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Yo te envío mis bacterias a través del aire y ellas empiezan a copular con las tuyas, que no es por ofender pero son bastante promiscuas, la verdad. Entre los dos formulamos una nueva biodiversidad bacteriana. Bien. Crece el jolgorio. Los procariontes cabalgan sobre el flagelo, se frotan los ribosomas, los anaerobios se asfixian y no llegan, ja, pobres. No sabría definir tal microrruido, pero sí esa luz refulgente y verdosa que, sin tú saberlo, te delata, como cuando estás hormonal. ¿Maldita sea? No, no, al contrario, fantástico efluvio el de feromonas que, como el ala aleve del leve abanico, nos verá morir entre memorias tristes juntos, revueltos y procreando.
Así es la eternidad.
¡Qué bueno, Susana! Me encantó el tono del narrador, nada usual. Me encantó ese efluvio de feromonas. Todo el micro es un acierto.
ResponderEliminarAbrazos madrugadores.
Vaya, esta vez te pasaste Susana. He sacado unos cuantos diccionarios por mi mala memoria en cuanto a biología. No es nada de jintanjáfora, pasa en realidad. Acá lo interesante, para mi, es tomar otras ideas, espacios, lugares para los cuentos, no volver al lugar común. Hay que preguntar por el narrador, je. Saludos
ResponderEliminarSiempre me han gustado los efluvios de feromonas.
ResponderEliminarEl ala aleve del leve abanico lo dejo para profesionales.
Juntos, revueltos y procreando eternamente no es un mal presagio, creí que sería distinto. El único pero es que sean las bacterias las que copulen, entonces, de lo otro, ¿nada?.
Gracias por el relato, me gustó. Abrazos.
Es una eternidad apetecible pero parece que exclusivamente bacteriana, y ¿nosotros? Un micro muy docto, hija. Divertido y original. Un beso. Mar Horno.
ResponderEliminarBuen sentido del humor y buen tema, del presente y del futuro.
ResponderEliminarSi es así como viviremos esa eternidad, me apunto al jolgorio.
Besos.
Un maravilloso baile de palabras sonoras, como una especie de poesía construída con palabras científicas, lo que acentúa el contraste al texto y lo hace sumamente original. Abrazos.
ResponderEliminarMuerte roja
ResponderEliminarUPSSS!!! Aquí me perdí pero así debe ser la eternidad.... de ves en cuando tienes que perderte.
Besitos :)
Me sumo a los bioelogios del resto de compañeros blogosos que han entrado a a comentarte. Estupendo microrrelato de laboratorio. Felicidades!
ResponderEliminarAplaudo la originalidad de cómo se ha tratado el tema. Sin embargo, al llegar al final me ha creado desconcierto "las memorias tristes" ... con los fantásticos efluvios, revueltos y procreando, esa "tristeza" me ha marcado un "aviso" subrayado en amarillo.
ResponderEliminarUn abrazo Susana!
Micro alegremente científico (cómo se logra tal combinación?) que remata en una frase sumamente poética (cómo se logra tal maestría?)
ResponderEliminarAh, ya sé: a punta de imaginación y talento.
Un abrazo admirado, Susana
Un ritmo muy particular el de este relato, comienza acelerado en un discurso contificista para terminar en esa lentitud necesaria de la reflexión literaria.
ResponderEliminarLo bueno es que sigamos así: procreando.
Un beso.
HD
Yo diría que le has dado un revolcón a todas esas teorías que afirman que el amor es pura química. Y lo ha hecho de la manera más compleja y leal, utilizando su léxico, leyes y teorías para darle la vuelta a todo, y demostrar que al final, por más científicos y matemáticos que seamos, algo siempre se nos escapa. Y más cuando habla el poeta. Genial, Susana.
ResponderEliminarAbrazos.
Filosofía existencial envuelta en fina membrana de erotismo científico. Escritura tangencial, en dos palabras.
ResponderEliminarEs la conversación entre dos friquis de laboratorio, reflexionando mientras fuman un pitillo, tras haber retozado entre placas de petri, redomas y mecheros bunsen.
Bonita versión del clásico popular: "A follar, a follar, que el mundo se va a acabar".
ResponderEliminarLa Boca del Ello
He ido leyendo tu relato, Susana, con una sonrisa en los labios y un diccionario en las manos (al revés habría sido más complicado). Se nota, además, que es de esos textos que hacen disfrutar horrores escribirlos, a que sí?
ResponderEliminarUn abrazo.
Un guiño cómplice a tus bacterias, tan arrebatadoras elloas.
ResponderEliminarBlogsaludos
Es un microrrelato lleno de contrastes, contrastes muy fuertes. El tono desenfadado pero el lenguaje científico. A mí, sin embargo (la ABLACC pone palabras en mi boca, Susana, yo no quiero), dudo de la eficacia de "el ala aleve del leve abanico". Creo que buscas el choque poético entre tanto lenguaje científico, pero a mí me da que el cambio es demasiado. Y creo que le resta eficacia a la última frase.
ResponderEliminarYo creo que lo quitaría, lo leo y me gusta más sin el "ala aleve...", pero tú verás.
Creo que el ABLACC ya abandona mi cuerpo.
Muy original, trabajado y, pese a todo, sugerente. No se puede pedir más.
Besos
Buenas noches. Hoy me tendréis que perdonar pero estoy sola con las fieras y no tengo tiempo de dar las gracias uno a uno; os las doy colectivamente por la amable acogida que habéis dado a este texto peculiar, que como adivina Miguelángel me divertí mucho escribiendo.
ResponderEliminarConfieso que es un poco un exabrupto surgido después de leer un par de entrevistas recientes en La Contra de La Vanguardia, pues iban en esta dirección: en la voluntad (un poco rara, pienso) de afianzar la idea de que los grandes cambios que vivimos son biológicos, y concretamente bacterianos. No te diré que no, pero tomé la frase que me llamó más la atención, la primera, y fui desbarrando hasta el "fantástico efluvio de feromonas", donde la coincidencia de tanta efe me retrotrajo a las figuras literarias escolares y me llevó a enlazar con el "ala aleve" y las "memorias tristes" que no han gustado. Tomo nota, obviamente, pues en ese punto el texto debería afianzarse y no patinar.
Que me perdonen los biólogos por marear la perdiz con palabras que desconozco: a Dios pongo por testigo que las bacterias me las dictó Wiki.
Muchas gracias por vuestras lecturas y comentarios, un fuerte abrazo a todos y cada uno.
Llego, aunque sea tarde pero llego. Hoy me has hecho trabajar, Susana y bucear en algunos conceptos que he tenido que buscar en internet para saber encontrar una lectura, al final simplemente me he limitado a disfrutar del micro, que suena a un baile de bichitos microscopicos en busca del setido de la vida, jajaja o mejor aún a algo realmente importante el tema: copula.
ResponderEliminarBesitos
Eternidad: Apasionado comienzo vestido de finales, catastrófico finales que al fin de cuentas son la grieta de nuevos comienzos.
ResponderEliminarEsa definición bien podría estar en el glosario paranoico, mientras aplauden las frutillas por esta fantástica bacanal de cientificidades; es conmovedor ver esas letras variando de velocidad hasta caer lentamente como una gota,
hasta la cópula (Que no es lo mismo que cúpula), quizás ambas sean distintas formas de apurar en un sorbo a ese pariente lejano que es la eternidad.
Un fuerte abrazo, gracias por compartir.
En el mundo de los blog fluyen los microrrelatos y sus comentarios a la velocidad de los neutrinos. Si un día no puedes entrar, al día siguiente ya está la solución. En fin, que pensé en ir a buscar si esas palabros existían, pero había tantas que pasé. Pensé en un relato surrealista, que lo es a nivel bacteriano. Me he divertido, Susana.
ResponderEliminarVale, pues ya está. Me encantó. El tono coloquial en su expresión más libre. Ojito, es muy difícil escribir bien el tono coloquial. Seguramente es lo más difícil. Vale, pues ya está.
ResponderEliminarAbrazos y otros abrazos,
P
Pues lo has definido fenomenal, Elysa: baile de bichitos en jolgorio copular. Gracias, abrazos mil.
ResponderEliminarLo de variar la velocidad hasta caer como una gota es exactamente lo que pretendía, Juan, me hace feliz tu descripción, muchísimas gracias.
Pues lamento esa sensación de velocidad, Ximens, normalmente aquí no es así pero tienes razón en que ayer "cerré" un poco con ese comentario. Gracias por dejar tu impresión a pesar de todo, es una satisfacción que te parezca divertido. Gracias.
¿Vale, pues ya está? ¿Qué está? Muchas gracias por tu comentario, Pablo, es un placer contar contigo y más cuando te estoy leyendo y conociendo. Abrazos.
Hola Susana, acabo de caer en el cañón de la foto de portada de tu blog, que efectivamente apunta a la buena señora ciclista. Parece algo casual, pero no lo es. Como puede observarse, el jardín no tiene dos árboles iguales; esto indica que el señor jardinero es un impostor. Si nos fijamos, está atento a la jugada e intenta camuflarse entre varios de estos árboles, que son como peonzas al revés. Con su mando a distancia, él es el encargado de disparar el cañón cuando la presa se pone a tiro, y gracias a mi High Definition Screen puedo leer en sus labios, que con esta van veintisiete.
ResponderEliminarAbrazos.
Arte Pun, me has hecho reír; sólo podías ser andaluz... ¡¡¡al poyete!!!
ResponderEliminarAh, me ha encantado, Susana. Seguramente todos esos bichitos se compartan así. Un saludo
ResponderEliminarMe parece razonable tu relato.
ResponderEliminarLas feromonas nos llevan de la mano por los aires.
Saludos.
Muchas gracias por pasar, Juan, una alegría verte por aquí. Abrazos.
ResponderEliminarRazonable... Una sonrisa y un beso, Beatriz, muchas gracias por venir.
Puro erotismo microscópico... Así es la vida...
ResponderEliminarUn abrazo anaerobio (tan intenso que corta la respiración)
Bienvenido, NiñoCactus. Gracias por tu comentario gimnástico, un fuerte abrazo.
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