Foto: David Larrosa, 10 años

viernes, 10 de febrero de 2012

Los viernes conversamos


   ¿Os apetece hablar de los talleres literarios?

   Cuando elegí qué iba a estudiar, opté por Filología Hispánica porque quería ser escritora y, en el peor de los casos (si no me abría camino), dedicarme a cualquier profesión relacionada con la literatura. Por entonces la otra posibilidad en ese sentido era Periodismo, aunque no ofrecía una base de lecturas tan sólida sino un mayor sentido práctico. En la actualidad no dudo de que volvería a optar por lo mismo, pero la amplia oferta de talleres literarios me parece una alternativa diferente y muy digna de atención.

   La mayoría habéis hecho algunos talleres, por lo que creo que vuestras opiniones serán interesantes. ¿Qué valoráis más de un taller? ¿Su carácter complementario (se puede tomar al margen o además de la profesión que uno ejerza)? ¿Su flexibilidad (horarios, brevedad)? ¿La compañía de un grupo con similares intereses? ¿El estímulo lector y creativo que supone? ¿La orientación hacia una carrera literaria, si se trata de cursos avanzados? ¿El contacto con profesores apasionados por la literatura?

   ¿Recomendaríais un taller, o por el contrario pensáis que el escritor se hace a sí mismo y que debe fiarse más de su intuición y de su capacidad de aprehender de otros autores? ¿No será la práctica, la experiencia y el trabajo la única vía posible? 

   Hay grandes escritores y profesores al frente de talleres literarios. También hay quien pilota un grupo sin estudios ni publicación alguna a sus espaldas, con apenas un curso raso de narrativa en su haber... Pero supongo que la experiencia y el buen hacer pueden suplir un gran currículo. ¿Cómo elegís? ¿Por persona o por centro?

   En fin, yo sólo propongo, asomo, y espero con ilusión que alguien tenga ganas de conversar, los viernes.   

 

27 comentarios:

  1. Hola. Yo estudié Ciencias Físicas pero... me gustaba escribir. La carrera absorbió mucha energía y tiempo, de modo que cuando recuperé ambas cosas empecé a plantearme cosas como las que planteas hoy. Por entonces había adquirido manías absurdas y estaba perdida.
    Elegí Fuentetaja, por internet, no recuerdo el nombre de mi profe pero era buenísima. Metía el dedo en la llaga y te animaba a seguir escribiendo en la misma frase. Elegí ese taller por ser uno de los más antiguos, con más experiencia; elegí internet, por comodidad y para organizarme mejor.
    Muchos se matricularon y pasaron, yo me quedé, me quedé cinco años. Ahí hice mi segunda carrera. Y me solté, me relajé, empecé a divertirme, cosas que hoy disfruto y valoro todos los días.
    Para mi fue absolutamente imprescindible y... podría haber seguido toda mi vida. Empecé a hacer cosas que no sabía que podía hacer, exploré con guía, me hundí y me sacaron a flote.
    Hoy, sinceramente, creo que soy más de Letras, creo.
    Un beso, Luisa.

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    1. Benvenida Luisa, qué alegría tenerte por aquí. Gracias por contarnos tu trayectoria. Yo creo que a todos se nos alegra un poco el corazón leer ese "hoy, sinceramente, creo que soy más de letras"... Un beso grande.

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  2. Susana poco puedo aportar hoy, pues nunca he hecho un taller o un curso. No obstante, sé que existen algunos excelentes y otros que quizás no lo son tanto. También ignoro si esta carencia constituye un déficit o no. En todo caso considero fundamental el aprendizaje, la formación, la lectura, lectura y lectura, la actitud y el espíritu autodidacta; para luego, al final, mandarlo todo al carajo y sentarse a escribir, solo, solo y solo, o si me apuras con alguno de tus fantasmas.

    Gracias, otro viernes más.

    Abrazos.

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    1. Todo lo contrario, Agus, hoy aportas el testimonio clave y te agradezco mucho que entres enseguida a dejar constancia de que efectivamente existe un camino libre y que tal vez para algunas personas sea el más adecuado. Gaudí no tenía título de arquitecto ni calculaba como mandan los cánones. Es más, me gustaría que alguien se animara a descubrir rasgos distintivos entre la producción de taller y la producción libre. Supongo que es mucho pedir, pero tenemos un gran corpus sobre el que diseccionar sin salir de la blogosfera amiga.
      Un abrazo, muchas gracias.

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  3. Buenos días,

    Me gusta mucho el tema que planteas hoy (también), pero igual que Agus me declaro incompetente para aportar dato alguno referente a talleres pues tampoco he hecho taller o curso alguno.

    Creo que internet ha dado mucha flexibilidad y ha abierto un campo de acción en los incontables talleres de escritura que se ofrecen y proliferan en el que muchos no iniciados pero inquietos escritores en ciernes pueden aprender o complementar, a su ritmo, a su horario, a su exigencia y nivel, algo que de otra forma difícilmente se puede hacer inmerso en una vida profesional o familiar cargada de responsabilidades. No hace mucho Fernando Valls, en su nave para todos nosotros abrió este debate con una pregunta-reflexión similar.

    Creo que esto es un fenómeno bastante moderno, y el de la formación académica y reglada para el ejercicio de una profesión no dista mucho en el tiempo tampoco. Pero al igual que ocurre con otras disciplinas artísticas o creativas (no citaré ninguna) se puede (podía) llegar a ser un maestro a partir de tesón, empeño (algo de genio y suerte, sin duda) y mucho trabajo. Y todo ello sin pasar por sitio alguno en el que previo pago y paso con éxito de alguna prueba te den la enhorabuena, una palmada en la espalda y ale, ya eres pintor, escritor o lo que sea. Considero que a eso se llega pintando, escribiendo, … trabajando. Estoy con Agus: leer, leer, escribir, escribir, releer, comentar, criticar, que te critiquen y encontrar tu voz sólo al final del viaje. Una sólida formación es imprescindible (no hay que caer en lo que se hablaba creo también que en La Nave de los locos de creer que se inventa la sopa de ajo sin tomar perspectiva ni conocimiento de lo que se ha hecho antes en ese campo) y por eso creo que además de talleres de escritura, urgen y son necesarios talleres de lectura, análisis e interpretación. Estoy seguro que en un taller de escritura serio o bueno es algo que va de la mano (espero).

    A mí siempre me admiró, yo que vengo del mundo de la arquitectura, cómo ha habido grandes maestros en este campo, gente que hemos considerado genios y admiramos, estudiamos y seguimos que jamás realizaron estudio académico alguno, que aprendieron el oficio por oficio, por pasión osmótica (o viceversa, no sé).

    ¿Talleres? Seguiré con atención lo que se dice. Espero poder sacar algún dato de interés para escoger con criterio. Reconozco que me gustaría encontrar alguno.

    Por cierto, espero no importunar pero ¿la anfitriona nos podría dar su opinión al respecto así como qué experiencia tiene con la gente que suele asistir o contactar su taller?

    Espero no haber desvariado mucho. Sigo con mi café con leche. Os escucho. Saludos.

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    1. La anfitriona intenta abrirse paso en una vertiente que le atrae y de la que disfruta, pero es reciente. No puedo aportar datos ni trayectoria, y desde luego no es el tipo de taller de que estáis hablando vosotros sino algo más restringido1 y modesto.
      Sí te diré, para que no parezca que eludo definirme, que he organizado a fondo un programa propio y lo doy en un par de talleres presenciales donde me lo paso muy bien y aprendo mucho de la gente (debería pagarles yo a ellos, puedes estar seguro), en centros cívicos, con personas de treinta a sesenta años, estudios y mucha lectura, francamente entusiastas y muy entregados. Los virtuales atraen a poca gente aún, pero el patrón es juvenil, 20-24 años, estudiantes universitarios. Besos.

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  4. Mi formación es periodística, estudié esta carrera por lo mismo que tú Filología, pero al revés, prefería el sentido práctico de la escritura. Años después quise tapar los agujeros teóricos y me apunté a un taller de relatos en el que estuve cuatro años para complementar mi formación como escritor. Aprendí mucho tanto del profesor como de mis compañeros de curso, tanto es así, que cuando el grupo pensó que ya no necesitábamos un profesor que nos aportara cosas nuevas, creamos nuestra propia tertulia y formamos un grupo llamado "Colectivo Extrañamiento". Leemos nuestros textos en bares o en casas y los criticamos desde el punto de vista constructivo para mejorar lo que nosotros no alcanzamos a ver al emocionarnos con una historia. Es una forma muy útil de bajar del árbol y ver los defectos desde la distancia. Desde hace años nos apoyamos, aprendemos los unos de los otros, y ya somos varios los que hemos publicado, una de las "miembras" incluso quedó finalista en el premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España. Creo que para ser escritor tienes que formarte de manera continuada, igual que para ser cualquier cosa, pero creo que se requiere una formación sólida que apuntale las lecturas propias y los conocimientos autodidactas. Hay gente muy buena que sacaría más de sí mismo en un taller, tanto por la disciplina como por los conocimientos. Y eso de "este texto huele a taller" siempre me ha parecido una chorrada, la verdad. nadie pone en duda a los músicos que han estudiado música en un conservatorio, aunque luego toquen de oído. Un abrazo, Susana.

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    1. Lo que apunta Manu me hace pensar en el Jazz. Es impensable que alguien pueda tocar, improvisar y romper las reglas sin ser antes un virtuoso, en el sentido clásico y academicista del término.

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    2. Hombre, creo que estamos hablando de niveles distintos. Tú, Manu, te mueves entre personas que ya publican y empiezan a tener "visibilidad" (me encanta esta palabra) literaria, y yo me refería a principiantes que adoptan patrones y medidas exactas. Cánones, vamos. En ese sentido sí creo que se distingue al tallerista, sin que eso sea un juicio de valor peyorativo en absoluto, sino un certificado de asistencia. Nada más.

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    3. Poquito, pero en su día estudié música, piano en concreto. Era una escuela de música moderna y jazz, y la profesora siempre se peleaba con nosotros porque al aprender a tocar temas que conocíamos bien, siempre tendíamos a tocarlo a nuestra manera, como nos sonaba. La primera lección era tocar las piezas exactamente como son, leer la partitura, y solo cuando la domines a la perfección estarás en disposición de empezar a jugar con ella. No es tanto una cuestión de virtuosismo como de dominio técnico. Creo que es eso lo que te da un taller: una serie de herramientas técnicas que cada uno deberá modificar, aplicar, etc. en función de su propia voz, que es la meta final.

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  5. Hola Susana, ¿qué tal estás?.
    No puedo leer que esperas con ilusión que alguien tenga ganas de conversar, y no pararme a hacerlo.
    Me han gustado los comentarios que he leído hasta ahora, el de Luisa y el de Agus. Yo voy por mi tercer curso o año del taller de escritura creativa al que me apunté. El taller en sí, no es que tenga estos cursos preconcebidos, sino que gente del mismo grupo inicial pues seguimos reuniéndonos para emborronar la tarde de los martes. Es presencial. Mi experiencia es muy positiva, resumiéndolo, te diría que he descubierto rincones que nunca sospeché. A mi me sirve, porque capto pinceladas que de otra forma me llevaría mucho más tiempo entrever.
    Luego la tarea de escribir es ya personal, a solas, eliminando capas, aclarando, buscando el alma. Y hay que sudar, y mejor si son palabras.
    Sobre lo que comenta Luisa, yo siempre he sido de ciencias. Me gustó la concreción, el rigor, la pulcritud del planteamiento, la demostración matemática, el resultado exacto... Todo esto que a mi me atrajo, lo estoy también descubriendo, en cierta forma, en las letras.

    Buen fin de semana. Un abrazo.

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  6. Bueno... La verdad es que he asistido dos talleres (uno muy corto) y también a una clase magistral. ¿Que he aprendido en ellos? Creo que no demasiado o quizá mucho.
    Siempre he creído que a dibujar se aprende mirando y dibujando y en la misma línea a escribir se aprende leyendo y escribiendo.
    De los talleres me llevo siempre el compartir con los compañeros y profesores mis textos y los suyos para descuartizarlos y aprender de los errores y de los aciertos, pero sobre todo me llevo un empujón creativo que me fuerza a seguir escribiendo. Creo que son necesarios también para confrontar diferentes puntos de vista, gustos, etc... La reclusión no creo que sea buena, al menos durante el aprendizaje. Ese proceso que en realidad nunca acaba.
    ¿Técnica? En los que yo he participado no he aprendido demasiada técnica, he aprendido a observar detalles que hay que tener en cuenta, sí, pero me gusta creer que sigo escribiendo de forma intuitiva.
    Como pero a los talleres y enseñanzas regladas solo tengo uno: El riesgo que se corre al aprender unas reglas que pueden coartar la escritura intuitiva que llevas dentro.
    Otro pero, je, je, je... Me molesta estar leyendo un libro, un micro o estar viendo una película y darme cuenta que estoy analizando la historia en lugar de disfrutarlo.
    A veces quiero volver a ser sólo lector o espectador... como antes.

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    1. Cachis, se me olvidó. A ese micro taller también asistí yo.
      Rectifico pues. Un mini taller tengo en mi haber, al que le debo el placer de conocer un grupo excepcional de personas que están en permanente ebullición creativa. Ya sabéis...

      Esa es una parte muy positiva. Como explicaba Manu en su experiencia, el crear círculos de intereses en los que desde diversos ámbitos, inquietudes, estilos, niveles y demás todos se enriquezcan, aprendan y crezcan.

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  7. Yo sé el nombre que se da a los tipos de nubes: cirros, cúmulos, cumulonimbos,... pero también (de momento) puedo imaginar una bruja, un caballo o una hoguera,... Soy dos, estoy dividida.
    No voy a renunciar a ninguna de las dos cosas.

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  8. En mi opinión personal, no creo en los talleres, bueno sí... pero el mejor taller se hace leyendo a Dostoievski, Hemingway, Nabokov, Borges, Amis, Sófocles, Oscar Wilde, Updike y otros maestros. ¿Quién puede explicar las técnicas mejor que ellos y de tan excelente forma? In situ. Es verdad, hay que entender qué nos dicen y cómo lo dicen.

    Nunca fui a un taller (jamás iría), pero vi el resultado de gente que fue a talleres (seguramente malos talleres), más preocupados por las técnicas, estilos, tropos que por esa nota que vibra dentro y que no sabe nada de etiquetas. Eso sí, creo que hay que dar una leída a elementos técnicos, hay miles de obras al respecto, pero sólo son recursos, nada más, lo otro es innato, si se me permite este término. Creo que una persona que no tiene el don de las letras, puede realizar decenas de talleres y no va a pasar de redactar un poco mejor una enumeración de hechos.

    Por supuesto, yo no tengo la verdad, es una opinión.
    Un beso enorme y gracias por estos viernes.
    HD

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  9. ¿Ciencias o Letras?, ¿Letras o Ciencias? ...cuando se me atravesó esa pregunta, mis profesores de Letras me aconsejaban Letras, y los de Ciencias : ciencias. Fue el mayor dilema de mi etapa de estudiante. ¿Cómo cambiar fórmulas por sólo letras? o ¿al revés?. Al final resultó, que impulsada por las salidas profesionales elegí:

    - Ciencias Puras. Entonces, la lectura era mi hobby.
    - Ingeniera Informática. La lectura continuó como hobby.
    - Primera Etapa del Período profesional : informes técnicos...la lectura se convirtió en necesidad y la escritura acompañaba las horas muertas.
    - Segunda etapa del período profesional : muchísimos informes aburridísimos,...la lectura y la escritura pasaron a primer plano.

    ¿Talleres?. Sí claro ¿por qué no?. El taller ayuda a conocer otros puntos de vista, te obliga a leer en público lo que guardas en tu cajón, te hace releer lo que nunca hubieses leído más de dos veces, te enseña a ser humilde, te aconseja en el uso de las palabras, te resarce de esa necesidad de ser escuchado.

    El primero fue de escritura creativa. El segundo de iniciación al Relato. Y si tuviera más tiempo ....haría otro de poesía, otro de autobiografías, otro de novela, otro de ..... ¡ese fue siempre mi problema! : demasiadas cosas interesantes para una vida tan corta y tan rápida.

    Coincido en que los verdaderos maestros están en los libros, pero no por ello, debe prescindirse de su complemento. Por eso creo que cualquier taller al que el alumno acuda con verdadero interés, no quita para que el escritor se haga a sí mismo, se construya, practique, borre, mejore, lea, sienta, piense ....o mantenga una personalidad propia.

    En fin, es mi humilde contribución y opinión a esta conversación de los viernes.

    Gracias por este espacio.

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  10. Bueno, no soy la persona más indicada para hablar de estas cuestiones, así que me voy...



    No, en serio, me quedo que me gusta.

    Yo en este sentido parto de dos concepciones diferentes; por un lado comenzaría por el campo de aprendizaje (aprendizaje de cualquier cosa)... Por lo general en el aprendizaje culturalmente se le da un lugar muy preponderante al profesor, maestro, instructor, etc. pero en el proceso de aprender interviene otro factor fundamental que es el alumno; y además de estos dos factores individuales hay un tercer fenómeno que es la conjunción de ambos.
    Como el universo ha circunscrito el aprender al formato de cátedra muchas personas se sienten "tranquilas" de concurrir a estos eventos por sentir que no están mano sobre mano mientras las neuronas se cubren de polvo. Pero no necesariamente se aprenda en aquellas situaciones donde existe la etiqueta "aprendiendo"... creo que el aprendizaje es una de esas melodías sordas del universo, uno tropieza con lo aprendido como cuando nota un abrojo en la camisa.

    Y en segunda instancia nos topamos con la literatura; es decir, aprender literatura. ¿Sirven los talleres?, técnicamente en sí para mi no sirven de nada más que para matar a la literatura y aniquilar el poco o mucho brillo espontáneo que uno traía. Ahora, bien puede ser (porque afortunadamente nuestra realidad no es nada lineal) que esos talleres los coordine alguna persona muy especial, entonces el contacto con esta persona (o porque no con otros concurrentes) puede alimentarnos profundamente el alma... en otras palabras, casualmente pueden conjugar maestro-alumno-situación...

    Y en el camino del comentario tropecé con otra palabra interesante: Alma. Yo creo que la literatura no puede de ninguna manera dividirse del alma de su escritor; no sé, el otro día me puse a pensar, ¿porque me gusta tanto el aria de Bach?, y aventure a responder que porque la melodía se parecía mucho a mi respiración cuando tengo miedo,,, y entonces pensé ¿porque las personas les gusta tanto algunos textos? y es porque los sienten humanos; ese texto duda, rie, eyacula, mata, llora, ama,,, y para eso no hay ninguna técnica, eso es vivir.
    Yo empecé a escribir cuando tenía nueve años, ni sé porque lo hice dado que yo odiaba leer (en ese tiempo me habían dado "el principito", libro que detesto con toda mi alma (que confesión!, jaja) y siempre mis personajes se morían de formas sangrientas e inverosímiles, creo que me gustaba que se mueran... ahora, cuando tuve 11 y vi morir una persona, ya no fue lo mismo.
    Uno escribe cómo vive, yo creo que es así. La vida es un taller literario, la vida y el tiempo.

    (continúa)

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  11. No obstante, ni pelado ni con tres pelucas, creo que una de las cuestiones más positivas de cualquier instancia educativa "oficial" es la socialización; en definitiva yo creo que es así... en general en las facultades no se aprende mucho, se cumple un papel, se repite lo que otros quieren escuchar, se limita todo a un tiempo específico para obtener un título que nos permita sustentarnos de algún modo y luego si explorar con más tranquilidad y seguír aprendiendo.
    Pero como desaconsejable exponente del autodidacta solitario diría que es bueno ir a los talleres; para aprender lo que no hay que hacer, para aprender que todo es relativo, para conocer personas con inquietudes parecidas a las de uno,,, si, todo tipo de apertura es positiva.

    Aunque si habláramos en términos estrictamente literarios recomendaría alejarse totalmente de cualquier escritor, de cualquier ego, de cualquier editorial, de cualquier brillo,,, Hacerse viajante de lo epidérmico, mearse en todos las posturas (incluso de la del meador), compartir la palabra con el que habla poco, escucharlo, leer cada tanto un buen libro y, sobre todas las cosas: No prestarle atención a comentarios que superen los 200 caracteres.

    Muchos besos!
    Buen finde semana allí en Barcelona (que mi hermano Matías vive ahí también).

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  12. Yo soy una defensora de los talleres. Asistí al que se daba en un centro cívico y fue genial. Primero te sacas esa especie de pudor porque no te gusta lo que escribes; aprendes lo que no se debe hacer, sobre todo yo que no hice letras y tampoco terminé ciencias porque no me gustaba. Y además, del taller surgieron relaciones estupendas.

    Pero contestando a tus preguntas.
    El profesor/ra es fundamental, si orienta y apasiona mejor porque disfrutará con su trabajo y esto se transmite, como veo que tú haces.
    Con el grupo pasa que van quedando los que verdaderamente aman la escritura. Incluso vuelven para buscar nuevos estímulos o porque han iniciado nuevos proyectos.
    Una vez que has hecho el curso lo importante es el trabajo solitario y creativo.

    Admiro lo que dice Agus de si mismo, está claro que la originalidad como la suya la da el trabajo y ese saber hacer suyo.

    Leer mucho es fundamental y en mi caso un verdadero placer, tanto como leeros.

    Un fuerte abrazo.

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  13. Bueno, bueno... Veo que la opinión está bastante dividida entre los defensores del aprendizaje a través de taller y los defensores del aprendizaje intuitivo o autodidacta, aunque se aprecia una defensa común: el valor de las lecturas, el trabajo, amor por la literatura y, si es posible, un entorno adecuado para compartir y motivarse.

    Muchísimas gracias a todos los que habéis pasado por aquí hasta ahora, y perdonad que no conteste uno a uno; hoy sólo he podido seguiros en diferido.

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  14. Yo no soy de ciencias ni de letras en esto de los estudios superiores, aunque siempre me gustó más Lengua que Matemáticas. Me quedé en el bachiller y ¡ojo!, elemental. Razón: los tres primeros años me los pasé chupi lerendi con un grupo de marianistas comandado por el sobrino de Aranguren, (naturalmente todos se salieron) donde una podía discutir con el profe sobre un complemento directo y que te diera la razón si la tenías, en cambio el último cambió de mano, a la de las monjas, y me aburrí tela marinera. Estrechas en todos los sentidos. Así que, a pesar de mis matrículas de honor y de la insistencia de un profe examinador (le había reclamado un examen de Latín y me lo aprobó y todo) de que debía seguir estudiando, dije que tararí que te vi. Soy, por tanto, de la escuela de Doris Lessing que cree que, a no ser que tengas claro para qué te va a servir, la enseñanza reglada enseña (valga la rebuznancia) bastante poco y trillado.
    Y ahora voy a lo de los talleres. Hace mucho tiempo me apunté a un taller de esos que se publicitan en las farolas, o sea sin márketing ni nada, en principio más por aburrimiento que otra cosa. Lo llevaba un sólo profe y estuve dos años. ¿Me aportó? Sí, me aportó y mucho. Porque si bien el talento para la escritura o se tiene, o no se tiene (de eso puedo dar cuenta, allí me encontré con una hermana de Millás, que bueno..., las herramientas a veces fallan. Me atrevería a decir que la mayoría de las veces. Aprendí a podar que es muy sano en la escritura. Lo dejé porque se repetía. Después hice dos más con la Escuela de Escritores, pero fueron como premio a dos concursos que gané: el Audiogramas y el de cartas de amor. Uno fue de tres meses y otro de un mes. Tuve suerte con los profes, me ayudaron. Quizá un mes es poco, pero también le saqué su jugo. Lo que más me gusta de los talleres es la corrección de los textos y en vivo y en directo. Creo que es donde se aprende mucho.
    Y por último asistí a un cursito de unas horas con Bernardo Atxaga. También me gustó porque refresqué la memoria. Además, ¡qué coño!, me lo pasé bien.
    En fin que yo creo que los talleres no son negativos si no te quedas enganchado a ellos, si, de tanto tiempo, no empiezas a acusar cierta esclerosis literaria. Por lo demás, todo vale en esta viña de las letras.

    Abrazos a todo el mundo.

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  15. Pus yo soy de Turismo. Del de viajar, también. Estudié lo que se llamaba Técnico de Empresas Turísticas o algo así, incluso tengo el diploma firmado por .. un ministro. No sé quién es. Yo quería estudiar Historia pero mi padre me dijo que me buscara algo más corto y con más salida. Tenia razón, por eso ahora trabajo en Ford. De turismo hago todos los días 17 kms. para acá y 17 para allá.

    En cuanto a los talleres. Yo he hecho dos de micros y uno de relatos cortos. La primera experiencia fue regular. No sé si aprendí mucho. El segundo estuvo bien. Me dieron las pautas a seguir y comprendí mucho mejor las cosas.
    El tercero, el de relatos cortos, me gustó mucho. Lo hice para saber si los relatos que ya tenía escritos y con posibilidad de publicar valían la pena o no. Si me hubieran dicho que me debía dedicar al ganchillo, hubiera dejado los relatos hasta hacerlo bien.
    Yo creo que los cursos son buenos. No te van a enseñar a escribir pero pueden ser una buena referencia para mejorar y aclarar las cosas.

    hala, ya está.

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  16. Soy de ciencias, me licencié en Informática. Tantos años escribiendo para los ordenadores me olvidé del castellano y padezco porqueísmo, laísmo, tildismo, y dudo que lo supere.
    He asistido a talleres "on-line" y presenciales. Concretamente llevo tres años en Fuentetaja. Para mi sí que ha sido positivo. No solo me han mostrado recursos y técnicas, si no géneros y figuras. He escrito relatos que jamás hubiera hecho por mi. Lector de transporte público me formé con best-seller. Lector de taller he conocido a los grandes. Creo que ahora disfruto más la lectura al descubrir las pistas que el escritor va dando, al detectar la historia oculta. Creo que mis relatos han mejorado. Mis primeros relatos no respetaban tiempos verbales, ni narradores. Me importaba un huevo la credibilidad, el número de personajes la descripción de los personajes, el tono , la atmósfera. Ahora he aprendido a dejar reposar los cuentos y pulirlos.
    Al no ser autodidacta, no poseo la virtud de detectar por mi solo las técnicas, po rmucho que leyera. Ahora creo que he dado un paso adelante gracias a los talleres. Por supuesto, todo lo que habéis dicho de encontrar tus pares, echarse unas risas, contrastar opiniones, etc., lo dan los talleres (si el grupo es aceptable y el profesor es maestro).
    Creo recordar que el último premio nobel, MVLL, estaba en EE.UU. impartiendo un taller precisamente cuando se lo comunicaron. Puedes creer o no creer en la academia, pero la formación siempre es necesaria.
    Por último, en estos lugares, como en grupos de amigos subproductos de talleres que luego siguen en contacto (como dice Manu Espada), se ponen retos, se dicen algo más que el típico "me gusta tu relato", se aprende sobre todo a recibir retorno de opinión. Y aprendo mucho (creo), desmenuzando relatos de los amigos.
    Termino: A mi si que me han servido los talleres.
    Termino con un aplauso para Susana por montar esta tertulia de los viernes.

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  17. Creo que mi entrada ha inducido a error, porque no tenía la intención de preguntar a cada cual su formación o profesión ni mucho menos. Vamos, que me parece estupendo que nos vayamos conociendo, y cada cual que cuente lo que le apetezca, pero que nadie crea que paso una encuesta personal, ¿eh?

    Dicho esto, muchas gracias por el abanico de pros (creo que van ganando) y contras que habéis echo llegar. Hasta el momento, saco la conclusión de que quien los ha probado está satisfecho, aun cuando alguno no haya sido estupendo al cien por cien.

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  18. Seré cortito. Yo de haberlo sido, habría sido de letras, sin duda. Pero yo, que me saqué el administrativo por hacer algo, y el caballito amarillo en natación porque me obligaron, tengo que reconocer que a escribir estoy aprendiendo a fuerza de leer, que lo he hecho toda mi vida, y a fuerza escribir, por lo que he pasado por diferentes etapas. Pero si que he de reconocer que en los talleres, los dos y medio que hice (medio, porque no pude acabar uno de ellos), he aprendido a poner nombre a las cosas, a las que sé y a las que he de aprender. Y otra cosa que me ha aportado el último que hice fue conocer el espiritu de La Simbomba, que es un espiritu escritor, entrañable, cachondo, ilusorio, emprendedor y un montón de cosas más que aún no sabe que es. Chimpún.

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  19. No tengo experiencia con talleres. Antes me faltaba tiempo, ahora falla la economía. Aquí hay poco y excesivamente caro o a lo mejor soy yo que no sé buscar, no sé. Pero siempre he pensado que debe ser positivo asistir, creo que deben ser reveladores, que aportarán técnicas y otra forma de ver lo que se escribe, desde otra distancia y que además al compartir con otros existe la posibilidad de oír consejos y formas de encarar y plasmar lo que se quiere escribir. Por los comentarios que he leído veo que es así.
    No recuerdo desde cuando escribo, desde niña, pero solo hace unos años que voy refinando, creo. Aunque sé que no le gusta que lo diga es gracias a Ximens, que he aprendido a ser más critica e intentar mirar lo escrito con cierta distancia y sobre todo dejar reposar. No he podido ir a ningún taller pero gracias a Ximens, que generosamente comparte sus conocimientos de los talleres a los que ha asistido en un sitio que llamamos La Terraza es como si asistiera a ese taller, todo esto a través de Internet. Como comprenderás mi opinión es positiva en cuanto a participar en talleres de escritura.

    Gracias por estos viernes, Susana, para mí son un tesoro.

    Besitos

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  20. Miguelángel, caballito amigo, me parece revelador eso de "poner nombre a las cosas". Ay cuando brille la Simbomba...

    Gracias a todo el mundo por pasar y opinar, y por tejer entre todos una red de intercambio como la que refiere Elysa, virtual pero acogedora y útil.

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