Ladea la cabeza para prestar un oído
atento, y me mira con un único ojo lateral, avícola. Su cuestionario
interminable me obliga a repetir una y otra vez intimidades que no quiero. Con impertinente insistencia provoca confirmación. Debería respetar nuestra supuesta amistad, o regirse por algún tipo de decencia, pero en lugar de eso, con
todo lo que extrae fabrica una larga lista que anota, manipula, deforma y
deglute, se aposta a la puerta del colegio y reparte entre otras madres los
resultados deformes de su abusivo olfateo, como un camello que vendiera costo a
los incondicionales adolescentes que conformarán su clientela en el futuro.
"Nuestra supuesta amistad"?
ResponderEliminarSuya, no, y menos del modo en que la entiende.
Hay buenísimas descripciones, adjetivos, calificativos y similitudes en este micro, micro que me ha gustado mucho.
Un beso, Luisa
O "de cotorras y arrendajos"...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Susana. Ese único ojo lateral avícola da miedo.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Excelente pieza, Susana. Un micro que invita a la relectura inmediata para ir extrayendo capas, disfrutando de cada una de ellas como se merece.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aves de rapiña que olfatean la carnaza y tiran de pico dejando a la vista la deformidad después de alimentarse.
ResponderEliminarAbrazos amigos.
Se deja leer una y otra vez y siempre extraes cosas nuevas, eso es muy interesante.
ResponderEliminarLa temática se las trae y con esa manera tan sutil de narrarla haces que hasta compadezcamos a la rapiñera.
Saludos desde Tenerife, ha sido un plcer encontrar tu espacio, sigo leyendo.
Cuando gustes te invito a mi espacio, sin preguntas ni insistaencia.
Besos amigables.
Muchas gracias por la visita y el comentario, LUISA, ODYS, ROSA, PEDRO, LOLA y GLORIA (¡bienvenida!). Me alegro de que os haya gustado esta escena de la vida real. Abrazos a todos y cada uno.
ResponderEliminarSusana, el cotilleo es el chipote de la verdad. Por eso los ojos crecen en la inocente perversidad del gallinero.
ResponderEliminarAbrazos para ser contados.
Ya el título es contundente, reflexivo. Del resto del relato admiro la forma de narrarlo, el uso de esas frases, las palabras. La primera imagen esta muy conseguida, ese oído orientado y la mirada avícola. Los que hemos criado gallinas lo recordamos bien.
ResponderEliminarEn estas cosas siempre hay alguien que sufre, y en el peor de los casos se puede ir de las manos.
ResponderEliminarNunca me han gustado estas movidas y como todos en algún momento he estado en situaciones comprometidas que nunca he sabido como llevarlo.
Un beso Susana :)
Colosal. El día a día volcado sobre un microrrelato para que escojamos.
ResponderEliminarSERGIO, XIMENS, NIEVES, NEL, gracias por vuestros comentarios. Por cierto que yo crié una gallina en la ciudad, Javier, empezó como un precioso pollito y vivió seis años en el terrado de mi abuela. Por eso sé de ojos laterales, avícolas...
ResponderEliminarjeje, una dice. En mi caso fueron más de tres mil. Luego fue tan mal el negocio que nos las comimos todas, con plumas incluidas. Esta historia es verdad y pasó, salvo lo de las plumas.
Eliminar¡Jajajaa! Cualquiera te invita a nuggets, no habrás vuelto a comer gallina en la vida... Vamos, que el día 18 ya sé qué segundo te has pedido...
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