Estos días ando releyendo un par de libros excelentes, claros y útiles. Seguramente ya los conocéis, sobre todo los que habéis hecho algún taller: El arte de la ficción, de John Gardner, y La práctica del relato de Ángel Zapata. Ponen al alcance del lector las claves fundamentales del arte de escribir, o de cómo hacer de la escritura arte.
A mí me llama la atención cómo explican la efectividad narrativa. En sus manos casi parece un asunto fácil. Es una de las cuestiones que más me interesa, y no solo por mis propias limitaciones al escribir, sino también como lectora de microrrelatos.
En este género mis preferencias están claramente del lado de los textos que contienen un fuerte ingrediente de narratividad, quizá llevada por mi afán ortodoxo y mi fe en el cánon. Pero cuando miro alrededor, leo microrrelatos de todo tipo. Y no solo en el Parque Jurásico de la blogosfera, sino también en papel, pulcramente editados bajo ese calificativo: Microrrelatos. Son breves, sí, y hermosos; a veces de una profundidad vertiginosa y capaces de mover profundamente al lector en cualquier sentido. Los hay absolutamente admirables, pero son reflexivos o poéticos, evocativos, sin conflicto y sin movimiento. En ese caso ¿son microrrelatos?
Personalmente, cuando he tanteado formas con menor contenido narrativo he sentido que producía un experimento asociado, un texto de "relleno", algo que sumar a mi acervo de micros-micros sólo para engordar lo que algún día quisiera ver convertido en libro.
Me gustaría saber si otros lectores y escritores de microrrelatos andan con los mismos remilgos que yo. Y como no lo sé, y para conversarlo, yo los viernes pregunto.
Desde una perspectiva eminentemente subjetiva, te diré que el microrrelato, para mí, ha de ser narrativo. Pero en mi caso, nada tiene que ver con la ortodoxia. La ortodoxia es algo de lo que desconfío. La ortodoxia es inmovilismo, son axiomas y prohibiciones y yihads y guerras santas.
ResponderEliminarNo sé lo que es un microrrelato. Qué engloba y qué deja fuera. Si tiene unos límites bien definidos o, por el contrario, y como toda forma de expresión creativa, sus fronteras desdibujadas, borrosas, actúan como ese elemento indispensable de unión que lo mantiene vivo, pulsante, como una parte integral del universo literario...
Me gusta contar historias y que me cuenten historias. Soy animal narrativo. Por eso casi siempre buscaré (con los dedos sobre un teclado o los ojos sobre un texto) escritos que tengan nudo, tensión, conflicto, movimiento.
El libro de Ángel Zapata es un libro de cabecera, el otro no lo he leído.
ResponderEliminarUn tema apasionante saber si algunos son realmente micros, yo me quedo suspendida a veces porque no me lo parecen. No llego a remilgos porque no sé tanto, me guio de opiniones más expertas, pero claro en cuestión de gustos...
Me parece una idea estupenda la asociación "ablacc", pero creo que mi costurero que es un verdadero cajón de sastre que no responde a la calificación de literario.
Como tampoco sé si lo que colgué ultimamente se puede considerar micro.
Me encantaría saber tu opinión o la de quien gustara pasar.
Gracias por tus cuestiones y besos.
Pues me parece interesante, Odys, que destaques la posibilidad de que la indefinición actúe como un componente activo. No sé si todo el mundo piensa igual.
ResponderEliminarComo me pides opinión, Isabel, contesto que yo desde luego leo textos sin preocuparme de su filiación; las dudas me las planteo más bien al escribir, o porque escribo. Y visito y disfruto blogs por motivos literarios y personales. Hay tanto donde elegir que no se me ocurriría ni de broma seguir a alguien que no me interesa como persona o como escritor, si es que ambos conceptos pueden separarse.
Tal y como dices, es indiscutible que en un microrrelato debe existir, sí o sí, narratividad. Si no hay, ni siquiera el gesto, la intención, no creo que podamos hablar de microrrelato. Otra cosa es la perspectiva y la manera desde la que se trabaja esta narratividad. Desde posiciones clásicas hasta otros posicionamientos que trabajen la narratividad desde el desorden, la fragmentación, el minimalismo, la lírica, la abstracción y el surrealismo. Personalmente soy más afín a este tipo de concepciones. Incluso la ausencia, o mejor dicho la ficción de su ausencia, realizada con alevosía y premeditación sería narratividad en sí misma.
ResponderEliminarCreo que este género breve que tiene tras de sí una larga trayectoria, debe consolidarse y avanzar, buscar nuevas formas y lenguajes. Y el tratamiento de la narratividad es, sin duda, uno de los aspectos más interesantes donde incidir en este progreso.
Gracias Susana por esta segunda entrega tan interesante.
Abrazos.
Y realmente eres fiel a lo que predicas, Agus. Me gustó especialmente tu "Íncipit", esta semana; me parece un buen ejemplo de narratividad desde la abstracción, pues contenía algo que no sé si estaréis de acuerdo en llamar proyecciones temporales... por llamarle algo, pues no sé si existe término teórico acuñado. Me encanta aquel brevísimo de Denevi: "Traedme el caballo más veloz -pidió el hombre honrado-, Acabo de decirle la verdad al rey". Hay proyección hacia el pasado y proyección hacia el futuro. La narración está fuera, porque el autor la ha sacado toda magistralmente, pero haberla, hayla.
ResponderEliminarLo bueno de este género es que resulta de momento tan sumamente joven, sobre todo en relación con los demás, los cuales cuentan con amplias tradiciones a sus espaldas, que todavía admite un grado de experimentación e indagación enormes. Yo esto lo veo como una ventaja absoluta. Si bien un micro vendría a ser la relación de una historia narrativa concentrada al máximo, a mí me gusta mucho moverme en aquellos márgenes que se hallan más próximos a lo poético y lo onírico, sin renunciar por ello al objetivo de narrar.
ResponderEliminarTambién veo como una ventaja que los escritores de micros puedan alimentarse de todas las enseñanzas literarias procedentes de los géneros más consolidados; en el caso del micro, del relato y de la poesía por supuesto, y sobre todo de otras formas breves afines tales como la fábula, la greguería, la máxima o el aforismo, el bestiario, etc.
Espero que no, que no todo el mundo piense igual. Nunca. Eso sería terrible.
ResponderEliminarBesos.
En mi país, una escritora extraordinaria, María Rosa Lojo, editó este año en libro titulado 'Bosque de Ojos' La perfección de su estilo y la hondura poética de estos 'micros', dejan sin aliento. Sin embargo en la mayoría de ellos falta, a mí me falta, la narración , el cuento. Que considero imprescindible para el género.
ResponderEliminarAbrazos, Susana
Me atrae eso que dices, Gemma, de "moverse por los márgenes sin renunciar al objetivo de narrar". Parece enlazar con las fronteras desdibujadas de Odys, que por cierto, hoy viene más combativo que nunca (debe ser el 20-N).
ResponderEliminarBuscaré a María Rosa Lojo, Patricia, desde la envidiosa admiración que me produce el superávit de talento que genera Argentina. En el mismo sentido, quién no admira y disfruta a Ana María Shua, aunque no "cumpla" con el ingrediente del enunciado.
¿Pensáis que hay libros "híbridos" y libros "puros", en ese sentido? ¿Os molesta la mezcla?
Qué va, si vengo con una margarita por diadema. Pero ahí arriba pone que los viernes, conversamos, ¿no?
ResponderEliminarLa mezcla es más que buena, es necesaria para que el crisol literario pueda seguir funcionando.
Para mi el nombre del género es muy concreto y creo indispensable contar al menos una historia. Aunque muchos micorrelatos consiguen tal profundidad que adivinas no una historia, sino varias.
ResponderEliminarExpresar únicamente un sentimiento, una sensación o un estado de ánimo sin narrar una historia, no sería (para mi) microrrelato.
Yo me quedo satisfecho si consigo esa proyección temporal, ese viaje de ida y vuelta a pasado y futuro que comenta Susana.
Susana, la respuesta telegráfica de Alberto creo que responde a tu comentario de más arriba, cuando dices: "No sé si todo el mundo piensa igual". O así lo interpreté yo. Abrazos
ResponderEliminarEl problema que tenemos que sortear es que, más o menos, a todos nosotros nos une el micro, y por lo tanto a veces da la impresión de que si tu último post no es un micro, se pierde algo. Mucho de lo que he leído en Cazadores de Letras no es microrrelato. ¿Y qué? No deja de ser brillante. Al centrarnos en el micro hemos dejado, en parte, de lado otras minificciones, como prosa poética o poema de gente que ya ha hablado aquí. Considero, como Alberto, microrrelato al texto narrativo, breve, condensado... y me gustan mucho otros textos que no cumplen con estos parámetros, y a veces los escribo, como desahogo, como experipento.
ResponderEliminarLos malabarismos de Gemma, los experimentos gráficos de Manu... son ejemplos de que la expansión de lo breve no es -menos mal- homogénea, sino maleable y eréctil en unas partes más que en otras; y que el cultivo de las distintas artes de lo breve no es más que un enriquecimiento del resultado, como una suerte de barbecho emocional.
Abrazo
Gabriel
No soy amiga de poner etiquetas...Como lectora disfruto de la brevedad del micro, de que me haga pensar y de la relectura de algunos textos, de su final con sorpresa o de su poética...O me gusta o no me gusta y no entro a valorar si es o no es, solo disfruto. Y cuando escribo no me planteo si es o no es, solamente es algo que sale así, que nace en las tripas y que no puedo dejar de escribir y la verdad me da igual que lo llamen micro, poema, cuento o novela por capítulos...Será que no soy experta en nada ni lo pretendo solo quiero disfrutar leyendo y escribiendo y las etiquetas que las pongan los expertos...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Susana,
ResponderEliminarMe gustan estas preguntas de los viernes. Esta retahíla de respuestas tan iguales y tan divergentes al mismo tiempo.
No puede ser de otra manera, este es un recipiente muy amplio, que admite casi todo tipo de guisos, y diferentes cocciones: al vapor, inducción, cocción clásica, brasas, leña, lava, incluso fusión nuclear. Por eso hay micros tenues, ingrávidos, líricos, lineales, laberínticos, jeroglíficos, patadas, hachazos, vómitos…pero debe existir un elemento básico: una historia que contar, un nudo, un desenlace cierto o intuido, pasan cosas, hay conflicto, tensión…con todas las elipsis que queramos, pero una historia. Sin tensión narrativa no hay micro, hay otra cosa, ni mejor ni peor, diferente.
Luego esta el nombre, que casi nunca hace a la cosa, y breve puede ser un aforismo, una crítica, una greguería estirada, un poema enlazado, pero no será un microrrelato. Literatura, sí, pero no un microrrelato.
Un abrazo
Hola Susana:
ResponderEliminarespero que no decaiga esta iniciativa interesante y recomendable de los viernes ya que hace posible que entre unos cuantos podamos hablar de cuestiones del “oficio”.
(no he leído los textos que comentas, pero tampoco puedo hacer propósito de enmienda con la cantidad de cosas que a uno se le acumulan para leer y el poco tiempo del que se dispone).
aún a riesgo de repetirme de mi comentario el viernes pasado, vuelvo a insistir en lo mismo: la historia manda, tener qué contar, esa, para mi es la piedra angular de la narratividad, ya sea micro, cuento, novela corta, novela o culebrón-ruizsafonesco; la historia te marca la focalización, la configuración de los personajes, el modo de resolución y cierre.
ahora bien, sin duda, el otro tema que atañe directamente a la narratividad es el manejo de la tensión entre lo verídico y verosimilitud de la historia, porque ello va directamente ligado al meollo de la ficción, una noticia periodística en principio intenta ser verídica y, en última instancia verosímil, la ficción es por definición verosímil y esto, que puede parecer de Perogrullo, muchas veces se puede observar lo contrario en textos –de blossofera y de papel impreso- donde aparece el esfuerzo del autor por hacer creíbles y veraces historia y personajes, claro, todo ello puede ser válido para la caspa neocostumbrista actual, pero nada más; ahí la que sale herida de muerte es la ficción.; decía Castiglione en El Cortesano, allá por el siglo XV-XVI, que lo fundamental en el arte era que lo fuera procurando que no se vieran las formas del arte, por ahí hay una definición exacta de la ficción
finalmente, el otro aspecto, quizá más técnico, pero donde la narratividad ha de ser cuidada hasta el final es a la hora de la composición, componer es duro, el verbo es “un bicho mu malo que no se mata con piedra ni palo” –perdón por el excurso zarzuelero-, la sintaxis es la causante de todos los insomnios, pero también de la alegría cuando ves al pibe o la piba que están listos para crítica.
recomiendo, siempre lo recomiendo, leer la correspondencia de Flaubert con su amante Louise Colet –suele aparecer como Apéndice a la edición de Madame Bovary de Alianza-, allí se encontrarán clases prácticas de técnicas narrativas y claro de lo que es la narratividad y el oficio de narrador; hay otro libro, que abunda en lo mismo, y es la correspondencia de Flaubert con Turgueniev –esto es más difícil de encontrar en librerías que no sean de viejo, aunque sí suelen haber ejemplares en Bibliotecas Públicas-.
nos seguimos leyendo
( ya he enlazado tu bloss)
salut,
hugo
En mi caso, mi forma natural de contar es muy narrativa. Alguna vez intento innovar, espoleado por lo que escriben otros, y me salen lo que dice Gabriel —no sé si deliberadamente—, experipentos: una mezcla entre expermientos y esperpentos.
ResponderEliminarEn fin, que si quiero ir sobre seguro, vuelvo a lo que (apenas) sé hacer.
Entonces, si cuento bien, aquí la mayoría absoluta se la lleva el gusto por el microrrelato con contenido narrativo (tampoco es de extrañar, Dios los cría y ellos se juntan): ODYS, AGUS, GEMMA, PATRICIA, FERNANDO, PROPÍLOGO, XAVIER y HUGO, como yo misma, lo preferimos de largo, mientras que ISABEL parece indecisa, a ROSA le da igual la etiqueta y DEPROPIO no se pronuncia sobre el ser o no ser de la cuestión (aunque cae del bando narrativo).
ResponderEliminarLlegados a este punto yo destacaría dos aspectos que me llaman mucho la atención:
1) la idea de trabajar la narratividad desde los márgenes (lo poético, lo onírico, el desorden, la fragmentación, la abstracción..., os cito) y
2) ese potente aldabonazo de Hugo, que reclama un mejor tratamiento de la verosimilitud y lo verídico para que no salga "herida de muerte" la ficción cuando andamos experimentando con el género.
¿Alguna opinión al respecto?
Por matizar un poco mi opinión, diré que me adhiero (por si se me pega algo) a la opinión de la mayoría de los comentaristas, pero que mis capacidades me llevan a contar las historias de un modo formal más clásico que el de, por ejemplo, Agus, Odyss o Propílogo.
ResponderEliminarEn cuanto al comentario de Hugo, ese "que al arte no se le vean las costuras" para que la ficción sobreviva, creo que hay que matizarlo con aquella frase de (creo) Picasso: He necesitado cuarenta años para aprender a pintar como un niño de cinco. Si no experimentamos, si no expandimos los límites de nuestro "arte", difícilmente lograemos aprender a manejar con destreza la ficción.
Yo también me veo más clásica, o al menos, veo que mis experimentos no son tan brillantes e innovadores como los de Agus, Odys o Propílogo. Y coincido contigo en que no hay otra que (como decía creo que también Picasso) trabajar, trabajar y trabajar. Sin embargo creo que la opinión de Hugo no iba contra la experimentación, sino contra el artificio fácil o el engaño al lector de que hablábamos el otro día, a costa de lo verosímil y la verosimilitud si hace falta. Al menos, eso interpreto yo, no sé si Hugo iba por ahí realmente.
ResponderEliminarSoy narrativo. Sin embargo no me paro mucho a pensar en esto cuando escribo, lo hago cuando leo. Lo mío y lo de los demás. A veces escribir textos no narrativos me ayuda a definir lo que quiero decir o lo que quiero hacer sentir. Pero después siempre compongo buscando la narratividad, busco la historia que ilustre la idea, o la historia que dentro de sus posibilidades, una de ellas sea la idea o el sentimiento que me ronda la cabeza. No tiene mucho que ver con la reflexión, es mi forma natural de hacer.
ResponderEliminarHe leído a Gardner y Zapata y creo que son dos excelentes introducciones a la escritura.
¡Dios mío, qué de rizos!
ResponderEliminarNo tengo ni la menor idea de cuáles son los márgenes del microrrelato. Tampoco me importa. Se lo dejo a los expertos. Bastante tengo con dejar fluir el agua, interna, claro.
En cuanto a lo de la narratividad, pues qué queréis que os diga, si un texto te cuenta una o mil historias y te da para pensar, sea poético, onírico, o como queráis llamarlo, chapeau por el que lo ha escrito.
Habláis del neocostumbrismo como caspa, ¡Dios santo, qué claro lo tenéis!, a mí me parece que un buen micro, es un buen micro, sea costumbrista, o la releche del hiper, hipo, realismo, surrealismo o la biblia en verso. Yo no desprecio nada, todo es bueno si se cuenta bien, es más, creo que el surrealismo a veces puede ocultar la dificultad de un escritor para contar una historia.
Un texto es verosímil cuando desde la primera frase te lo crees porque el escritor ha tenido el talento de incluir los elementos necesarios para hacerlo creíble. Algo basado en la vida real puede ser inverosímil, y un relato sobre marcianos, por el contrario, puede ser de lo más creíble. Es como si el escritor le dijera al lector, juguemos, y el lector aceptara el juego.
Hay otra cosa sobre la que no tengo ningún empacho en insistir ya que me estoy encontrando con muy buenos micros de los que yo llamo fósiles, carentes de vida, porque no hay implicación del escritor. Esto sí que puede capar la literatura. La emoción debe impregnar el tejido del micro, sea la que sea, si no, pues nacerá, tal vez viva, quizá tenga su tiempo de gloria en tiempos de anquilosación de la emotividad, pero morirá y se extinguirá en un futuro.
Parrafada con besos como bálsamos.
Yo he interpretado a Hugo por ahí. Creo que se refería al peligro de escribir algo,sí todo lo experimental que quieras, pero vacuo o que se quede en eso, puro artificio sin más, que claro no es el caso de los experimentadores que aquì han comentado. Aunque es lógico que de vez en cuando un experimento no salga, por eso se llama experimento y creo que el método científico de ensayo-error se podría traspolar al acto de escribir. SI un experimento literario fracasa el análisis del porqué no funciona creo que debiera ser tan placentero como el hecho mismo de escribirlo y que al final consigamos el efecto deseado.
ResponderEliminarSi es que hay que posicionarse en algun grupo, supongo que yo soy de loas narrativos, en el sentido de que nunca me propongo hacer algo rompedor, mi intención siempre es contar algo.
Tengo una idea, un fogonazo, algo me provoca un deseo de contar desde una perspectiva u otra pero nunca me propongo innovar deliberadamente. Si alguna vez escribo algo más inclasificable como dice Propílogo es porque así tenía que ser o así he necesitado contarlo ( y porque es sano desbarrar de vez en cuando...)
Y creo que me gusta que haya historia, pasada, futura o adivinada pero una historia.
Saludos a todos, buen debate.
A mí estas conversaciones de los viernes me resultan muy esclarecedoras porque me obligan a pensar, a reflexionar sobre el acto de escribir.
Gardner y Zapata, dos buenos libros.
También recomiendo Manual de Técnicas Narrativas de Enrique Páez que recoge todo lo dicho por otros escritores sobre la escritura junto con consejos y sugerencias prácticas.
Me da un poco de rubor que me mencionen como parte de una supuesta corriente innovadora de la que no me siento parte, ya que en ningún momento escribo con una intención innovadora. Pretendo ser original y escribo como buenamente puedo, eso sí, pero creo que eso lo pretendemos todos.
ResponderEliminarCreo que un personaje es verosímil cuando tiene humanidad, cuando es un fragmento del gran espejo del ser humano, y al verlo nos sentimos, parcialmente, reflejados. Cuando no es un decorado de cartón piedra, un cliché sin alma.
Como tema para la próxima semana de momento no se me ocurre nada.
Lo que dice Lola sobre ponerle tripas a lo que escribimos lo suscribo y lo que acaba de decir Odys también y en cierto modo están relacionadas las dos opiniones.
ResponderEliminarYo también creo que están relacionadas, Rosana. Sería interesante hablar de los límites de lo biográfico y la necesidad de ponerle tripas.
ResponderEliminarEn cuanto a tu comentario más largo, pues no "hay que posicionarse" ni mucho menos, mi recuento iba a modo de resumen y seguramente no es acertado inducir a filiación. Es que soy novata en estas lideas. En el mismo sentido, Odys, perdona, mea culpa. Al fin y al cabo es verdad que todo es experimento y evolución.
Lola: me encanta cómo te sueltas. Nos sacudes un poco a todos y nos pones los pies en el suelo. Talento y tripas, sí... voy a ver si encuentro en el refajo... no pides nada.
No, no Susana, no era una objeción. Era más una necesidad mía de aclararme, de ver donde cuadro más entre esas opciones aunque por supuesto no es tan sencillo como blanco o negro ;),pero esta conversación a mí me ha ayudado a ver todas los puntos de vista.
ResponderEliminarQue sigan estas tertulias de los viernes.
Y la pregunta que apuntas daría para mucho también.
Lola nos pone rápido las pilas.
Un abrazo
Hola Susana:
ResponderEliminardejé el comentario creyendo que había sido claro, pero ya veo que no.
lo verosímil y lo verídico, sencillamente es transportable a lo posible y lo probable y no hay más; convoquemos nuevamente a Perogrullo: es verosímil y posible contar todos los granos de arenas de la tierra, es verídicamente improbable realizarlo.
vuelvo a lo que decía en mi comentario, lo verosímil es el rasgo de identidad de la ficción y lo verídico de lo periodístico y de la caspa neocostumbrista de las Claras Sánchez y las Lucías Etcheverrías, o flores de un día como ese gran "revolucionario" de la narración española que fue Mañas, en fín quién quiera entender que entienda y el que quiera coger el puerro por las hojas que lo coja.
De Propio apunta un aspecto con el cual estoy completamente de acuerdo -aunque la cita la había oído como sentencia de Miró, para el caso da igual- la necesidad de experimentar es inherente a la literatura -cuando Garcilaso trae de Italia el endecasílabo al casposo comienzo de siglo XVI lo pusieron a parir, afortunadamente El Brocense y Fernando de Herrera vieron lo que significaba aquello y gracias a ellos hoy sabemos quién fue Garcilaso- después del monólogo de Molly Bloom nadie podrá escribir un monólogo interior como solía hacerlo Emile Zola, por ejemplo y en ese sentido Joyce hace casi cien años -1922- ya marcaba ciertas pautas de la narrativa contemporánea, ahora bien, el mismo Joyce con Finnegans Wake la caga cuando se pasa diez pueblos con la exprimentación, pero claro había detrás de aquel texto un escritor, nada menos que un escritor como Joyce, a mi me gusta Delibes, pero Delibes sin su lectura de Faulkner hubiera sido otra cosa,claro, al lado de todo eso tienes "experimentadores" nocilleros como el ínclito Fernández Mallo que... apaga y vámonos; pero releyendo los comentarios tiene guasa la cosa, yo estoy aquí defendiendo la experimentación cuando toda mi narrativa es experimental, en fín, sin duda no me he expresado con claridad.
después ha aparecido el asunto de las tripas, en fín, perdonadme pero yo de tripas hablo con mi carnicero del Mercado de Vilanova, si resulta que la literatura va a quedar reducida a una cuestión de tripas, yo, lo siento pero por ahí no pico; no lo haré porque lo que me interesa cuando leo algo es que me toque y me abra la imaginación primero y el pensamiento después, lo siento, pero los sentimientos no los hipoteco con la literatura, mis sentimientos los entrego a los seres humanos que tengo a mi alrrededor y poco más,
no deja de sorprenderme Lola, que después de atacar mi calificación del neocostumbrismo, vienes a decir lo mismo que había dicho yo ¿personaje creíble? si lo verosímil es eso, la configuración de un personaje que no necesita ser contrastada con la realidad para ser aceptado como tal y eso no son rizos, es hablar de literatura que creo que era de lo que se trataba o al menos de lo que Susana,pienso, pretendía; el escritor malo, Lola, no recurre al surrealismo para contar una historia, generalmente ni sabe cuales son las claves del surrealismo, que dicho sea de paso, poco o nada pinta hoy dicho movimiento; por otro lado, la implicación del escritor si la obra además tiene tripas, pues bien parece que hay gente que cree que eso es narración o que eso puede tener narratividad, que era el tema de hoy, yo pienso que no.
finalmente, si los comentarios van a derivar a ataques personales, yo a ese juego, a mis cincuenta y pico, no juego, lo siento yo no he jodido a nadie, si hay gente a la que no le gusta lo que digo lo celebro, hay discusión y siempre de ahí puede salir algo intersante, ahora si todo se va a reducir a tripas y cuestiones personales, pues... mejor no sigo hablando porque diría barabaridades.
Susana, nos seguimos leyendo, perdona mi tono final y supongo que en la semana ya se me irá ocurriendo alguna cosa para proponerte,
salut,
hugo
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ResponderEliminarCreo que la narración es importante en un relato, pues si no la hay, si no existe el desarrollo de una historia, con sus lugares, tiempos y personajes, y alguien que la cuente, pues carecemos de ella. Podría estar equivocado y algún fenómeno de la literatura luego demuestre que para un relato no es relevante la narración, es una posibilidad, en la literatura no hay política, ni moral, supongo que las teorías y técnicas se propusieron para poder hacer una interpretación de tal dama y así recorrer sus años, sus siglos.
ResponderEliminarSea un cuento largo, o un microrelato, ha de estar presente la narración. Ésta, además, nos ayuda a contar sin ser evidentes, sin poner las palabras comunes. Otras formas de escritura, donde haya padecimiento de lo narrativo, así podamos sentir la poesía casi de manera corpórea, no es un relato; podrá ser un micro, por la extensión, la cantidad de palabras, pero no nos propone algo diferente.
Ahora bien, la narrativa ayuda a dar forma al personaje, a los lugares, al mismo tiempo. Nos regala escenas como fotografías, creo que confabula con la imaginación, es generosa porque comparte el juego con el lector, quien pone rostros a los actores, propone detalles inusitados en los encuentros, supone calles como posibilidades, una gran narrativa nos ilustra, pero no nos quita la inquietud de colorear.
Dejo un posible tema Susana, es pensando la tecnología, no sé si tenga que ver con los microrelatos, pero sí con los blogs. Escribir sobre papel, con una pluma, o en computador, con ayuda de un teclado. ¿Esto afecta la forma de pensar, suponer, imaginar los relatos? ¿Ha cambiado la efectividad? ¿Quienes escribimos en un computador, podríamos escribir con facilidad sobre papel?
Un gran abrazo. Y nos estamos viendo, digo, leyendo.
Es un asunto complejo, como todo asunto donde esté involucrado el arte y la estética.
ResponderEliminarEn principio, como ya han dicho otros, no estoy muy a favor de las etiquetas; es decir, si es técnicamente microrrelato no me parece importante a la hora de abordar un texto.
Si creo que es importante la comprensión; porque uno escribe para que otro lea, y entiendo que cuando hablas de narratividad lo haces relacionandola con la comprensión que ese texto pueda suscitar.
A mi modo de ver la narratividad es muy importante, es como el mapa de un texto, el suelo que el lector pisará. Aunque uno emprenda una búsqueda consciente de alterar formalismos en literatura el arte de escribir no deja de ser un palimpsesto a través de las épocas. Primero hay que comprender y respetar lo que antecede e irlo superando en el camino, por lo tanto escribir es sumarse a una voz común que ha surgido antes que nosotros,,, y creo que esa voz ancestral tiene mucho que ver con el cuento, con el perpetuo niño interno del ser humano que gusta de oír una historia con principio medio y fin como si en ese acto acercara su alma a una fogata fraternal.
En general, es inútil negarlo, los textos centrales del canon son narrativos; Y aún sosteniendo que no hay cosa más saludable que ir en contra del canon creo que este punto es importante. A veces, desde ciertas esferas literarias (adictas a la búsqueda de la búsqueda), existe un prejuicio con la narratividad cuando creo que es uno de los máximos artes literarios: Hacer acción palpable la poesía de la vida y el alma.
En definitiva, como siempre digo, todo es válido y como lector me sorprendo todos los días con nuevas maneras que ni imaginaba. De todas formas, no me agrada cuando la narratividad desaparece absolutamente, si veo interesante el camino de matizar narratividad con rupturas tipo poesía, surrealismo, etc.
Bueno, un fuerte abrazo, nos estamos comentando.
Y me sumo al tema propuesto por El eskimal. Es muy interesante ver hasta qué punto el medio para escribir altera lo escrito.
Queridos todos:
ResponderEliminarComo he dicho antes, espero que me disculpéis porque soy nueva en estas lides. Debería moderar el diálogo cuando se va de cauce, y no lo he hecho; al contrario, me he sumado al tono divertido y castizo de algunas frases sin tener en cuenta que podía herir a uno de los participantes.
Os pido, y creo que estamos a tiempo, que expongáis vuestras opiniones con toda franqueza pero sin atacar la postura de nadie ni utilizar sus frases como arma arrojadiza.
Todos somos material sensible, por eso nos dedicamos y nos encontramos en esta rama del arte. Intentemos buscar lo que nos une y complementa, no lo que excluye. Sería bueno que este diálogo abarcara opiniones técnicas y teóricas y también sensaciones, pragmatismo y experiencia. No creo que sean dos caminos antagónicos. Al final acabamos desembocando en lo mismo, lo que nos gusta, lo que nos trae aquí.
Muchas gracias.
Me gustaría añadir Susana que me parece muy interesante lo que dicen Hugo y Lola. El concepto de lo verosímil (Hugo en la última entrada de su blog escribe una pieza espléndida al respecto) y el concepto de lo cotidiano. Creo que ambos configuran el término de verdad. Y la verdad me parece un elemento indispensable en cualquier narración.
ResponderEliminarYo no me considero moderno, ni me gusta la nocilla, pero me atraen los nuevos formatos y las distintas perspectivas desde donde contar. Y me parece esencial que en ellos siempre haya verdad, tripas y realidad. Si no, todo es artificio, espectáculo y forma.
Respecto a lo que apuntas, creo que la conversación ha discurrido por los cauces correctos. No me gustaría que esto se convirtiera en un debate político, ordenado, sistemático y pulcro, pero huero y vacío por dentro, carente de verdad, de verdades.
Abrazos.
Susana, no te des mal. Yo lo que he leído son opiniones más o menos argumentadas y expresadas con diverso grado de vehemencia, no ataques personales de ningún tipo. Por tanto, no has cometido ninguna falta.
ResponderEliminarPara mí, un ataque personal es decir que fulanito es un sinvergüenza, no que su opinión es errónea o matizable.
Tenéis razón, Agus y Depropio, en que es sólo cuestión de vehemencia; pero si podemos jugar al fútbol sin entradas, mejor. Y lo digo sin gravedad alguna, que no la hay, sino sólo por ir sentando bases.
ResponderEliminarEl tema de lo verosímil y lo cotidiano, y de cómo implicarse. Apunto y me sumo.
Y el Eskimal y Juan Ojeda están por tratar cómo afecta a la escritura el medio. También es interesante, ¿no? Por cierto, Juan, que la idea de que la narratividad es como el mapa de un texto a partir del cual alteras y buscas, con referencias a la voz común, me hace entender mejor lo que escribes.
Yo solo quiero hacer un apunte.
ResponderEliminarVeo cierta animadversión generalizada a formar parte de un grupo o estar dentro de una clasificación y creo que esas "etiquetas" que calificáis como negativas son las que nos permiten el debate.
Me gustaría pensar, que durante el proceso creativo nadie se propone crear para seguir una corriente concreta y lo "etiqueten" de una forma concreta.
Aprendemos por imitación, normalmente por imitación de lo que nos gusta o sorprende y el resultado se ve modificado del original por ideas innovadoras (en algunos casos geniales) o por nuestras propias limitaciones.
Quiero pensar que cada uno hace lo que quiere como quiere en plena libertad, dado que no estamos sometidos a un encargo y escribimos por el gusto de hacerlo.
Por este motivo, no creo que deba darnos tanto repelús el que nos "etiqueten" de una u otra forma.
Un apunte largo, me ha salido.
Otra propuesta de tema con miga para Susana. ¿Porqué cuando un escritor arrasa librerías con sus ventas deja de ser considerado buen autor por el resto de escritores?
Tengo 44 años y soy narrativo, aunque en casa no lo saben... (es broma, es por cómo ha empezado Esnaola que me ha hecho mucha gracia).
ResponderEliminarHola, Susana. Te lo he dicho. Me chifla esta nueva sección, pero hay que tener mucho tiempo para llevar el ritmo.
Me he ido probándome opiniones, así por encima. Y de algunas me sobra por aquí, otras me aprietan por allá... Pero entre todas sacaría retales y me haría una opinión a medida. De Lola me podría poner cualquier cosa casi siempre, aunque me vaya un poco grande o chico. Pero si que quiero decir, no sé si se ha dicho, porque no todo lo he leído, que yo no escribo como leo. Me explico, hay cosas, o escritores, que me encanta leer pero jamás escribiría así, bien porque sería incapaz, bien porque no me divierte ni motiva escribir así, me gusta leerlo sólo. Por tanto, yo puedo escribir con tripas o sin ellas, y entusiasmarme leer literatura del tipo que sea. Para eso hay literatura de todo tipo, y yo puedo también escoger ser de todo tipo.
Por esto último es, Fer, que yo no quiero etiquetas. O, vale, pónmelas pero de las que se pueden borrar y escribir encima.
Saludos
Yo creo que rechazamos etiquetas cuando nos las ponen los otros; y está bien que se produzca ese rechazo por prudencia, pues estamos aún en formación(hablo por mí) y ni nosotros mismos sabemos con exactitud en qué punto estamos (vuelvo a hablar por mí, que soy la que pregunta).
ResponderEliminarLa respuesta general defiende la experimentación y el tanteo, la búsqueda de un camino. Claro, porque estamos en transformación. Sin embargo, como tú dices, Fernando, la etiqueta ayuda al debate; si decido desde un principio que no tengo por qué definir nada, y que el debate teórico no existe o no nos corresponde, entonces es absurdo estar hablando aquí. Cada cual a sus labores, a lo que le guste y le salga, y que salga como salga.
A mí, sin embargo, me parece que estos intercambios son útiles si se utilizan exactamente como hace Miguelángel: para probarse una opinión y otra y ver qué tal queda, empezar a indagar sobre dónde estamos y de dónde venimos. Una práctica fundamental para decidir adónde vamos, cosa que a mí personalmente me interesa.
No había podido entrar hasta ahora para leer todos los comentarios. ¡Sorry!, me toca trabajar el finde.
ResponderEliminarYa lo han dicho otros, así que no voy a insistir sobre lo de los ataques personales. Queda claro que no. Yo, desde luego, no voy a debatir más si se pone como condición que no haya "entradas" como tú lo llamas, Susana, a expresar desacuerdo. No estoy por la labor de tener que medir lo que digo porque puede herir suceptibilidades. Bastante tengo con morderme la lengua en según qué sitios. Que alguien opine que no está de acuerdo en escribir con las tripas, a mí no me ofende, me parece una opinión que viene bien para el debate. Así que, si esto va a tomar esos derroteros, aquí me bajo.
Abrazos para todos.
A mí también ma va pareciendo muy útil este tipo de conversaciones.
ResponderEliminarVeo, sin embargo, que muchos nos defendemos nada más empezar, afirmando que "yo no me planteo hacer tal o cual cuando escribo, ni aplicar tal recurso..." Por supuesto. La intensidad te la suele pedir la historia sobre la marcha, y los recursos están implícitos en el arte del autor, como la ortografía y tragar saliva.
Aun así, el análisis necesita de unos nombres y unos parámetros, y aunque uno haga lo que le da la gana, le acaba saliendo algo que se llama narrativo o algo que se llama verosímil.
Por mi parte, confío en el análisis y el conocimiento de Hugo, y confío en el criterio de Lola, porque escribe de maravilla. Sin embargo, a raíz de algún comentario de alguien, hace tiempo, sobre alguno de mis micros, incluyo en el repaso la implicación del autor, porque creo que un texto gana cuando no se ve al autor. Es decir, si fulanito está triste, o consigo que diga "estoy triste" o lo hago notar, pero procuro no escribir "fulanito está triste"; (o sea, lo escribo, pero luego lo borro). Por eso me interesa mucho eso de los micros fósiles de los que habla Lola. Lo hablaré con ella.
Bueno, eso. Muchas gracias a Susana por abrir la puerta, y a todos los que participáis enriqueciendo el debate.
Abrazo a cada uno, aunque me canse.
Gabriel
PD: Publicando este comentario me encuentro con el último de Lola, al que me apresuro a responder:
No. No te bajes, porque tu opinión es importante. Como la de Hugo. Importante. Si a aplicar al texto un sentimiento tú le llamas echarle tripas, bien. Si Hugo, que es más técnico, a echarle tripas, lo llama desvincular el elemento esvarabático de la profusión del yo como consustancia del mí mismo; bien. Yo lo que quiero es leer opiniones y aprender. Y me gustaría que tengáis en cuenta que, a veces, por muy bien que creamos que nos hemos explicado, no se entiende todo igual. Así que, por favor, me discutan lo del sentimiento, el vínculo del autor y las huellas que deja.
Eso.
Más abrazos.
Leo y releo los comentarios o respuestas y la verdad me encuentro con conceptos de un@s y otr@s que yo tomaría. No sé si mi opinión a esta alturas del debate sirve, pero bueno… Yo necesito el contenido narrativo, un inicio, un conflicto y un final…
ResponderEliminarHe leído en algunas de las respuestas algo, espero expresarlo bien, sobre que le puede gustar leer cierto tipo de micros pero ni le sale ni le divierte escribirlos. Así me siento, muchas veces leo micros que me parecen maravillas, por lo que provocan en mí, por las imágenes que me sugieren, por la forma como el escritor ha dominado las palabras para crear esa imagen en un texto tan mínimo; pero sé que no me divertiría escribir así, o a lo mejor podéis pensar que no tengo la capacidad, también puede ser. Una de la expresiones que más me han gustado es la de Juan Ojeda decía que la narratividad es como el mapa de un texto, es así como lo veo.
De todas maneras pienso que ciertas normas están para romperlas y experimentar y disfrutar con el lenguaje es válido siempre que exista ese “mapa” para que el lector pueda acercarse al texto, si esa es la intención de quien escribe, claro. ¿Habéis leído algo en alguna ocasión y sentido no saber de qué te hablan? A mí me pasa, a lo mejor es un problema mío, pero como si el escritor se olvidara de que no nos conocemos y si no me da las “coordenadas” difícilmente voy a comprender lo que intenta contarme.
La propuesta de El eskimal me parece muy interesante, de cómo afecta a la escritura el medio.
Besitos
Bueno una última entrada para suscribir lo que dice Propi, que no se baje nadie por favor. Internet es lo que tiene que no nos vemos las caras ni podemos matizar con gestos lo que estamos diciendo y se puede mal interpretar. Yo entiendo a unos y a otros y me han sido muy útiles todos los puntos de vista. También creo que Susana se desempeña bien moderando y que no se puede controlar todo para eso es un debate.
ResponderEliminarY lo que dice Elysa me parece muy interesante:
"¿Habéis leído algo en alguna ocasión y sentido
no saber de qué te hablan? A mí me pasa, a lo mejor es un problema mío, pero como si el escritor se olvidara de que no nos conocemos y si no me da las “coordenadas” difícilmente voy a comprender lo que intenta contarme."
Y me lleva a sugerir pregunta para un viernes cualquiera, además ya lo dejó caer Jesús Esnaola.
Si el texto no se entiende es fallido?
Un abrazo
Rosana
Hola, llego ahora, leo y veo que me toca decir algo.
ResponderEliminarY lo que me apetece decir es que muchas gracias a todos por vuestra participación. Todas y cada una de las opiniones merecen respeto y todos y cada uno de vuestros criterios nos enriquecen. Por eso me gustaría que siguiéramos intentándolo; sería un poco triste naufragar al segundo intento. Sobre todo por una cuestión de formas, siendo precisamente el manejo de las formas lo que aspiramos a dominar.
También quiero decir que no voy a rasgarme las vestiduras porque salten chispas de vez en cuando. Más bien me parece de lo más natural. Comprendo que el debate de lo que nos importa es apasionado, y que mi propia postura puede censurarse si se considera más próxima de unos que de otros o si utilizo un lenguaje que no gusta. Lo acepto. Pero también creo que no debo esconderme y ser sólo quien pone la mesa y los cafés. Por lo tanto, aquí paz y después gloria y puestos a elegir, por grueso de interés y a petición final de Propílogo, cuyo mensaje conciliador suscribo, plantearía la semana próxima el sentimiento y la implicación del autor.
De esto hace muchos años, pero recuerdo que una vez apareció un tipo con una forma de contar nueva, un tal Cervantes, que con el tiempo pasaría a ser considerado el padre de la novela moderna. Cervantes contaba la historia de un tipo que salía al mundo a desfacer entuertos tras volverse loco por leer libros de caballerías. Era una historia versosímil, porque siendo ficción era creíble, y verídica, porque estaba construida en torno a un núcleo de verdad palpitante, tan viva y cierta que ha seguido respirando hasta nuestros días, y lo que le queda. El Quijote es verídico porque habla sobre nosotros, y es verosímil porque, siendo ficción, está escrito de tal forma que es creíble: lo aceptamos como verídico, y cierto.
ResponderEliminarPues sí a todo lo que decís y a lo contrario. Os he leído y me convencéis todos. Susana, felicitarte por esta propuesta para los viernes. Personalmente no sé realmente si microrrelato se escribe con una "re" o con dos, si junto o separado. He preguntado a Benicia (personaje de ficción que anda por mi mente) y me ha dicho que está bien claro: Un relato chiquitito. A mí un profesor (Juan Jacinto Muñoz Rengel) me dijo que un microrrelato debe tener:
ResponderEliminar- Título: Es fundamental, es como si fuera la primera frase o puede incluso que haga referencia a toda una obra o fábula ya existente.
- Trama: Conflicto. Concreción
- Movimiento: Ritmo, tono, tensión
- Trabajar un cambio, con final (explosivo, sorpresa, abierto)
- Personajes
Yo no digo nada.
Un ejemplo bien claro, Odys. Lo que no tengo tan claro es que en el momento de escribir, particularmente si es de forma experimental, se distinguen con facilidad los mismos conceptos. Principalmente por una cuestión de distancia.
ResponderEliminarEstupenda la receta de Muñoz Rengel, Ximens. Es útil y concisa, y afirma claramente (por partida doble, diría yo) la narratividad. Creo que las recetas y decálogos ayudan mucho, aunque como suelen apuntar sus propios creadores, también sea preciso jugar y relativizar todos los puntos. Muchas gracias, un abrazo.
Llego tardo, pero he tenido una semana horrible. A mí me encanta hacer experimentos con las formas, pero siempre, siempre, intento que haya texto narrativo de por medio. Es decir, si se queda solo en la forma no me convence del todo. Me explico. Hace poco escribí un texto en el que cada frase comenzaba con una de las preposiciones, pero quería que fuera un micro con trama y contenido, así que trabajé al revés, es decir, cogí un micro que ya tenía escrito (ya tenía la trama) y adapté la forma a posteriori (las preposiciones), hasta que me encajó todo. La experimentación me parece fundamental, pero siempre que sea poniendo la carne en el asador, con contenido detrás, si no, para mí, resulta un experimento frustrante. Por eso, mi método de trabajo siempre es a la inversa, escribo un texto y luego le busco un traje, un vestido, una forma diferente, casi nunca es al revés.
ResponderEliminarAquí no se llega tarde, Manu, al contrario, gracias por mantener abierta la charla. En cuanto a tu explicación, me parece fenomenal el ejemplo que nos ofreces. Claro y útil. Tus relatos contienen una equilibrada mezcla de experimentación y consistencia narrativa, y el método que compartes aquí con nosotros es una buena manera de mantener el norte. Muchísimas gracias.
ResponderEliminarSusana, qué seria te pones los viernes.
ResponderEliminarMe gusta la sección esta de preguntas, aunque no siempre conozca la respuesta. Qué éxito de convocatoria, se me está ocurriendo preguntar yo algo en mi blog, a ver si lo animo.
Gracias por este curso intensivo de microrrelatos.
Muy amable por permitirme hacerte reir con el comentario de tu foto, y por subirme al poyete, aunque no quisiera hacerle sombra al imponente logo de esta nueva asociación de blogs literarios que aceptan poyete como ventana superior adjunta.
Abrazos
A buenas horas mangas verdes! En su día sólo pude medio seguirlo e hice un comentario testimonial pero lo mejor que tienen estas charlas a las que Susana nos convoca es que nos hace plantearnos ciertas cuestiones que muchas veces ni hemos imaginado y eso resulta muy interesante.
ResponderEliminarA raíz de todo lo dicho, creo que me afirmo en que soy narrativo, y con esto quiero decir que siempre busco contar una historia cuando escribo microrrelato. Es verdad que a veces sale lo que sale y, desde luego que muchas veces escribo cosas que no son narrativas, ni microrrelato, ni llegáis a leer nunca porque no las publico. Se van a mi archivo. Hay historias que nacen de los sitios más insospechados, de escenas, de imágenes, de un fragmento de entrevista, de un gesto, de la forma de la nube que pasa sobre tu cabeza, de una discusión en un blog... De cualquier sitio. Pero cuando me siento a escribir quiero contar una historia, muy breve en nuestro caso, y si es posible dos o más. Y busco conmocionar, claro, busco emocionar, pero no creo que sea desde la emoción desde donde se emociona. A veces creo que se desprecia un poco la técnica considerándola algo frío que no puede alcanzar la altura de lo que produce la emoción. Igual pasa con la verosimilitud.
Que levante el dedo el que después de leer, o escuchar una historia increíble, no ha oído decir, pues es cierto, me pasó. En literatura la verdad es la verosimilitud y en microrrelato es algo peliagudo de conseguir. Porque no hay espacio, porque no hay tiempo. Trabajamos un género que apenas nos permite bosquejar una trama, un par de pinceladas como mucho para el personaje, la ambientación sólo con matices. Es jodido. Las técnicas que en novela, incluso en un cuento de varias páginas, aquí no valen para nada. Somos miniaturistas, orfebres, la selección del detalle, la construcción de la frase, la elección de las palabras...
Así que experimentamos. Es que es la única forma de escribir microrrelatos, quiero decir microrrelatos que no haya escrito nadie todavía. Pese a la juventud del género es tal el volumen de los textos producidos que no queda más remedio que buscar, innovar, crear en definitiva. Claro que muchas veces sale mal; la mayoría. Pero en eso estamos.
En el prólogo a los "Cuentos glaciales", desgraciadamente no editado en España, donde Jacques Sternberg reúne sus cuentos más breves escritos a lo largo de 25 años dice:
"Escribir una novela de más de 250 páginas está al alcance de cualquier escritor más o menos dotado. Puede hacerse en 25 días a razón de 10 páginas diarias, tarea no excesiva para un novelista capaz de escribir a máquina con la velocidad de una buena dactilógrafa.
Escribir 270 cuentos, en su mayoría breves, es otra historia. No se trata de un asunto de ritmo, sino de inspiración: hacen falta 270 ideas. Y eso es mucho. No se las tiene en un mes, ni siquiera en un año."
Yo qué sé.
Besos, Susana