Foto: David Larrosa, 10 años

viernes, 13 de enero de 2012

Los viernes conversamos

     
     Hoy me gustaría apelar al antólogo que todos llevamos dentro.

     ¿Qué os seduce de un relato? ¿Qué lo coloca en vuestro top ten de favoritos íntimos, de inolvidables?

     No pregunto por preferencias de blogosfera, donde el ingrediente personal vale su peso en oro (y por qué no, si las emociones son factor fundamental del oficio), sino por el conjunto de relatos clásicos y modernos, consagrados o no, que se adhiere a nuestra memoria lectora y que, cada vez que es invocado, revive la misma atracción, el flechazo emocionante que en su día nos atravesó el alma.

     Por ejemplo: si hago análisis de conciencia, yo descubro que mis favoritos responden siempre a temas de peso (los que, según me enseñaron, convertían un texto en universal), pero también a tramas asombrosas y a acabados de ebanistería que me descolocan, a soluciones a las que yo no habría llegado en la vida y que me dejan extasiada de pura envidia.

     ¿Qué ingredientes predominan en vuestras antologías personales? ¿Originalidad, ritmo, riqueza de imágenes, grado de ruptura o experimentación, elemento sorpresa, ambición del autor...?  ¿Por qué nos gusta lo que nos gusta y hasta que punto marca lo que estamos produciendo?


     

32 comentarios:

  1. Acabo de sorprenderme al darme cuenta de que, al menos en mi caso, parece que el recuerdo de los micros depende más de la memoria emocional. Creo que aquellos que yo recuerdo son los que me han hecho ver imágenes potentes, sorprendentes; pero imágenes. Pensaba que recordaría mejor aquellos en los que he disfrutado de una construcción particular, porque parece que la relectura analítica podría marcar más. Pero no. Creo que las palabras bien escritas que nos llevan a dibujar una imagen mental nos hacen más partícipes del micro, nos involucran más, porque en cierto modo la imagen ya es nuestra. Y es eso lo que, al parecer, guarda mi cerebro. No quita para que recuerde otros micros valientes, locos o divertidos, por supuesto.
    Saludos
    Gabriel

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  2. Para mí el tema que hoy planteas me parece esencial. No sólo para recordar, sino en el instante de escribir. El reto más difícil estriba en vencer al tiempo. Toda manifestación artística tiene dicha pretensión, pero en el caso del género breve ésta se acentúa aún más si cabe.

    Sinceramente, no tengo ni idea. Desconozco los mecanismos que posibilitan que vuelva y recuerde un texto, pero estoy convencido que si vuelvo, que si lo recuerdo, es porque hay algo en ese texto que cada cierto tiempo se activa y propicia su recuerdo. Y esa conexión se establece en el instante de la lectura, o no, y permanece siempre ahí, postergada, de forma inconsciente.

    Sí, un tema universal, la belleza de la prosa, una imagen inolvidable, una idea loca, la sustancia versus el mero ingenio sorpresivo... Sí, todos estos elementos existen y son comunes a nuestros textos de mesilla, pero existe - debe existir - algo más, inasible, que activa el mecanismo. ¿La partícula de Monterroso?. Ojalá no lo descubramos nunca.

    Gracias Susana por este espacio.

    Abrazos.

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  3. VENCER EL TIEMPO. Chicos, tema nuevo: al trapo. ¿Quién se atreve a contestar?
    Por cierto, si viene por aquí alguna antóloga (no miro a nadie), ya nos podría echar un cable...

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  4. La verdad es que no lo sé muy bien, si lo supiera estaríamos hablando de fórmulas matemáticas. En cualquier caso me gusta la innovación, que me sorprendan "sin trucos fáciles" ni finales "tramposos", que me hipnoticen con imágenes potentes, que me metan en el bote con una prosa bonita sin estar sobrecargadas, sino de manera sencilla, a lo Ángel González o Gamoneda en poesía. En realidad, se trata de leer algo que te haga decir: "Qué bueno". Y creo que casi todo buen lector que lleve a cuestas unos cuantos miles de textos sabe cuándo se encuentra ante algo bueno, de manera objetiva, más allá de las subjetividades, se sabe, por la coherencia del texto en lo narrativo, por el mensaje, por la forma, por la sonoridad, por las imágenes, por lo trabajado y pulido del resultado, que no se trate de una mera ocurrencia, por la suma de todo. Un abrazo y bienvenida de nuevo, Susana.

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  5. Creo que lo que hace que un relato sea recordado por un lector la mayoría de veces tiene que ver más con el lector que con el relato en sí. A mí, siempre me viene a la memoria un cuento de Asimov que leí por casualidad en un tren mientras me dirigía a un fin de semana de nuevas experiencias adolescentes. Era mi primer viaje sin padres ni profesores, solo con amigos y amigas. El libro era prestado y posiblemente el cuento que escogí por casualidad era mi primera lectura en un tren. No recuerdo el nombre, pero narraba la historia de un niño que descubre una nave alienígena en el granero de su granja. Tras relatar un buen puñado de situaciones inverosímiles, el narrador concluía la historia explicando que la nave alienígena era estadounidense y los aliens eran astronautas humanos. Recuerdo que pensé que ese tipo de sorpresa sólo se podía dar en literatura porque en cualquier medio audiovisual cine, cómic, etc... era imposible. Me sorprendió enormemente. ¿Que hace que recuerde este texto por encima de muchos otros leídos a posteriori? Puede que el conjunto de situaciones que rodearon aquella lectura. Seguro que Asimov no era el primero en jugar de esa manera con el lector, desde luego no ha sido el último pero para mí si fue un descubrimiento. A mi me gusta que me sorprendan, por la forma también, pero sobre todo por la historia narrada. Cómo ya he dicho, creo que lo que hace que un relato sea recordado por un lector siempre tiene que ver más con el lector que con el relato.

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  6. Cuál micro sea el que impacte, creo, tiene más que ver con el ánimo del lector que con la calidad del texto. Prefiero el micro fantástico al realista, el pensamiento lateral, el final sorprendente, el que me obliga a una relectura de puro gozo, sólo para paladear cada frase bien escrita. El que hace centro en las emociones, el parco, el que vuela libre de rispideces (las detesto!). El que me/nos refleja de un modo elíptico.

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  7. Suscribo al pie de la letra lo que ha dicho Manu, palabra por palabra. Es el comentario que hubiera querido escribir. También me parece que el lector y sus circunstancias es el que le imprime al micro su adjetivo de inolvidable. Con Patricia comparto mi gusto por lo fantástico y lo sorprendete, por las emociones. Pero sobre todo me pirran los textos que hacen de lo fantástico el plano real, y de lo real lo imaginado. Un beso Susana.
    (Me encanta esta sección. Aprendo muchísimo

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  8. Como se ha dicho más arriba, creo que depende más del lector que del texto. En todo caso, por citar un tipo concreto, me gustan aquellos textos en los que la ruptura con la realidad es tan suave, tan delicada, tan imprecisa, que a uno lo engulle sin que se dé cuenta, como cuando éramos niño y jugábamos a que la cama era un barco y la moqueta de la habitación se convertía en un mar infestado de tiburones.
    Desde hace un tiempo recuerdo muy especialmente "La montaña" de Enrique Anderson Imbert. Lo colgué hace un tiempo en el blog, os dejo el enlace por si queréis recordarlo:
    http://frankensteinsupongo.blogspot.com/2011/08/la-montana-de-enrique-anderson-imbert.html

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    1. Acabo de leerlo Jesus, y justo a esto me refería con lo de "tengo que verlo , que palparlo, que sentirlo". Es perfecto para acompañar al texto con el que finalizaba mi comentario. Esa montaña ...¡es genial!. Un abrazo.

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  9. También creo que depende del lector y del tipo de inteligencia que aplique en la lectura. Me explico, si una persona piensa y trabaja con imágenes, buscará y recordará aquellos que pueda imaginar y delinear perfectamente en su imaginación. Pero los que se guíen por su inteligencia emocional, recordarán los micros que exaltaron su ánimo o les impactó por su energía sentimental. A quienes tengan un razonamiento científico, les emocionarán los que escondan un secreto o su final no sea deducible. A quienes amen la sonoridad de las palabras, se quedarán con los micros adjetivados, los metafóricos o los que encierren una melodía encadenada, casi poesía pero sin serlo.

    Mis deducciones son derivadas de la propia experiencia, a través de quienes me rodean. En sus personalidades y en sus gustos prima aquello que ..... resurge con más fuerza. Dicen que ...a quienes busquen una parábola de la vida no les ofrezcas un microcuento sin mensaje.

    Gracias Susana, por esta oportunidad de comentar sobre algo que me encanta.

    Personalmente ... me gusta un poquito de todo ...pero sobre todo "tengo que verlo, que palparlo, que sentirlo".

    Un abrazo des-
    demispalabrasylasvuestras.

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  10. Cuánto hacía que no participaba en la "charla".
    Tema, trama, lenguaje, estructura... El qué y el cómo (muy especialmente el cómo). Todo en su justa medida nos puede trascender. Creo que hay una complicidad a través del autor entre el relato y el lector (o viceversa) que habla más de lo que esconde el lector (o acaba entretejiéndose durante y después de la lectura) que de lo que el autor pretende. Arrancarle esa complicidad al lector sin que apenas se percate de ello me parece que es lo mágico. Entonces es cuando uno, no sabe bien porqué, rememora esa imagen, palabra, escena, final o lo que sea sin poderlo borrar de la memoria. Todo vale.
    Vencer al tiempo me parece una pretensión de la propia historia, del propio micro que es muy lícita y que probablemente supere al propio autor.
    ¿Qué hace que una historia se quede grabada en nuestra memoria como un fósil?
    Tal vez, como ya apunté, trascienda incluso al gusto personal del lector. Los factores personales influyen de forma muy marcada como nos explicó Fernando. Estoy seguro de que no es el mejor relato de Asimov y que no es el que más le gusta a él pero lo tiene ahí por un momento o experiencia personal que se lo graba a fuego.
    Y sin embargo, ¿qué es lo que hace que esa experiencia personal sea general y pase al plano de la memoria colectiva? ¿Existe una receta? Como dice Agus, espero que no la encontremos.
    Estaba leyendo la antología de "Por favor, sea Breve" de Páginas de espuma. He ido marcando los que me han gustado y curiosamente, al leer el tema de hoy he intentado rememorarlos y he fracasado. Sólo he recordado muy claramente el primero. Campeonato mundial de pajaritas. Me han gustado muchos por el tema, por el punto de vista, el desenlace y casi siempre por el cómo. Pero he visto que no basta con que nos hayan gustado o incluso que sean muy buenos (a juicio personal, claro) para tenerlos gravados en la mente. Tal vez sea como los jingles de navidad o de esas canciones que no hay forma humana de evitar silbar o tararear pese a detestar.
    Me extendí en demasía. Pido excusas por divagar. Seguiremos aquí. Saludos

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  11. ¿Cómo no estar de acuerdo con todos, si cada uno ha aportado ideas que completan el puzzle?

    Jugando a filosofar, diría que la Literatura es, en último término, el lector y su circunstancia; por eso no me atrevo con significaciones categóricas.

    Pero para poder contradecirme, también están esas obras, esas piezas que son geniales idependientemente de cuando, donde y como se lean, porque siempre que se acaba de leerlas se piensa que es fantástica. En lo que a cuentos refiere, yo -como uruguayo- me acerqué a Quiroga siendo aún un niño pequeño (creo que no pasaba de los nueve años). Su Almohadón de plumas, por ejemplo, lo he leído infinidad de veces y si bien es cierto que de cada una me he llevado una sensación distitnta, no ha habido una vez que al acabar de leer no lo hiciera profundamente admirado.

    Me gusta esta sección, mucho. Disfruto viniendo los viernes y aprendiendo. Vaya, pues, todo mi agradecimiento, Susana.

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  12. No soy "antólogo" de nada, me gustaría poder compartir esa afición con la ingente cantidad de practicantes, pero no, no soy capaz. Sí recuerdo algo, durante unos días, tal vez semanas, pero ya está, no practico la memorización de casi nada, y menos por placer. ¿Qué me seduce de un relato?, principalmente que esté contándome algo interesante, que no sea un hablar por hablar, a mi para eso me gusta más disfrutar del silencio. ¿Dónde empieza este interés?, - lógicamente particular - pues en las emociones, los puntos de vista diferentes, la claridad y la pulcritud en el lenguaje, la armonía, el compás,..., y sobre todo que el autor haya puesto su fe en el relato, eso se transmite, o al menos, creo percibirlo.
    También afecta mi predisposición en el momento de la lectura, la tranquilidad, el nerviosismo, las prisas, son, bien capas o bien huecos, por dónde interactuamos con el relato que intenta llegarnos. En este sentido, no podría ser jurado de un concurso, en donde por ejemplo tuviese que leerme seiscientos relatos, no tendría capacidad. Ya me gustaría saber cómo se hace esto, lo dejo para ver si alguien puede arrojar algún detalle, distinto de tirar los seiscientos relatos para arriba y coger los que caigan de pie.

    Un abrazo Susana.

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  13. Se me olvidaba comentar sobre lo que propuso Agus de "vencer el tiempo". A mi no me preocupa este punto, y más cuando será el propio tiempo el que diga si un relato u otro tienen la cualidad de vencerlo. Me puede seducir perfectamente un relato que por ejemplo hable de facebook, sabiendo casi seguro que dentro de unos años sonará a viejo transistor. Me interesa principalmente mi mundo y lo que me rodea, y cuanto más cerca me hables y me mires, mejor.

    Nuevos saludos para todos.

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  14. Ah, se me olvidaba también, que...
    - ¡Pesao, date una vuelta, que es viernes!
    - Bueno, vale, adiós

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  15. Suscribo lo escrito por Gabriel. Lo que me seduce de un relato es que me implique en la historia, que me haga vibrar, me disguste, me apene, me alegre... En resumidas cuentas que sea capaz de arrastrarme dentro. Yo puedo leer un relato y decir ¡qué bueno, qué original, qué bien construido!, pero tiene que tener algo más, alma, diría yo en plan cursi, para que me quede prendada de él.

    Abrazos para todos.

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  16. No se darte explicaciones. Solo se que hay relatos que me tocan la fibra y se quedan en mi memoria para siempre. Pueden ser tiernos, traumáticos, hilarantes...Creo que es por lo que me hacen sentir.

    Besos desde el aire

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  17. Muy interesante, Susana, pero cómo explicar algo tan subjetivo.

    Una imagen potente, y un final inesperado me atraen mucho. Y no puedo olvidar la emoción.

    Si pienso en todos los micros que he leído, hay uno que leí muy al principio y que siempre vuelve con fuerza. Se trata de Soledad de Pedro de Miguel.
    Este es el que ha vencido mi tiempo, el de mi recuerdo.

    Gracias y besos.

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  18. Es cierto, existe un componente subjetivo esencial en el recuerdo, pero a su vez la historia - que es el campo de trabajo del antólogo -debe ser objetiva e ir más allá de la memoria personal. En cuanto al tiempo, no me preocupa tanto el desfase, sino el intentar dilucidar ahora si el texto que escribo lo volvería a escribir igual transcurridos unos años.

    Abrazos.

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    1. Perdona Agus, nos hemos cruzado. Me interesa mucho lo que apuntas sobre la objetividad (aunque yo preguntaba opiniones personales y no criterios de verdadera antología literaria); a mí también me gustaría saber si es posible escribir con alguna garantía de que el paso del tiempo no minará nuestro trabajo.

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  19. Veo que por quorum nos apoyamos todos en las emociones, sacudidas (se entiende) por una técnica a la altura del objetivo. Las respuestas sin embargo no se repiten, se señalan gustos bien definidos, preferencias, imágenes potentes, situaciones concretas de lectura, momentos anímicos, nuevos descubrimientos tras lecturas repetidas, complicidad con el autor, alma del relato... y no virtuosismo, originalidad del tema o personajes bien trazados, por ejemplo.

    Yo destacaría, de toda esta esta munición emocional, la importancia de la relación autor-lector. La autenticidad de ese pálpito del relato que nos engancha parece tener una relación directa con el grado de credibilidad con que el autor escribe, ¿no? Con su implicación y con su voz. Que supongo que es lo que todos andamos buscando, como lectores y como autores.

    ¿Correspondería a la autenticidad de la voz una buena parte del mérito de la perdurabilidad de un relato? ¿O sólo es un ingrediente más?

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    1. Ser original no es ser diferente, sino ser auténtico. Creo que esta frase resume mi opinión sobre lo que comentas.

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  20. Vaya, se me olvidaba: ¡MUCHAS GRACIAS!

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  21. Es una pregunta muy difícil, mi querida Susana. Hay relatos que me atrapan por la trama, por ejemplo cuentos de Graham Green; otros por la belleza con la que están escritos: la mayoría de los textos de Samuel Beckett; otros por la belleza de narración: muchos de los de Saramago; otros por la originalidad de la idea: algunos de Murakami...
    Todo eso, sumado a mi estado de ese momento.

    Una cosa más, con mis relatos aprendí un par de cosas desde que tengo blog.
    1. Mi gusto casi nunca coincide con el de los lectores, cuando un texto me gusta mucho, sé inmediatamente que no va a recibir muchos comentarios.
    2. No hay forma de que la gente entienda que escribo ficción, siempre creen que soy el protagonista.

    Bueno, podría decir muchas más cosas, pero sería explayarme demasiado.
    Un beso enorme.
    HD

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  22. Hola Susana:

    como afortunadamente la lectura es personal e intransferible, supongo que deben de haber tantas memorias -y olvidos, que es el negativo de la memoria, claro, pero memoria al fin, la idea es de JBL- como lectores.

    en mi caso me interesa la historia y la estructura, en narrativa, la ambición de la voz poética en poesía, la capacidad de conceptualizar en el discurso de un ensayo, la distancia objetiva en el teatro o en la ópera y en otro orden la pauta melódica y la persecusión de la novedad y la experimentación en la música -sobre todo en el jazz- y el conjunto de todo lo anterior cuando estoy delante de una obra de arte

    recordar... supongo, tal como te decía anteriormente, que la memoria es tan selectiva, tramposa y cabrona como el olvido y ahí funciona la malla del tiempo y la deriva creativa -el que la tenga, claro- de cada persona que le interese la lectura, porque de lectores, me parece, iba esta vez el asunto; en otro orden de cosas es evidente que no se lee de la misma forma y con la misma selección cuado se es adolescente o cuando se han pasado los cincuenta.

    respecto a si influyen las lecturas en la cuestión creativa, pienso que quién se encuentre libre de culpa que tire la primera piedra.

    antologías todas y más, pero casi todas las tramas, casi todas las historias, se podrían reducir, en mi caso, a La Ilíada, La Odisea, Metamorfosis de Ovidio, El Antiguo Testamento y algunas cosas de Las Mil y Una noches; y si, después vienen todos lo que todos más o menos pensamos y de esos me quedo Bartleby de Melville y Los Muertos de Joyce -¡ah, esta es mi selección, personal e intransferible y sin otra voluntad que la de contestar a tus preguntas-.

    Respecto a lo que afirmaba Agus, creo que lo aclara bastante bien y supongo que coincido con él, en mi caso pienso que no hay vida más allá del borrador que cada uno escribe y reescribe, hay gente que piensa lo contrario y escribe un best sellers, se llena de pasta y es una estrella de la tele y cuando se pega el leñazo,porque al final siempre se lo acaba pegando -asi de jodida es la hegemonía cultural en el mercado editorial, parte de este jodido sistema capitalista-, pues cuando se pega el leñazo vuelve vencido al borrador -casi acabo en la letra de un tango-

    salut,

    hugo

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  23. Ese tipo de preguntas me recuerdan a la bandera anarquista que plantó mi abuelo en el techo de casa (mi abuelo que todavía no nació)... y yo le pregunté:
    - ¿Por qué ponés esa bandera en nuestra casa?, me dijiste que Bakunin era un iluso...
    - Porque quiero amanecer en otra parte mañana; de imposibles están hechas las piernas de las casas.

    Y así es, este tipo de preguntas son a priori y posteriori incontestables pero calculo que la riqueza está en todos esos caminos que recorremos para intentar en vano una respuesta; otra vez caemos en esa verdad de que lo importante es el camino y no la meta.

    Por mi parte, en este tiempo determinado creo que me enamoran los textos (más allá de su extensión) que hablan de cosas "profundas" con elementos absolutamente terrenales (y quizás circunstanciales)... ahora recuerdo "final del juego" de Julio Cortázar o "la muerte de Ivan Ilich" de León Tolstoi.
    Quizás también (intelectualizando demasiado) disfrute más de las prosas limpias... con pocas imágenes; pero en realidad desconozco porque me gusta lo que me gusta. ´

    Con respecto al tema de las estructuras, formas, largos, etc. sinceramente no le hago mucho caso a esas cosas; por lo general tengo alergia a todo decálogo de "cómo escribir...." a los 10 minutos de editados esos libros aparece una obra maestra haciendo todo lo contrario. Lo cual, en mi humilde visión (de cíclope cambiante) confirma que la belleza es inasible, como las banderas que pondrá mi abuelo, como la memoria que ganaré y perderé, como escribir.

    También, ahora que lo pienso, a mí me gusta lo contrario a mí. Interesante, me llevo ese pensamiento, gracias por la pregunta.

    Un enorme abrazo Susana, si bien este comentario no ha sido uno de los más lúcidos de mi vida fue el que más disfruté; extrañaba venir por acá los viernes y sentir la hospitalidad de tu casa.

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  24. Gràcias, gente (Fernando y Laura en particular), por utilizar el nuevo sistema de respuesta de blogger. Como me acaba de comentar Xesc, es un buen utensilio para dar a estos comentarios el engranaje espontáneo que se le supone a una tertulia.

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    1. Escribir desde la autenticidad sin buscar la perdurabilidad.
      Pienso y sigo pensando...

      Besos.

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    2. Bueno, yo trataba de sugerir que no son excluyentes sino más bien lo contrario, creo que quien quiera perdurar tiene que hacerlo, necesariamente, desde la autenticidad (entendida como "lo que de verdad le importa al autor", lo que le implica a fondo como persona o incluso lo que es su motor como escritor). No recuerdo ninguna gran obra de la literatura universal que sea a la vez sólo un artificio intelectual, sin que corra la sangre del autor por dentro. (Perdón Hugo por las referencias viscerales, jeje...)

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  25. Creo que la perdurabilidad es una buena prueba de calidad. Hay obras cono dice Hugo que no solo se mantienen frescas en cuanto a temática (aunque lo que las rodea no sea actual) sino que se repiten una y otra vez en el inconsciente colectivo literario porque tratan temas y miedos universales, genéricos.
    Uno de los micros que no olvido es el que menciona Jesus de La montaña, y creo que es porque reúne todo lo mencionado aquí: imagen que la mente recuerda, emoción, tema universal, escritura pulcra y bella en su concisión.
    Otro micro del que me acuerdo es este:

    EL POZO. Cuento escrito por Luis Mateo Díez.

    Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa.

    Veinte años después, mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en su interior. Este es un mundo como otro cualquiera, decía el mensaje.

    Ya veis que es sencillo, conciso, al grano pero es de los que recuerdo, y además cada vez que lo leo revivo la sensación primera que produjo.
    Luego ya están los gustos personales en cuanto a estilos, temas, pero creo que sí que hay una serie de micros que gustan en general, que dejan huella.

    Yo como Juan no sé si he aclarado algo, pero tan a gusto de leeros y decir.
    Un abrazo

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  26. Qué interesante resulta pasar por tu casa, Susana. Cuando lo hago encuentro respuestas a lo que nunca me pregunto. Y es casi como si me hiciera sábado por dentro. Me que quedo como con cosas cambiadas de sitio, vamos, como la casa ahora mismo.
    No puedo extenderme, pero no sé por qué me gusta un relato, por qué me llega. En cambio sé perfectamente qué no me gusta de un relato que no me gusta.
    Un abrazo, Susana.

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  27. Uff, no estoy preparado para responder. Normalmente se me olvidan los relatos, hasta los míos, es un alzhéimer literario que me gustaría no tener. Para mi la comprensión casi total de la historia es fundamental. Por eso no leo poesía, es todo muy espiritual. El género que más me gusta es el fantástico, es decir el realismo con un punto mágico. Me gustan los giros finales que obligan a leer el relato de nuevo.
    Vale, Susan, creo que me he puesto al día en tus entradas... hasta mañana.
    ¿Por cierto, te has planteado suprimir la palabra de verificación cada vez que te comentamos? Es un tostón.

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