Hoy, en lugar de disparar cinco o diez preguntas, prefiero presentar aquí un power point que encontré cuando andaba buscando el modo de defender la importancia de trabajar de forma creativa el lenguaje.
Para algunas personas las figuras literarias son algo caduco, o incluso una expresión de pedantería. Quizá les retrotraen a la niñez -cuando las figuras se aprendían fatalmente de memoria, junto con sus ejemplos. Sin embargo, un uso hábil y adecuado de estas herramientas retóricas sirve para acercar al lector: le llama a formar parte del texto.
En el siguiente montaje fotográfico se muestra cómo la publicidad ha adaptado técnicas de retórica literaria para impactar y vender. Su uso es muy efectivo, y a mí me recuerda el mecanismo de asociación que utilizan algunos microrrelatos. A ver vosotros qué opináis.
Es muy interesante esta entrada, Susana. La presentación es estupenda y me ha hecho pensar en el uso, inconsciente muchas veces, que hacemos de las figuras retóricas no ya como recursos estilísticos sino como método de composición de las historias que contamos.
ResponderEliminarEn realidad, creo que no me equivoco si digo que a todos se nos ha ocurrido un micro viendo a ese Cristo que se aguanta a duras penas sujeto a la cruz, al árbol que hunde su mano en la tierra, el león repeinado, etc.
Creo que podría ser un buen ejercicio, y divertido, en cuántas ocasiones hemos usado este tipo de recursos sin darnos cuenta.
Muy interesante.
Besos, Susana!
Quería decir que podría ser un buen ejercicio identificar en cuántas ocasiones lo usamos, nosotros y los demás, y con qué resultados.
ResponderEliminarEscribir con el móvil es un poco complicado. Disculpas.
Jesus, doble agradecimiento: por la idea y por la dificultad (vencida) de transmitirla por móvil.
ResponderEliminarMe parece un estupendo ejercicio que intentemos identificar el uso de herramientas retóricas en nuestros micros. Entiendo que te refieres al colectivo "microbloguero", que es el que más frecuentamos y que nos ha llevado a conocernos, ¿no? Y podemos buscar en cosecha propia y ajena... Si no es así, corrígeme.
Para esta localización podríamos darnos una semana, y colgar los resultados el viernes próximo, si te parece.
Aprovecho para recordar que los comentarios al hilo de las entradas de los viernes son bienvenidos en cualquier momento, sea viernes, sábado, domingo o lunes (los martes no, que estoy yo, jeje). Sin prisas, cada cual cuando tenga un rato tranquilo. Aquí no se llega tarde.
Sí, claro, me refiero al colectivo microbloguero.
ResponderEliminarPodría ser muy provechoso buscar esos microrrelatos propios y ajenos e identificar cómo están construidos. Estoy seguro de que nos llevaremos más de una sorpresa del uso, consciente o no, que hacemos de algunas figuras retóricas.
Un buen ejercicio para estos días de puente, los que podáis disfrutarlo.
Intesante, Susana, yo he aprendido una que no conocía: dilogía.
ResponderEliminarMi educación fue aquella de "la letra con sangre entra" y algunas cosas no me costó mucho olvidarlas como las figuras retóricas por lo retórico del nombre, valga la redundancia, y la métrica.
Gracias por tus prácticas enseñanzas.
Un beso.
Ahora me acordaba que en el último libro de Flavia Company, "Trastornos literarios", una de las partes la dedica a elaborar microrrelatos que ilustran diferente figuras retóricas. Algunas afectan al fondo, otras muchas a la forma. Por si alguien quiere curiosear.
ResponderEliminarEn realidad aquí no hay pretensión de enseñanza, Isabel, sino de intercambio de impresiones y de autoanálisis. Me gusta lo que propone Jesus: localizar nuestro uso inconsciente. Todo lo que nos ayuda a definirnos nos ayuda a crecer.
ResponderEliminarCreo que la diferencia entre la utilización de estos recursos en publicidad y en la mayoría de los microrrelatos publicados en la blogosfera reside en esa intencionalidad de utilizarlos.
ResponderEliminarEn publicidad, esas imágenes se generan (normalmente en grupo) siguiendo un patrón de generación creativa, a base de formular una serie de preguntas concretas que provocan multitud de respuestas alternativas hasta dar con la idea que mejor se adapta al mensaje que se quiere transmitir.
Por lo que hemos leído en anteriores entradas, la mayoría de los microescritores parten de una idea y tras expulsarla al papel (o archivo de proceso de textos) de forma intuitiva, lo revisan para mejorarlo técnicamente. En muchas ocasiones esas figuras llegan al texto desde el fondo de la memoria, desde nuestros archivos de conocimiento, también intuitivamente.
Creo que mi exposición se podría resumir de la siguiente forma:
En publicidad, el proceso es extremadamente racional, sin perder nunca de vista el mensaje que se quiere comunicar. Eligiendo que fibra quieres tocar y lo más importante, de quien.
En literatura, partiendo de que se trata de un arte y no de un negocio, la libertad del escritor es total, considero que todos estos procesos de los que hablamos se dan casi siempre de forma natural.
Para terminar os diré que desconozco si hay autores que tras escribir un relato se plantean como sería ese relato si en lugar de una figura utilizaran otra, probando cada una de ellas hasta dar con la más adecuada, pero en caso de que fuera así, probablemente tras concluir el círculo completo de pruebas terminaría escogiendo la que surgió de forma natural al principio.
Un saludo a todos y disculpas por el rollo, pero el tema se prestaba a ello, todo y que seguramente me he apartado un poco del tema planteado por Susana.
Te contesto con prisas porque tengo que salir. Por supuesto no te apartas de nada, y además me parece muy interesante lo que aportas: la puntualización de que de la creatividad publicitaria es muy racional y se basa en objetivos concretos, y que utiliza un proceso colectivo de aplicación y descarte de técnicas.
ResponderEliminarEs difícil imaginar a un escritor siguiendo pautas tan racionales, sí. Sin embargo, quizá le servirían como método de aprendizaje o de experimentación. Gracias Fernando, hasta luego.
Coincido con Jesus en el uso inconsciente de este tipo de figuras. Y el ejercicio que proponéis me parece muy interesante. La intuición se nutre de esa carga teórica, sin nosotros ni siquiera saberlo.
ResponderEliminarEl tema de la publicidad también me parece muy apropiado. Y si no me equivoco, uno de los denominados referentes del género, Ana María Shua, proviene del campo de la publicidad. Sería interesante cotejar las similitudes entre un anuncio y un microrrelato. Por supuesto, dejando a un lado el fin mercantil y la interactividad de uno respecto al otro. Pero uno no debería olvidarse nunca de la idea, y del hecho que uno no vende zapatos sino felicidad. De la misma manera que el escritor utiliza la ficción para aproximarse a la verdad y transmitir emociones.
Un placer Susana.
Abrazos.
Poco voy a añadir a lo ya dicho. Efectivamente todos utilizamos figuras literarias, la mayoría de las veces sin ser conscientes, otras con toda intención.
ResponderEliminarHabría que diferenciar, como dice Fernando, entre las que se usan para publicidad y las que van a servirnos en la literatura.
En literatura lo que siempre hay que tener muy en cuenta es cómo vamos a hacerlo, porque, por ejemplo, una metáfora, puede dar al traste con una buena idea, por ridícula o cursi. Aquello de las perlas de tu boca a nadie se le ocurriría hoy utilizarlo en un texto. Así que, las figuras retóricas son una herramienta al rojo vivo que hay que saber utilizar con precaución para que no quemen el texto y sí dejen una huella, cuanto menos visible, mejor.
Abrazos calentitos.
Creo que Manu Espada también viene de la publicidad, ¿no? También tiene bien "engrasada" la práctica imaginativa. Yo estoy de acuerdo en que el uso de figuras es y debe ser espontáneo dentro del texto, por lo que sobre todo me interesaría localizar micros en los que la figura retórica forma parte del proceso de composición de la historia, como apuntaba Jesus.
ResponderEliminarGracias Agus, gracias Lola.
Creo que de por sí la cuestión de los fines es un tema complejo; es decir, más allá de que se establezca un fin predeterminado nunca se sabe que alcance de las acciones dentro de una creación artística.
ResponderEliminarA mi modo de ver, y lejos de plantear una pugna de definiciones no existe una división entre el arte y la publicidad, diría que un elemento involucra al otro; la publicidad es otro tipo de arte.
Es cierto que desde el vamos la publicidad busca hacer su creación lo más asequible para la mayor cantidad de gente posible y en el menor espacio de tiempo... (quizás, eso la acerque a la idea clásica de microrrelato), pero no creo que tener un fin tan "pedestre" la transforme de por sí en un quehacer racional, o más o menos racional que el resto de la literatura (dependiendo del autor).
Por otra parte,las figuras retóricas son como un chiste que se ha contado muchas veces... habría que utilizarlas con mucho cuidado, e intentando ser lo más conscientes que se pueda de su poder. A lo mejor una forma interesante de usarlas sea como anzuelo, atraer al lector a una forma conocida, que casi se lee automáticamente y de repente romperlo con algo esencialmente desarticulante (creo que no existe esa palabra).
En síntesis, coincido mucho con el final de Lola; apuesto convencido a la sutileza (que queda marioneta no se le vean los hilos, y si se le ven que sea para cortarlos y extrañar al auditorio), que no se queme el texto.
Un gran abrazo desde el frutillar.
Creo que sí, que el tema este de las figuras retóricas, como fin predeterminado que busca la consecución de unas metas de venta de un producto, son previas al microrrelato formalista expedido de catálogo, de corte racionalista, que trata de interactuar con el lector... ¿pero qué coño estoy diciendo?, -¡pasapalabra!.
ResponderEliminarA mí el anuncio que más me convencía era el del detergente Colón: "Soy Fulanito, director general de Camps (aquí engancho con Susana la anfitriona, creo que esto puede considerarse, no sé si figura, pero sí retórico)...busque, compare, y si encuentra algo mejor, ¡cómprelo!". Elemental.
Me comenta mi neurona, que pida disculpas por mi pobre aportación a la causa.
Abrazos con ojos de huevito (esto sí es figura, apuesto).
A mí me parece que literatura y publicidad pueden tener algún punto en común cuando, para espolear la creatividad, utilizan herramientas hermanas (creo que es lo que plantea el power). Creo que Fernando apuntaba a un trabajo más racional por parte de la publicidad basándose en que se trabaja la idea en equipo y siguiendo un método (Kickstart). Pero hasta la creación literaria más instintiva necesita pasar por un tamiz de racionalidad, o al menos eso dicen los poetas. Por ahí creo que vais Lola y tú, Juan.
ResponderEliminar...y conste que el cabezacuadrada de Colón no era pariente mío, Arte Pun, jaja, me has despertado el monstruo dormido... Pero das la pista de lo elemental, lo sencillo, que también puede ser un buen faro común a la publicidad y la literatura. De hecho es lo que advierten Lola y Juan cuando sugieren que el uso de la retórica debe ser filtrado.
Quizá esta postura empezaría a apuntar hacia el pensamiento fantaseador que defiende Ángel Zapata, que a mi modo de entender (seguro que algún entendido podrá corregirme) conecta con las poéticas desviadas del código realista (ver carta a La nave del 18 de noviembre de 2010).
He estado dando vueltas a qué figuras utilizo yo, y a qué figuras me gusta ver en los textos de otros; y en un principio me inclinaba por el símil, luego, tal vez, por la metáfora. Y luego, otorgando a cada una una cierta levedad, me he inclinado por todas.
ResponderEliminarEn nuestra forma de leer y de entender, y por tanto en la de escribir y hablar, el discurso es más bien lineal (¿esto es símil o metáfora?). La línea es más o menos sinuosa, más o menos gruesa o fina en algunos puntos; pero por lo general no es quebrada, no hay ángulos rectos en los que detenerse para girar y continuar. A veces hay ramificaciones, pero tienen que ser muy claras, no tener pérdida.
Un símil, no es más que un ligero bache que enriquece el discurso. Un lector incapaz de abstraer no entenderá qué hemos hecho. Igual que los niños no entienden la ironía. Cuanto mayor el bache, mayor la exigencia de abstracción para el lector. Y si el bache se convierte en un geroglífico, en algo que necesite que el lector aparte su atención de la línea principal del texto, creamos una esquina, o una carretera sin salida, que necesita de marcha atrás y maniobra. Y eso empobrece, o complica la lectura.
Todo esto es una opinión muy discutible, por supuesto, ya que un texto complejo es mucho más rico si el lector puede con él.
El arte está en elegir el texto para el lector, o el lector para el texto, y en dosificar las curvas para hacerle el trayecto entretenido.
Por otro lado, me parece una buena idea elegir textos para analizar las figuras y destripar un poco su funcionamiento. Se puede buscar en los propios.
Abrazos
Gabriel
Los mejores anuncios son aquellos que consiguen contar una buena historia en cuestión de segundos. Una historia que deje huella, la huella de la marca del producto. Son microrrelatos destinados a vender una marca.
ResponderEliminarPor otro lado, utilizamos figuras retóricas constantemente, en nuestro entorno cotidiano, sin darnos cuenta de que lo hacemos, cuando pensamos, cuando hablamos con nuestros amigos, cuando nos insultamos, cuando nuestra madre nos dice que estamos flacos como un palillo.
Besos.
Me gusta mucho la explicación que haces, Propílogo, resulta muy esclarecedora. Hacia el final tengo la impresión de que vuelves a plantear lo que ha surgido en otras ocasiones y está aún por debatir a fondo (por falta de regla de medir, pienso yo). Es decir, cómo conseguir una buena recepción del microrrelato sin rebajar su nivel.
ResponderEliminarTras tu comentario, Odys, me queda la duda de si en tu opinión la marca de autor debe prevalecer por encima de otros rasgos del microrrelato. Y si esa marca se asocia o la asocias a las figuras o la creatividad del lenguaje. Pregunto.
Mí no comprender pregunta...
ResponderEliminarSolo he dicho que un anuncio puede verse como una microhistoria tejida con la finalidad de vender una marca, no que todas las microficciones tengan como finalidad vender una marca.
Lo que quiero expresar es que las figuras retóricas funcionan en publicidad por la misma razón que funcionan en literatura, o en el lenguaje coloquial: porque son herramientas que te permiten construir imágenes poderosas que ayudan a transmitir el mensaje. Renunciar a ellas es absurdo, tan absurdo como si un día me da por suprimir de mi vocabulario todas las palabras que contengan aes -por poner un ejemplo absurdo...
Yo al verlas en el power point me he dado cuenta de que no uso conscientemente casi ninguna, a lo mejor alguna metáfora o algún símil. Seguro que si me pongo a analizar mis micros y los de otros compañeros encuentro bastantes, pero como Lola les tengo cierto respeto, creo que no me gusta abusar ni consciente ni inconscientemente. Pueden recargar los textos.
ResponderEliminarAbrazo de domingo ;)
La cuestión que apuntas a raíz del comentario de Propílogo me parece muy interesante para otro viernes. Sobre todo qué sería rebajar el nivel? Dónde estaría el límite? Escribir sencillo y conciso es rebajar el nivel? o lo sería escribir vulgar y con poca exigencia?
Gracias Odys, gracias Rosana.
ResponderEliminarSí, a mí también me gustaría hablar de qué es "bajar nivel". Sería interesante.
Abrazos adormilados, de puente y USB inestable.
La Publicidad ha evolucionado mucho con el paso del tiempo, y ha pasado del mero cartel con el lema "Compra X" a convertir X, es decir, la marca, en un personaje, no sé si literario, pero sí con una imagen viva, propia, dentro de una historia. Los anuncios se han ido convirtiendo en historias de 20 segundos. Ahora mismo me viene a la cabeza el de McDonals (creo que es éste), en el que un hombre se llama a sí mismo hace 20 años y se dice a sí mismo lo que tiene que hacer. Esta historia bien podría ser un microrrelato. También recuerdo los anuncios de BMW, con las palabras de Bruce Lee, "Be water, me friend". Y me viene a la cabeza el caso de un afamado publicista que creó el lema "Quien sabe, Saba", pero que hundió luego a una marca de zumos con un lema equivocado y que decía "De fruta madre". Las ventas se hundieron y tuvieron que cambiar incluso el nombre a la marca por la mala imagen. En cuanto a las figuras literarias que usamos, creo que lo hacemos de manera inconsciente, no creo que nadie se diga a sí mismo antes de escribir un texto: "Voy a usar un símil, dos metéforas y cuatro aliterariones". Sale de manera espontánea. Abrazos.
ResponderEliminarGracias Manu. Coincides pues en que el uso de figuras es y debe ser espontáneo en literatura. Sólo se me ocurre preguntarte (creo que eres del gremio) si al revés sí sucede: si la publicidad se propone usar el símil, la metáfora, etc.; es decir, si favorece algún tipo de asociación o juego por el motivo que sea (moda, impacto, etc.). Por curiosidad, sólo por saber.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos y cada uno por las aportaciones y por las sugerencias para tratar nuevos temas. Seguimos en ello, pues.
ha sido muy interesante Susana. Con qué poco nos has hecho ver la utilización de las palabas, las imágenes y cómo se utilizan para lograr un fin.
ResponderEliminarYo creo que nosotros, al escribir, no somos conscientes de si estamos usando una metáfora o no. No creo que busquemos siempre aliteraciones, a veces, sí, es cierto para lograr el efecto sonoro que pretendemos.
Estos usos es como ocurre con el vocabulario de los comentaristas deportivos, por ejemplo. usan las mismas muletillas sin pensar, sin saber realmente, o sí,lo que quieren decir.
Muy, muy interesante, igual que la propuesta de Jesús de buscar en nuestros micros y en los ajenos la utilización de estos recursos.
Bueno, yo soy guionista de televisión, no publicista, aunque si he escrito algún anuncio sobre nuestros propios programas, o lo que denominamos cebos, y con lo que mas jugamos es con las palabras de doble sentido, con la contradicción a través de la palabra y la imagen o con la repetición en el mismo sentido, lo visual se convierte en narrativo, en parte del lenguaje, del texto. Algunas veces si decimos a los compañeros, chicos, necesito una palabra con doble sentido sobre tal asunto, o ayudarme con una metáfora sobre tal personaje, si que lo hacemos mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias, Manu. Yo creo que es muy útil que nos cuentes estas cosas. Pienso que daría mucho de sí en una charla sobre la recepción, ya que vosotros (guionistas de tv) os guiáis sobre todo por la audiencia. Quizá podríamos tirar del hilo y ver si la espontaneidad literaria que aquí se ha defendido existe gracias a que no se escribe pensando rigurosamente en la audiencia. Y considerar si el fenómeno bloguero, con la retroalimentación que producen los comentarios y consabidas palmaditas en la espalda, no puede empezar a deformar esa espontaneidad como sucede con los géneros creativos que están ´sometidos a la audiencia.
ResponderEliminarAbrazos, hasta la próxima (que no sé cuándo será, teniendo en cuenta las fiestas que vienen por delante).