El jueves, cuando subía en el 15 por Paseo de San Juan, la conductora no dobló por Industria. Tuvo un lapsus y siguió recto. El pasaje entero exclamó: ¿qué pasa? Pero no pasaba nada, ¿qué iba a pasar? Dimos una extraordinaria vuelta a la manzana en un autobús urbano despistado. Y ya está, luego seguimos el rumbo convenido. Cierto que era una tarde primaveral.
Ayer, cuando a la salida del cole subía con el 15 por el Paseo de San Juan, el parque infantil rezumaba vida. Desde la ventana descubrí con asombro que en uno de los columpios que pendulaba enérgicamente no había ningún niño: era una abuelita moderna quien proyectaba su melena gris al viento. A su lado, pacientemente hacían cola dos pequeños.
Hoy, al cruzar a pie el Paseo de San Juan, he visto que un papá sacaba monedas del bolsillo para comprar un helado a su hijo. Inmediatamente todos los niños que correteaban por ahí han acudido al unísono, arracimándose como nube de palomas al reconocer la bolsa de las migas. El hombre ha repartido hasta la última de las monedas que llevaba, y luego me he sumado yo, y hasta el jardinero municipal ha rebuscado en sus bolsillos. Como no tenía nada, el funcionario verde ha retirado la valla y nos ha ofrecido la hierba. Todos nos hemos tumbado a lamer nuestros polos de colores mientras contábamos las nubes pasar.
Se hace de noche y los vecinos del Paseo de San Juan salen a tomar el aire al balcón, igual que antes. (Alguno ya en pantalón de pijama.) Se está muy bien al fresco.
En el Paseo de San Juan corren vientos de cambio, y los que lo sabemos vamos a acudir imantados por algo innombrable, impublicable, intwitterable.
Me gustan estos tiempos de cambio :-)
ResponderEliminarSaludillos
Deliciosamente contada, esta primavera con sabores de colores y palomas que revolotean en alas de irrenunciable esperanza...
ResponderEliminarYa lo sabías seguro Susana, pero tú también tienes una mirada sorprendida y fresca.
ResponderEliminarAbrazo
Muerte roja
ResponderEliminarSi, la primavera llegó y el verano está aquí ya. Tu relato es vivir ese verano con sus gentes y pequeños detalles cotidianos de la vida que hacen de este relato una simpática vista del mundo de barrio, me encanta !!!
Un beso Susana ;)
Qué bueno es el optimismo cuando pone los pelos de punta. Qué bueno el optimismo cuando es verdad y puedes decir: "toca, toca".
ResponderEliminarY la escena del funcionario ofreciendo la hierba... genial.
Saludos de tiempos cambiantes.
Me encanta el "compartir"..cada uno comparte lo que puede ..la hamaca, el autobus, las monedas, la hierba,..son vientos de cambio que auspician algo bueno..."un rumbo incierto,la verdad es que nadie vive sin amor" dice la letra de Primavera 0, de Soda Stereo. Me encanta
ResponderEliminarMuchísimas gracias a todos por pasar por aquí a compartir vuestra lectura generosa de este texto primaveral. Ojalá se nos cumplan las expectativas y se nos sirva una ronda gratis de ilusión... o dos.
ResponderEliminarAbrazos a todos y cada uno.
Voy a pasear más a menudo por el Paseo de San Juan, que lo tengo aquí al lado... Ese aire primaveral renovador y lleno de eseranza gusta, enre otras cosas porque es necesario.
ResponderEliminarAbrazos, Susana.
Está muy bueno creer que todo es posible si uno está dispuesto a cambiar ,poniéndose en el lugar del otro ,liberando los deseos reprimidos,compartiendo la mirada y el juego,descubriendo que la primavera también se vive en el alma y nos permite aflorar los sentimientos...
ResponderEliminar¡Felicitaciones Susana!
Un gran abrazo
Claudia
¿Somos vecinos, David? Hombre, estaría bien quedar un día en el Paseo de San Juan... ¿se apuntarían otros blogueros barceloneses? Propongo.
ResponderEliminarClaudia, un gran abrazo y gracias por tu fe en la renovación. En ello estamos.
Me parece un microrrelato-crónica tan mágico como estos días vividos. Pues va a resultar ahora que también somos medio vecinas...
ResponderEliminarUn abrazo!