Ristel estaba convencida de que, si se disfrazaba de tigre y no se quitaba el disfraz nunca, todos acabarían tratándola como a un tigre. Es más: pensaba que por ese procedimiento se convertiría en un verdadero tigre. Así que consiguió un buen disfraz y salió a cazar.
Su piel hermosa, la ferocidad de sus rugidos y la rapidez con que dio alcance a la gacela no dejaban lugar a dudas: aquel animal era un tigre. La selva lo aceptó como a tal. Sin embargo, en el instante en que iba a ser devorada, la gacela miró a Ristel a los ojos y dijo: tú eres una serpiente.
Ristel silbó de ira y de impotencia, se irguió en el aire y se desprendió del disfraz. Antes de morir fatalmente envenenada, la gacela comprendió que hubiera preferido las ficticias garras.
Supongo que casi siempre se tiene la muerte que uno no quiere, cuando está y quiere estar vivo.
ResponderEliminarUn beso, Luisa
No sé, no sé... yo, como no me quiero morir de ninguna manera...
EliminarBesos y muchas gracias, Luisa.
Aunque la mona se vista de seda... Y, por otro lado, no saber mantener la boca cerrada tiene su precio. Un relato con moraleja doble, por lo menos.
ResponderEliminarMuy bueno. Como siempre.
Abrazos mañaneros.
Bien visto. Sobre todo lo de la boca cerrada, creo. Gracias y un fuerte abrazo, Lola.
EliminarMi abuela solía decirme que mirando a los ojos es la mejor forma de encontrar la verdad en los demás, Susana. Tu micro me ha recordado aquellos consejos.
ResponderEliminarMe he sorprendido al descubrir que Ristel era una serpiente. No sé por qué, pero en todo momento aposté por una leona.
He disfrutado de tu micro. Y me llevo, como apunta Lola, las dos moralejas.
Un abrazo,
La foto es engañosa, tienes razón. Algo más abstracto le sentaría mejor al micro. Gracias por tus palabras siempre generosas. Un beso.
EliminarPor mucho que se disimule o nos queramos disfrazar siempre renace nuestra propia personalidad.
ResponderEliminarLa moraleja es excepcional, me encantó!!!
Besitos :)
Gracias Nieves, no es un micro al uso pero tiene sus años, y si sigue gustando me parece fenomenal. Besos.
EliminarMe gustó el relato, Susana. Mucho. Por cierto: ¿has leído "El tigre de Bengala", un relato de Víctor García Antón, publicado en "Nosotros, todos nosotros", de Gens Ediciones? ¿No? Pues hazlo y verás por qué te lo comento. Un abrazo.
ResponderEliminarVoy a buscarlo, Víctor, porque no lo conozco. Me dejas en ascuas, como siempre ocurre cuando las coincidencias son notables; qué le vamos a hacer. Un abrazo, gracias.
EliminarA cuántas personas uno ha visto (y verá) así como a Ristel; pobre gacela desprevenida, no saber que ni siquiera en el final -a veces- es mejor no ver el verdadero rostro de los seres,,, y así son los disfraces, siempre se acumulan de venenos.
ResponderEliminarPor otra parte es cierto que uno no tiene por qué andar por ahí desnudando a los demás, aunque quizás la muerte otorgue ese derecho, repito: pobre gacela desprevenida.
Ya de por sí este es un micro maravilloso por su carácter directo, profundo y accesible (sobre todo, accesible por varios lugares). Pero si a eso le sumamos los anteriores, en efecto es un aplauso de pie. Cuánto emociona a la búsqueda, cuánto cariño que provoca toda luz que no se ata a las formas.
Un fuerte abrazo desde Argentina.
Muchas gracias por valorar la busca, Juan. De hecho este fue, sin yo saberlo, mi primer micro, porque es de cuando era estudiante (ya hace un montón... aunque siga estudiando). En el contexto actual realza la variedad, el tanteo, sí. Un fuerte abrazo.
EliminarRistel es un predador, con disfraz y también sin él. Creo que sufre de un exceso de consumismo: ser tigre tiene mejor prensa (al menos en occidente, donde leemos este micro). La gacela recibió la gran lección de su vida lástima que, como suele sucedernos, ya no pueda aprovecharla.
ResponderEliminarUn cálido abrazo, Susana
Qué bonita interpretación, Patricia. Me deja muy contenta y agradecida por tu lectura. Besos.
EliminarCarnaval en la sabana.
ResponderEliminarLa mirada a los ojos siempre es reveladora, y como coletilla se me ocurre pensar que no se debe entorpecer con palabras lo que las miradas ya se han dicho.
Aprovecho tu micro para reivindicar mayor papel para las gacelas, que siempre acaban en la boca de leones, tigres y demás bichos, como si el único animal importante fuese el predador (soy un experto en ver documentales de la 2 medio adormilado). También debe tener gacelitos, manadas, jefes de manada, peleas, en fín, que no siempre sean simple carne.
Gracias por el relato. Abrazos
Ya me parecía a mí que no podías comentar en serio...
EliminarUn abrazo, una sonrisa y una gacelita coqueta para ti. Gracias.
Tu escritura esconde una gran verdad: no eres un tigre, ni una serpiente, ni una leona, eres simplemente una gran escritora.
ResponderEliminarUahu, Adivín, en estos momentos soy un tomate. Muchas gracias, un beso.
EliminarUna fábula descarnada, desprovista de cualquier resquicio. Al final, no hay disfraz que valga, uno es lo que es y tal como los demás lo ven. Creo que has trazado una metáfora precisa de estos tiempos caníbales. Me encantó la forma casi aséptica de contarlo.
ResponderEliminarAbrazos.
Una fábula muy contenida, un tanteo. Gracias por tu lectura, Agus, la relación con el canibalismo actual es una visión muy interesante. Besos.
EliminarComo en los micros sospecho de todo, lo primero es buscar Ristel. No encuentro ninguna pista, de entrada me induce a alguna diosa o al diablo. La foto me hace suponer en un león que quiere ser tigre —al final creo que la foto engaña—. Estoy para atar: El primer párrafo imagino a un eclesiástico encasullado.
ResponderEliminarVoy a ser atrevido: Este relato surge del actual mensaje de pánico que estamos recibiendo de los políticos. Quieren que les veamos como tigres cuando son serpientes, con todas las connotaciones que eso conlleva. Me gustó el sendero que me haces caminar, aunque termine en barranco, es mi sendero.
Siempre me sorprendes, Ximens. Cuanto más oscuro es el texto más lo penetras, y cuando creo que no da muchas vueltas, tu interpretación es más creativa. Creo que eres un lector muy participativo, y te agradezco muchísimo que tu actividad pase por estas páginas. Un fuerte abrazo.
EliminarSe me ocurren dos cosas: una, que no se puede disimular eternamente lo que no se es. Y dos, que siempre me pareció ridículamente triste que se le vean las bambas a un nazareno. Pero cuando es así, es mejor callarse si la procesión es la del silencio.
ResponderEliminarUn abrazo, Susana.
Jo, Miguelángel, lo del nazareno es genial. Y el silencio, el de los corderos... Muchas gracias, un beso grande.
EliminarDecía mi madre "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda" Y creo que eso le pasa esta serpiente.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Las madres siempre tienen razón. (Sobre todo, ahora que lo somos.) Besos de gacela.
EliminarLo que resulta evidente es que a Ristel su inteligencia y perspicacia momentáneas no le han ayudado a salvar su pobre pellejo de gacela. Eso sí, nos ha ganado su condición de víctima desde el principio.
ResponderEliminarBesos!
Bueno, de hecho Ristel más bien se queda como la boa del Principito, pero con gacela dentro, ¿no? Besos huidizos, de gacela veloz.
EliminarUn texto con varias lecturas, aunque todas dejan la misma sensación, la del engaño para parecer lo que no se es. Y eso, mi querida Susana, es una actitud esencialmente humana. Por lo que creo entender que debajo de la piel de tigre había una serpiente, pero debajo de la serpiente estaba... Ristel.
ResponderEliminarUn beso.
HD
Qué buena lectura, Humberto. Ni más ni menos; bordas la personificación. Muchas gracias, un abrazo admirado.
EliminarRistel me recuerda a esas personas que para sobrevivir en la sociedad deforman su personalidad, no se muestran tal cual son, porque saben que les pueden hacer daño y se “disfrazan” y nunca dejan ver su verdadera esencia. Hasta que alguien, esa gacela, los “ve” y tienen que defenderse, y a veces lo que estaba oculto no es lo mejor.
ResponderEliminar¿Te das cuenta? Siempre consigues que a partir de tu micro yo me monte mi historia paralela. Me perdonas ¿no?
Besitos
¿Historia paralela? ¡Pero si la lees igual que yo! Me encanta cómo coincidimos. Un millón de besos, Ely, gracias.
EliminarA mi Ristel me produce cierta simpatía no exenta de temor. El bicho más despreciado, denostado de la historia, el culpable de todos los males, obligado por penitencia a reptar por lo más bajo, cerca del polvo y las inmundicias..."Pobre" animalito. No es de extrañar que quiera disfrazarse de lo que no es, de algo que genera temor y admiración entre el vulgo. ¿Quién no quisiera ser tigre por mucho que nos gusten las gacelas?
ResponderEliminarTotal, que ahí está confiada y crecidita Ristel para que al final venga una gacela y le recuerde su triste origen. Claro, así ha de asumir su verdadera esencia, casi como la rana y el alacrán que quiere cruzar el rio de la fábula, y como tanta frustración no puede ser buena, el veneno es su verdadero regalo para las bonitas gacelas. Así estamos. Envenenados hasta de aire. Y es que serpientes, y tigres y disfrazados acechan por todos los lados a las gacelas que ni lo único que pueden hacer es escoger como morir.
Al final, como dice Miquelángel, a todos se nos ven las bambas.
Abrazos
PD: Creo que me he llevado yo el vaso para casa.
Me parece un comentario divertidísimo, Xesc. Muy inspirado. Una sonrisa, una vaso y un beso.
EliminarLobos con piel de cordero, serpientes con piel de tigre, pero los ofidios mudan de piel, por lo que podría haberse puesto un tanguita de leopardo y quizá hubiera dado el pego.
ResponderEliminarMe estás dando otro micro, Manu... ¡y qué picarón! Gracias, un beso.
EliminarEste no es el lobo de caperucita, sin embargo la noble gacela confió que la verdad la salvaría de los colmillos temidos.
ResponderEliminarMe parece que el micro enseña que la única opción es escoger la muerte porque ya ni la verdad nos salva.
Para ser uno se tus primeros micros escogías platos fuertes, claro que con los docus que hemos visto de Rodriguez de la Fuente, no me extraña.
Una abrazo.
Pues sí, Isabel, de hecho antes escogía temas más fuertes que ahora. Me gusta esa frase sobre la confianza en la verdad, era lo que quería reflejar. Muchas gracias, un fuerte abrazo.
EliminarVerdadero tigre, buen disfraz, ficticias garras... :-)
ResponderEliminarCuántas veces los complejos destrozan nuestros sueños, incluso después de haberlos realizado.
Ristel, Ristel. ¿Por qué Ristel?
Interesante lectura, y certera, como siempre. Un beso.
EliminarNo hubiera imaginado que se trataba de una serpiente. Me gustan estas fábulas tan bien contadas, Susana. Me ha recordado a alguien que conozco y a quien he puesto rostro.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande. Lo he leído con tu propia voz.
Ah, ya me dijiste que ahora ibas a leerme con mi propia voz (aunque no sé si es buena idea, porque mi voz no me gusta... ¡quede inter nos!). Muchas gracias Elena, un beso.
EliminarBuenas... regreso a tu casa y la encuentro convertida en zoo. Me ha gustado esta historia de piel de tigre, con esa gacela ingenua que descubre la verdad demasiado tarde y ese tigre insinuado desde las curvas escurridizas de Ristel.
ResponderEliminarUn abrazo, espero no tardar demasiado en volver.
Me gustó mucho. Y creo que permite varias interpretaciones... O sea, todo permite varias interpretaciones en general, pero tu micro me las trajo sin tener que salir a buscarlas.
ResponderEliminarSaludos