Foto: David Larrosa, 10 años

viernes, 17 de febrero de 2012

Los viernes conversamos


   Hoy empiezan las fiestas de carnaval, y se me ha ocurrido que podría celebrarlo como en los colegios: hacer la rúa y tomar un día de asueto para descansar.

   Para este peculiar carnaval bloguero pienso en la esencia de la fiesta y del acto de disfrazarse. Según dicen, se nos permite ser lo que queramos durante unas horas... y como todos somos antes que nada lectores, hoy pregunto: ¿qué escritor o escritora os gustaría ser? ¿a quién habéis soñado con encarnar?

   Reconozco que mi primera envidia fueron los hermanos Grimm: yo quería narrar como ellos... pero enseguida surgieron otros, la lista fue haciéndose larga, y ahora mismo me costaría dar con la identificación (o con el afán de suplantación) que mejor colme mi imaginario entre tantas opciones. Entre tantas envidias, creo que tendré que decantarme por una de las más intensas , apasionadas y juveniles: Truman Capote. 
   
   Otras voces, otros ámbitos fue el impacto mayor, la mayor de las admiraciones, la voracidad más grande del ansia de escribir. La novela revelaba un talento descomunal en un chico de 23 años, más o menos la edad que tenía yo cuando el libro cayó en mis manos... Durante mucho tiempo quise ser Truman Capote con todas mis fuerzas. Aunque no pretendía imitarlo, sólo disfrutar de la más genuina admiración por el talento ajeno. Por orden de lectura, devoré El arpa de hierba, Otras voces, otros ámbitos, Un árbol de noche y otros cuentos, Desayuno en Tiffany's, emprendí la relectura interminable de Música para camaleonesA sangre fría (que no encendió el mismo tipo de fervor), un libro de entrevistas asombroso y por último Plegarias atendidas y Crucero de verano, además de un cuento que bajé de la red, "A Christmas Memory".

   Sé que es difícil elegir, pero ¿os apetece? ¿Alguien os ha causado este tipo de admiración?


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   "Los viernes conversamos" llega a su tertulia número 12, y como decía al principio propongo un descansito. Os agradezco muchísimo vuestra compañía y espero que nos reencontremos enseguida con nuevas inquietudes (podéis sugerirme lo que os apetezca), pero este fin de semana y los próximos días voy a estar medio ausente. Muchas gracias y hasta pronto, pronto.

25 comentarios:

  1. Jope Susana,pues coincidimos en adoración e impacto juvenil. Mi madre es una gran lectora y al ir creciendo me gustaba fisgonerar en las estanterias de su cuarto, y allí encontré Otras voces, oros ámbitos y me pareció excepcional y de ahí El arpa de hierba, Desayuno en Tiffanis y sus cuentos completos. Después de ese primer deslumbramiento, sigo pensando que es un escritor único y hasta A sangre fría que inaugurò digamos un nuevo género me parece una novela muy buena. Me gusta su manera de escribir sobria, concisa, de palabra exacta pero a la vez lírica sin ñoñerias ni barroquismos. El siguiente destello fue Carson McCullers y su El corazón es un cazador solitario (tengo en casa sus cuentos completos pendientes de leer :El aliento del cielo) y Reflejos en un ojo dorado.
    Y gran amiga y confidente de Truman Capote Harper Lee y su Matar a un ruiseñor (en el que uno de los protagonistas es el propio Truman de niño pero con otro nombre claro).
    Y luego ya vinieron Cheever y sus cuentos, y Dostoyevski y sus Apuntes del subsuelo y Los demonios.
    Y Alejo Carpentier y el Reino de este mundo(lectura obligada en COU pero que resultó placentera).
    Y en el instituto Herman Hess con Demian y El guardian entre el centeno Y los 9 cuentos de J.D. Salinger y más tarde loa cuentos de Cortazar y hace poco los cuentos de Silvina Ocampo(que siempre estuvo a la sombra de Bioy Casares y Borges pero que tenía luz propia...)


    Abracicos

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    1. Pero bueno, tú tienes todo un arcón lleno de disfraces...
      Veo que la predilección por el relato es clara. Vienen bien todos estos títulos porque yo creo que no hay nada como la recomendación directa, de un amigo de fiar, para que uno se enganche a leer.
      Besos, buen finde si no "reasomo".

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  2. Bueno Susana, puestos a pedir, me hubiera gustado ser un dedo - incluso del pie - de Don Julio, Cortázar, por supuesto.

    Respecto al libro: Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Hay otros, sin duda, pero yo siempre vuelvo a Comala. Una y otra vez. Y siempre que hago un viaje, aunque sea corto y al Wc, va conmigo. Creo que es una novela excepcional, no hace falta presentación, y tiene uno de los arranques más brutales. Con tu permiso, aprovechando que hay confianza, me quito el disfraz y te dejo con un poco de ese principio. Y me voy, claro, que en cueros siempre asoman más las vergüenzas.

    Gracias por otro Viernes. Abrazos.


    Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dar gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.

    Todavía antes me había dicho:

    -No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.

    -Así lo haré, madre.

    Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.

    Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de la saponarias.

    El camino subía y bajaba: "Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para él que viene, baja."

    -¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
    -Comala, señor.
    -¿Está seguro de que ya es Comala?
    -Seguro, señor.
    -¿ Y por qué se ve esto tan triste?
    -Son los tiempos, señor.

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    1. Es curioso que sea éste tu libro de cabecera, Agus. Yo lo leí hace mucho tiempo en una colección de quiosco y no me prendió a fondo. Gracias por destacarlo, ahora no tengo más remedio que volver a probar; seguramente el tiempo me habrá cambiado y sabré apreciarlo más. Feliz fin de semana.

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    2. Qué bueno Agus, Pedro Páramo.

      Suerte con tus asuntos Susana, y buen finde, te esperamos. Abrazos.

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  3. En mi caso, comencé imitando a Borges, pero como vi que era imposible, continué imitando a Quim Monzó, lo que también fue una mero disfraz narativo malo por mi parte, como esas calvas falsas que se ponen en carnaval. Aún hoy intento buscar mi estilo en el terreno fantástico y la experimentación, pero cuando me quedo en blanco, releo siempre a Monzó una y otra vez, una y otra vez, hasta que me sangran los ojos. Creo que ningún autor me ha inspirado tanto como él, a veces me disfrazo de él, pero se sigue notando que es un disfraz de los chinos, entonces me lo quito y lo vuelvo a colgar en el armario para cuando vuelve a hacer falta. Feliz fin de semana.

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    1. ¿De verdad imitas a alguien??? No sé, no sé, Manu... no te acabo de ver en ese papel. Pero bueno, lo del disfraz de los chinos. Gracias, un abrazo.

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    2. Ostras Manu, Monzó,yo me releo de vez en cuando los 86 cuentos y dentro de la línea fantásticas que tanto nos gusta para mi fue todo un descubrimiento Dino Buzzati y sus Sesenta relatos (creo que alguno podría ser un microrrelato) y Jose Mª Merino claro, tanto sus relatos como los microrrelatos.

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  4. Qué linda pregunta. No me lo planteo muy en serio porque incluso de un mismo autor hay cosas que me gustan más y otras menos. Verbigracia; Gabriel G. Márquez. El primer libro que leí, tan tierno yo que ni recuerdo la edad, fue "El viejo y el mar". Y algo que debería haberme separado para siempre de la senda de la lectura, contrariamente me ató fuerte a ella. Ernest también fue un punto de partida aunque sólo fuera por desflorarme la mente. Debo reconocer que luego le aparqué.

    Me encanta la forma de narrar de Rulfo. En eso coincido con Agus. Lo poco que tiene me fascina. Todo.

    ¿Algo actual? El frío y distancia de la prosa de Cormac McCarthy que cada vez que leo me hiela. A mi me gusta.

    La capacidad del diálogo, psicología y de construir personajes de Dostoyewski (un profesor de cuyo nombre no quiero acordarme dijo un día en clase que nadie debería morir sin leer la obra completa de Fiodor. Je)

    Ya está. Me parece suficiente. Dejemos algo para los demás.

    Abrazos plenos a todos

    PD: Monzó y Pàmies tambien me gustan, claro.
    PD2: Cachis, ahora lo de la palabra clave lo han puesto difícil. He vuelto a fallar. No sé si es que me debo pasar por el oftalmólogo o le pasa a más gente.

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  5. Hoy la pregunta se hace difícil, pero una respuesta voy a encontrar.
    Según las épocas, fueron cambiando los autores con los cuales volaba mi mente, en la época de mayor fascinación por la lectura (leía hasta dos libros por día, era adolescente) me apasionaban Shakespeare y Dostoievski, habría querido escribir como cualquiera de ellos. Luego todo cambió, me permití leer literatura contemporánea y me enamoré de Borges, Henry Miller, Samuel Beckett, etc. Y quería escribir "difícil", como ellos.
    Hoy estoy abierto a todo tipo de literatura y encontré varios autores que reúnen lo simple y lo complejo en sus obras. En su mayoría pertenecen a la "nueva camada inglesa", por eso, sin dudas, me gustaría poder escribir como alguno de ellos. ¿Un nombre?, bueno, si es ése el requisito, me gustaría escribir como Martin Amis. Ser no sé, porque padece de muchos conflictos obsesivos, jeje, todo no se puede.
    Un beso enorme.
    HD

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    1. Ahí, ahí: ¿todos los grandes autores son seres atormentados? ¿hay que atormentarse para ser un gran autor? ¿qué pasa con el pobre diablo que se atormenta "literariamente" y no consigue ni ser mediocre? Ya no disfraces, espectros... (Te pregunto a ti abusando de tu profesión). Un fuerte abrazo.

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    2. Es que, me parece, que no basta con atormentarse literariamente, es necesaria una vida tormentosa real.
      Es un tema largo, pero cuando estamos bien no aparecen los conflictos más profundos, los que nos hacen identificarnos con tantos otros, sino cuando estamos mal, cuando el único refugio es el alma (no sé qué otra palabra usar), allí en lo más oscuro de nuestra tristeza, hay una luz de esperanza que, muchas veces, nos hace plasmar en arte hasta el mínimo sentimiento, hasta el más vulgar.
      En lo personal, yo comencé a escribir desde el dolor, hoy no, descubrí una forma de inspirarme en cualquier sentimiento, pero (lo confieso) cuando estoy baldío de ideas, recurro a mi mochila de tormentos pasados... y siempre algo hay.

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  6. Como la mayoría de los chicos que leían hace 40 años, amaba las novelas de aventuras y soñé ser muchos de los personajes de Julio Verne.
    Después pasé por casi todos los conocidos: Richard Back, Solyenitzin, Kafka me daba sueño, Herman Hesse, los latinoamericanos y me fui decantando por la fantasía y la ciencia ficción.
    Mis héroes soñados y creadores de universos: Tolkien y Asimov.
    Un abrazo.

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  7. Cuántos soñadores, hoy... Parece que a todos nos ha llevado de la mano una gran sombra. O varias.
    Besos, me voy un rato largo.

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  8. Aunque los he ido dejando atrás, el tiempo pasa y uno crece y amplía horizontes, los autores que me hicieron soñar en conseguir sobre los demás los efectos que ellos lograban sobre mí son del género de terror. Poe, Arthur Machen, el fabuloso "Wendigo" de Algernon Blackwood, Lovecraft, William Hope Hodgso, el impresionante "Las ratas del cementerio" de Henry Kuttner, Ray Bradbury... Luego vinieron Borges, Cortázar... Y por último Jose Maria Merino y Cristina Fernández Cubas, aunque creo que en estos dos últimos, la proximidad geográfica contribuyó enormemente.

    Sin embargo creo que la vez que más deseé ser capaz de escribir como alguien fue con "El perseguidor" de Cortázar.

    También adoré durante un tiempo a Oscar Wilde y, una noche de tertulia entre copas, adquirí el compromiso con un amigo de aprender inglés para leer el "Ulises" de Joyce en su idioma original. Prueba de mi carácter perseverante es que no sólo no tengo ni idea de inglés sino que, a día de hoy, sigo sin leer el "Ulises" ni en castellano.

    Y por citar una obra que considero gran literatura y que es cómic (cosas no necesariamente excluyentes), os confieso que intenté aprender a dibujar para hacer algo parecido a lo que logró Neil Gaiman con "Sandman".

    Por aportar algo diferente.

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  9. Bueno, yo me quedo con García Márquez. Recuerdo que terminé Cien años de soledad de madrugada, con 16 o 17 años, a eso de las 4 de la madrugada. No pude dormir apenas y amanecí con la boca llena de herpes. Me gustan muchos escritores a los que admiro en extremo pero lo que sentí por ese libro nunca se ha repetido.
    Un beso Susana en este viernes carnavalero.

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  10. De niña yo quería ser Sigrid, la encantadora compañera de El Capitán Trueno, ni más ni menos. De ahí di el salto a Agatha Christie. Me encantaban sus novelas y ya no quería ser personaje sino la escritora. Después deseé ser como García Márquez, porque, al igual que a Mar, me cautivó Cien años de soledad. Más tarde vino Virginia Woolf y su señora Dalloway (con la Virgi, me he tirado lo mío). Y Pedro Páramo, de Rulfo, Bestiario de Cortázar, El guardián entre el centeno, de Salinger... y hubo un tiempo en que habría matado por escribir un libro tan evocador y tierno como Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. También la novela El Sur, de Adelaida García Morales, porque me tocaba personalmente la historia y por la excelente película que filmó Víctor Erice.
    Luego te resignas a escribir como Lola, porque no les llegas, ni podrás llegarles nunca, ni a los zancajos.

    Abrazos de Sigrid en el Amazonas.

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  11. ¡Huy, qué difícil! Escoger entre autores cuando hay tantos y tantas que me gustan.

    Mientras lo pienso y porque aquí se ha citado a Juan Rulfo, uno de mis escritores preferidos. Como además hago teatro me quedo con el personaje de Susana San Juan, la mujer de la que Pedro Páramo, el cacique del pueblo, estaba enamorado. La amó con un amor sin límites. Sin embargo, él, que lo había conseguido todo, no logró nunca su amor.

    Y ya citando alguién todavía vivo: José Luis Sampedro, que además de haber leído casi todo de él me encanta cuando dice:

    “La verdad es que hay una gran necesidad de educación y de reeducación por todas partes, porque seguimos sin estar “civilizados”, no somos éticamente muy diferentes a nuestros antepasados más brutales. Insisto en la necesidad de la reeducación, porque sólo reeducándonos aprenderemos a comprender, la compresión debe de ser el primer objetivo de la sabiduría, porque la sabiduría es y debe ser para saber vivir”.

    Una idea ocurrente, Susana, te deseo felicidad y un buen descanso.

    Y besos.

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  12. De niño me encantaron las "Rimas y leyendas" de Becquer, y hasta lo intenté imitar en mis primeros amorios. Luego descubrí a Machado y a Lorcar, y quise escribir como ellos. Por ahí tengo cosillas de esa época lorquiana. Luego vino "La vida ante sí", que me marcó de por vida y "El guardián entre el centeno", que me remarcó. Y cuando descubrí el realismo mágico dije: aquí me quedo. Me enamoró García Márquez, como a todos, Cortazar, y hasta Allende en us primera época (cuando aún sorprendía). Tarde, porque me resistía, me acerqué a Vargas Llosa y estoy devorando, más que leer, toda su obra. Actuales, me gustaría ser Millás, o Vila-Matas, el mismo Vargas Llosa o algún otro de los que se me olvidan en este momento.

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  13. Abrazos (que se me han quedado en el teclado)

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  14. Para variar, llego un día tarde. Eso sí, tiene de bueno que disfruto leyendo todas las opiniones de camino a esta casilla.

    A mí me pasó eso con Mario Vargas Llosa, cuando leí Conversación en La Catedral. De hecho, la lectura de algunos de esos autores que para mí eran mounstros absolutos - GGM, Faulkner, Borges, Hemingway, etc- fue lo que me convenció, durante más de veinticinco años, de que yo sería incapaz de escribir nada así y de que lo mejor que podía hacer era dedicarme a leer. No fue hasta después de cumplir los cuarenta que me decidí a escribir y dejar que alguien leyera mis garabatos.

    Un abrazo.

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  15. No sé si llamarlo admiración, puesto que no soy muy amigo de este sentimiento -prefiero el profundo cariño-; además que nunca en mi vida he podido admirar a alguien,,, pero reconozco que quizás sea una cuestión semántica-etimológica; me molesta esa cosa jerárquica de mirar hacia arriba (me acaba de sonar el detector de anarquía ;-) ),,, pero bueno, ya estoy hablando demasiado y la música está sonando; así que comenzaré a mostrar algunas de mis "máscaras", por aventurado orden cronológico.

    1) Lewis Carrol
    2) Jack London
    3) Oliverio Girondo
    4) Manuel Puig
    5) Gabriel García Marquez
    6) José Saramago
    7) Pessoa (y todos sus Pessoas)

    Y de los siete reconozco como influencias trascendentales el primero, el tercero y el sexto.

    Ahora, entre nosotros, no quisiera ser ninguno de ellos (y no sólo porque están muertos) sino porque ahora que lo pienso ni sé si querría ser yo. No relaciono la existencia con una voluntad clara de ello,,, afortunadamente uno no se conoce (no sabe cómo es su voz, su cara, sus textos, sus comentarios); entonces calculo que al convertirnos en cualquiera de estas máscaras ya pasaremos a ser una existencia, entonces los "dejaríamos de ver".

    Ejemplo: si yo me convirtiera en Girondo ya no podría disfrutar (quizás ni siquiera vislumbrar) su maravillosa poesía. Afortunadamente nos rodea el cariño y el respeto de los demás, creo que el amor (en todas sus formas) es el que nos hace hermosos.


    Bueno; empieza el descanso entonces. Todo descanso viene bien pero espero que no se prolongue demasiado... ¿a qué lugar voy a ir a dejar comentarios ofensivamente largos? ;-)

    Un gigantesco abrazo!

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  16. Qué historias lectoras tan lindas. A mí me da un poco de vergüenza contar mis entusiasmos literarios. Yo no fui un niño lector. Recuerdo, si acaso, leer, o mejor, ver, El Capitán Trueno. Sólo me gustaba jugar, jugar, jugar con los amigos en la calle. Jugaba como un auténtico poseso. Toda mi infancia estuvo atravesada por una especie de obsesión destructora, que ahora me avergüenza. Todo lo destrozábamos, todo lo solucionábamos a pedradas, a puñetazos.¡Qué infancia más violenta! Perseguía de manera sistemática a todo bicho viviente que se moviera sobre la faz de la tierra: lagartos, perros, gatos, pájaros, ratones, ratas, abejas, mariposas. Y como encima, tenía una salud de hierro, no padecí ninguna prolongada enfermedad que me obligara a un reposo dilatado, con lo cual nunca se produjo el consiguiente “deslumbramiento” que describen los autores como el inicio de la aventura de leer hasta enloquecer. Tampoco tuve demasiado aprecio por la lectura durante la adolescencia, ni me interesó nunca la vida y milagros de ningún autor. Mis profesores fueron seres más bien toscos y asilvestrado y pienso ahora que también eran bastante analfabetos. El único autor del que me enamoré ciegamente fue de García Lorca, porque no lo podía leer. Vamos a ver, yo rellenaba la ficha de solicitud del “Romancero gitano” y me respondía el bibliotecario que ese libro no se podía leer porque era pornografía pura… Entonces iba a ver al profe de literatura y le decía que por qué no podía leer yo a Lorca si lo había nombrado en clase y me respondía que Lorca era un autor peligroso y me dejaba “El divino impaciente” de Pemán… En fin, Susana, creo que podría seguir contando anécdotas hasta aburrirte.

    Todos los escritores que han nombrado aquí los amigos y amigas que han participado, casi sin excepción, me gustan. Voy a nombrar tres que no han salido y de los que hubiera desea ardientemente escribir alguna de sus páginas: Bolaños, Elizondo y Modiano. En fin, no sólo estoy dispuesto a dar mi vida por un adjetivo, sino que también la daría por haber escrito alguno de los cuento de Flannery O’Connor, de Mavis Gallant, de Eudora Welty, de Alice Munro o por haber escrito “La balada del café triste” de Carson McCullers.

    Saludos.

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  17. Llevo varios días pensando y al final si tengo que elegir solo uno quisiera ser Ray Bradbury porque me hubiera gustado escribir ese Fahrenheit 451 y Cronicas marcianas. No recuerdo un libro que me haya hecho llorar como Fahrenheit 451, mi padre no sabía como levantarme el ánimo, hasta ese punto me sumergí en el ambiente de esa novela distópica.
    Faulkner también me impresionó y... hay muchos, la lista sería interminable porque en este terreno me cuesta mucho decidirme.

    Besitos

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  18. Muchas gracias a todos, ROSANA, AGUS, MANU, XESC, HUMBERTO, SERGIO, JESUS, MAR, LOLA, ISABEL, MIGUELÁNGEL, PEDRO, JUAN OJEDA, JUAN YANES y ELYSA por contar vuestras experiencias con la literatura, la envidia creadora y la admiración visceral. Habéis dado testimonios muy interesantes y divertidos... Cada experiencia es distinta, pero el placer y la intensidad se parecen y nos sirven también de guía a los demás para dirigir la mirada hacia algún autor o título que aún no hemos disfrutado. Yo, desde luego, voy a guiarme por vuestras pasiones para completar mi larga lista de carencias. Un fuerte abrazo a cada uno.

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