sea el lector el que le de la amplitud correcta. Si en una linea recta dejas un segmento sin dibujar el observador tenderá a terminarla por medio de la imaginación. Este proceso es el mismo que nos ayuda a rellenar las elipsis. Pero si los dos segmentos que dibujo no encajan, no veré una linea recta, veré otra cosa.
Es posible que haya autores con la capacidad de generar esa multitud de historias de forma intencionada, pero lo que es seguro, es que no es mi caso.
Un saludo.
Sugerir más que decir. Para mí ahí está la clave del microrrelato. Si para contar una historia tienes que explicarla, ya sea al principio o al final, eso, a mi juicio, no tiene nada que ver con la Literatura. Cuando hablas, entonces explicas. Cuando escribes tienes que esforzarte más, tienes que crear y dejar que los lectores interpreten lo que has creado. Y no se trata de escribir un texto evidente o no. Se trata de que un microrrelato es una historia que debe mantenerse por ella sola, sin andamiajes que la afeen y resten su valor, conseguir que le diga algo al lector, que lo zarandee, aunque no llegue a entenderlo del todo. Así que si uno lee algo que ha escrito y comienza a cortar por aquí y por allá, pongamos por caso porque necesita que el texto se ajuste a un determinado número de palabras, y el micro no pierde nada, es que sobraba lo que hemos quitado. El arte consiste no en decir esto es una naranja, sino en crear en el lector la imagen, el olor, el sabor y el tacto de una naranja. Por tanto la elipsis no es, a ver si lo hacemos muy retorcido esto, sino vamos a sugerir para que el lector tenga su propia lectura. Dificil conseguirlo a veces, sin caer en un bloque de cemento armado impenetrable. Pero amigos, ahí está el talento.
ResponderEliminarEn cuanto a finales sorpresa, no sorpresa, etc, etc, yo defiendo que no hay que engañar al lector, que no hay que tomarle el pelo, que no hay que buscar recursos facilones. El cómo y el qué lo eliges tú. Y hablando de recursos facilones, (no me lincheis por favor) creo que un buen microrrelatista, sin menoscabo del ingenio, se muestra cuando desarrolla un escrito partiendo de algo cotidiano, porque ahí se ve el talento del escritor para hacer de lo trillado y usual, algo único, nuevo, diferente.
Y vaya parrafada que me he tirado.
Abrazos para todos.
PD. No sé quién lo ha escrito, pero estoy totalmente de acuerdo en que la elipsis es consustancial al microrrelato
¿Te has planteado cobrar por estas clase magistrales?
ResponderEliminarYo... es que no sé qué decir. Nunca me he planteado nada de lo que hablais. Simplemente escribo. En la mayoría de las ocasiones lo que escribo es mediocre, pero el día que te salen dos palabras seguidas bien puestas, la sensación es cercana a la gloria bendita. ¿Elipsis, final sorpresivo? Supongo que en mi caso es por épocas. Y amí sií que me gusta que cada lector interprete una cosa, se aprende más.
Lo único que reconozco que me gusta mucho son los finales abrutos, los que acaban de
Olé la Lola!!
ResponderEliminarEn mi opinión los finales sorpresa no son garantia de nada. Es decir, hay micros Kinder que podrían pero que en realidad no sorprenden, o se cargan el resto de la historia. Vamos, como si el micro hubiera de estar al servicio de un final sorprendente. Pienso que un buen micro es el que huye de lo obvio, de lo trillado, y más en la forma que en el fondo. Ese es el kit, que no el kinder. Como dice, Lola, de algo cotidiano puede salir un gran relato, aunque la historia esté millones de veces contada. Apoyo también la opinión de Fernando (y con ella la de Ginés), acerca de que el título debe redodear el micro y coronarlo. De hecho, éste debería ser el tejado de la elipsis en el relato. Y diría más cosas, pero tengo que estar todo el rato subiendo y bajando para leer opiniones y es viernes de semana larguísima.
Ahora, Susana, me encanta tu nueva sección.
Abrazazos de fin de semana.
Hola, vengo a contribuir en esta interesantísima conversación; me parecen muy atinadas estas entradas que nos da la posibilidad de compartir puntos de vista y además crecer, cada uno en su camino, en el proceso.
ResponderEliminarAclarando que no soy microrrelatista, pero me encanta el género.
En principio, tengo una visión de la literatura un poco anárquica, con la firme convicción de que no existen fórmulas ni caminos establecidos porque el sendero a la hora de escribir es absolutamente personal e intransferible...
Por lo tanto, antes de opinar seriamente sobre un texto, creo que es necesario saber cuál era la intención del autor a la hora de escribirlo y recién ahí es posible emitir una visión "objetiva".
En este momento de mi vida creo que la elipsis es una característica fundamental en una obra, la elipsis es el lugar donde el lector puede meterse dentro del texto; viendo al hecho literario como una conversación entre el escritor y el lector. Sin elipsis (que vendría a ser como un espacio "a ocupar") el texto se conviertiría en un soliloquio insoportable/ creo que es fundamental que no todo este dicho, porque la voz del lector es la que concluye y define el proceso literario... claro está, no hay un sílo tipo de lector, los hay más pasivos y aquellos que gustan de una lectura más desafiante (yo puedo ser ambos, depende del momento).
Ahora, más como lector de microrrelatos, me parece que es un género bastante abarcado por el prejuicio del remate. Que por su brevedad, tan importante en los tiempos que corren, debe adquirir la mecánica del chiste; pasos claros y concisos para concluir en una moraleja irónica si es posible... Bajo este precepto se limita absolutamente las posibilidades del género (que como cualquier otro género, es un medio físico, la historia del arte nos ha demostrado con creces que los medios pueden transformarse y el tiempo, bellamente, les va robando las formas).
Llegando al final, y pido disculpas por lo extenso, diría que si uno escribe con fines literarios todo tipo de elipsis (que no afecte seriamente la estabilidad general de la obra) es bienvenida. Si bien es posible que se empiece a escribir para transmitir algo concreto, creo que en el proceso de corrección es donde se debe aniquilar el ego hasta rasgar de nuestras propias palabras otras palabras que a nosotros también nos conviertan en lectores, en espectadores de la propia obra; esa sorpresa es un milagro.
En definitiva al lector, por más frío que suene, no le interesan nuestras vivencias o intenciones. Quizás, lo que une al lector y al escritor sea la necesidad de conversar cada uno consigo mismo, pero con el sonido de otras voces.
La elipsis va mucho más allá de la extensión de párrafos en un texto, una novela también precisa de la elipsis. Obviamente, de forma muy diferente a un poema pero creo que la esencia es la misma.
Bueno, espero que te interese algo de todo lo que puse. Agradezco nuevamente porque hablar de literatura es una de las cosas que más me gusta en la vida.
Un fuerte abrazo Susana.
Pd: Y justamente creo que vos sos una de las personas que le da al microrrelato una identidad especial, distinta.
YO creo que no voy a añadir nada, pero me atrevo a dejar mi comentario, sobre todo porque después de la "panzada" de leer que me he dado, he leído todos los comentarios, ahora mismo estoy hecha un lío. No me preocupa, soy de digestión lenta, sé que poco a poco iré cogiendo lo mejor de todos los comentarios y en el futuro me servirán. En resumen que hoy entrar aquí ha merecido la pena, ¡vaya qué sí!
ResponderEliminarTodos los comentarios me parecen juiciosos, pero me he identificado con los de Jesús Esnaola y con Hugo o por lo menos se acercan más a lo que pienso.
Bueno, luego vuelvo a ver si hay más comentarios...
Besitos
Jesús, se te entiende perfectamente y has dejado niquelados los conceptos. Pues eso.
ResponderEliminarMuchas gracias, ROCÍO, HUGO, FERNANDO, LOLA, DEPROPIO, MIGUELÁNGEL, JUAN y ELYSA por sumaros a la tertulia. Es un placer teneros aquí, sobre todo a los que no érais habituales. Bienvenidos y bien hallados.
ResponderEliminarIntento resumir mi impresión general.
Veo que se ha hecho un poco más de hincapié en la idea de buscar la complicidad o la comprensión del lector, y que la opinión colectiva se decanta por mantener la independencia respecto a lo que podría entenderse como "servilismo". No hay que dejarse condicionar, y por lo que decís, el lector sólo es un factor más, no un fin. (Aunque si al propio tiempo se pide su participación activa y se espera que complete el texto, ¿es posible escribir con total independencia y de espaldas al receptor?)
También se ha defendido la voluntad de no engañar, no poner trampas. Me parece una cuestión compleja y que podría dar mucho de sí (¿qué es engañar? ¿no es la ficción un engaño aceptado?), pero entiendo que se ha expresado como sinónimo de honestidad, y en esto seguramente todos estamos de acuerdo.
Me atrae la idea de que "lo que une al lector y al escritor sea la necesidad de conversar cada uno consigo mismo, pero con el sonido de otras voces". Y de que el autor cree en el lector "su propia lectura", como las ondas de una piedra en el estanque. Podría verse como el punto de inflexión, quizá; como el vínculo entre el uno y el otro.
En fin, aunque naturalmente no doy nada por cerrado y se acepta cualquier otra intervención, quiero agradeceros mucho a todos el tiempo y la energía que habéis dedicado a expresar y contrastar vuestras ideas con las de los demás, de un modo más conciso o más prolífico, según el gusto y manera de cada cual.
Pienso que formular, escribir y plantear este tipo de cuestiones nos ayuda a ser más conscientes de ellas, y que es bueno utilizar el espacio (y todo el espacio que haga falta, sin amputaciones por restricción de pantalla) para conocernos, definirnos y colaborar.
Voy a intentar ser escueta porque es la segunda vez que entro. Me parece muy interesante y constructivo el debate.
ResponderEliminarLa prueba del algodón, preguntabas.
Pienso que igual que al limpiar te alejas y miras lo limpiado desde ángulos diferentes, porque esto es lo único que te descubre las sombras.
En la escritura partimos de la idea o la imagen, cuando ésta se presenta te habla y te guia. Sobre todo me ha de gustar a mí como cuando te miras al espejo. Y si se puede dejarlo reposar como algunos guisos.
Gracias a tus preguntas miraré de otra forma lo último que he colgado en el blog, claro que yo no sé si averiguaré lo que los demás vean. Sería una suerte como tú con tu amigo descubrirlo.
Besos.
Disculpas por el retraso, ayer no pude entrar.
ResponderEliminarHe leído con suma atención todos los comentarios. Me identifico con lo dicho por Gabriel, Odys, Agus, Jesús (se te entiende perfectamente Jesús), Hugo y Lola.
También con el texto de Neuman que pone Rocío y sus propias impresiones. Y el texto de Manu es totalmente elocuente. También creo que no hay que ponerle puertas al campo y en la innovación.
En cuanto a la prueba del algodón: unas veces los lectores han entendido a la primera lo que yo intentaba expresar exactamente, otras veces han entendido otra cosa, pero luego he visto que su interpretación era muy válida e incluso sacaba a la luz profundidades que yo no era consciente de estar expresando, también me he encontrado con interpretaciones que me chocan pero (y esto se lo digo a Fernando para su alivio) no me ha importado. No lo he visto como un fracaso. Como fracaso lo vivo si nadie ha entendido nada, nada de nada. En ese caso obviamente algo ha fallado.
En cuanto a lo que pregunta Susana:
El final ¿debe ser el lugar donde se resuelve el micro, donde se da el golpe de impacto y se sacude al lector? ¿O es preferible un cierre enigmático, que reclame una colaboración cómplice (en materia de sensibilidad, conocimientos, intuición o técnica)?
Me quedo sin lugar a dudas con la segunda opción.
Yo creo que utilicé por primera la elipsis y la elisión en un relato, que no microrrelato, que escribí hace mucho tiempo y que era tramposo a más son poder porque que quería buscar un solo efecto con él y ello me obligó a ocultar información, pero no como dice Jesús para poner luz sino para quitarla. Cuando lo terminé y me di cuenta me juré no volver a hacer algo así, y sin embargo me sirvió para prestar atención al hecho de distribuir la información.
Me suelen gustar los finales abiertos. Aun así creo que soy un poco caótica en mi forma de escribir, al menos el borrador del texto. No me suelo plantear qué efectos voy a utilizar o qué quiero conseguir. Siempre tengo una idea, un fogonazo y luego intento expresarlo y sobre la marcha veo qué forma me convence y que final es el más adecuado, el único posible para ese texto en cuestión.
Lo de resultar explicativo en alguna frase final, puede ser un miedo a no ser entendido, con lo cual volvemos a la pregunta del millón: ¿queremos que nos entiendan o queremos entendernos/explicarnos nosotros o las dos cosas?
Como dice Lola, una buena prueba es quitar y ver si el texto no pierde sentido, entonces es que no aportaba nada lo extirpado, sobre todo en microrrelato que no se puede digresionar sin fin.
Lo consustancial al microrrelato es la concisión, el uso de la palabra justa y única y que exprese lo que queremos. Ser ahorrativos, avaros si se quiere para generar un texto limpio.
Lo mismo me he ido por otros derroteros aparte del tema que se preguntaba pero ya otros lo han expresado muy bien y seguro que en próximas tertulias van saliendo todos estos temas.
Me gusta esta nueva sección Susana
Un abrazo a todos
Muchas gracias, ISABEL y ROSANA, por vuestra participación. Coincidimos en la idea de dejar reposar el texto, y en la sorpresa no necesariamente negativa que supone una interpretación alejada por parte del lector. El método de eliminar frases para probar si eran necesarias o no, como quien se mira en un espejo antes de salir, parece muy recomendable.
ResponderEliminarAl final vamos a conseguir hilvanar un manual del artesano de lo más resultón, ¿no?
Hola Susana, si preguntas el viernes y uno llega el lunes poco queda por decir a lo ya dicho y comentado.
ResponderEliminarMe alejaré de teorías, que existir existen, y me quedo con mi experiencia particular, elipsis y microrrelato van unidas, eso nadie lo cuestiona, pero yo nunca la busco expresamente, tengo una idea, una imagen, un comentario, una noticia…y escribo una historia. Y la leo y la retoco e intento buscar las palabras adecuadas y pulirlas, y erosionarlas, porque como dice Lola no explicamos lo que pasa, contamos historias, sensaciones y en ese transitar aparece la elipsis - lo que quiero decir y no explico- pero también aparece el título, y los finales potentes, y los principios. Hay que sugerir, entrar en la mente del lector, pero no podemos convertir el texto en una elipsis absoluta, en un salto mortal, porque algunos micros son verdaderos jeroglíficos, sudukus sin solución. El lector nunca es tonto, al contrario, pero si intentemos volcar en 150 palabras todo nuestro bagaje cultural, nuestros conocimiento, todo lo que sabemos, seguro que el micro será fantástico, pero no funciona.
El lector es el elemento principal del micro, y en mi caso las interpretaciones múltiples, las diferentes visiones del lector no representan una falta de concreción del autor, al contrario, porque las palabras como las sensaciones son ambivalentes, y el lector es sobre todo memoria, y la memoria es única para cada ser. Y no nos olvidemos que muchas veces es una satisfacción leer por el mero placer de hacerlo, sin ir más allá, sin buscar el significado de cada vocablo, sólo palabras, una detrás de otra….
Un abrazo a tod@s y felicidades Susana por esta iniciativa.